Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

¿Podría mi coche funcionar con café?

Una investigación reciente muestra que es posible utilizar restos de granos de café para producir biodiésel a partir de microalgas.

¿Podría un coche funcionar con lo mismo que mueve a su conductor por la mañana: una buena taza de café?
¿Podría un coche funcionar con lo mismo que mueve a su conductor por la mañana: una buena taza de café?
George Hodan

Con los precios del carburante por las nubes, a más de una persona le encantaría que su coche pudiese funcionar con lo mismo que nos mueve a muchos por la mañana: una buena taza de café. Lo que podría ser tomado como una fantasía absurda es, no obstante, una súplica desesperada por conseguir nuevos combustibles que sean a un tiempo asequibles y poco contaminantes. Todo un reto.

A nadie le gusta más un buen desafío que a un científico, especialmente si al resolverlo puede echarle una mano a toda la sociedad. En este artículo se hablará del trabajo que ha realizado un grupo de científicos de Malasia, Tailandia, Reino Unido, Sudáfrica, Taiwán, Egipto e India y que resuelve la pregunta planteada en el título: ¿puede un coche funcionar con café?

Se busca: combustible limpio y asequible

El biodiésel es un combustible que nace de la necesidad de encontrar alternativas renovables y limpias al petróleo. Su uso principal es, precisamente, sustituir al gasóleo tradicional en automoción, aunque también podría servir como combustible para calefacciones.

Este combustible se puede obtener a partir de distintas fuentes. La más habitual es aceite vegetal como el de girasol, palma, soja o colza. No obstante, los aceites vegetales no son la materia prima ideal, ya que no están exentos de inconvenientes. Por un lado, estaríamos recurriendo a cultivos aptos para consumo humano con otros fines, lo cual no resulta ético. Por otro lado, pueden darse serios problemas a nivel medioambiental por la tala excesiva.

En respuesta a estos problemas han surgido otras posibles fuentes de biodiésel. Una de ellas es el aceite de cocina usado, una opción muy interesante porque permite darle un uso a algo considerado como residuo. También las microalgas son una alternativa prometedora. Estos microorganismos poseen un alto contenido en lípidos, la materia prima a partir de la cual se produce el biodiésel.

No obstante, el cultivo de microalgas para la obtención de biodiésel se enfrenta a un serio problema. Para obtener un tamaño lo suficientemente adecuado como para que sea rentable producirlas, es necesario usar espumas de poliuretano o nailon como sistemas de soporte. Las microalgas se agarran a estas superficies y unas a otras, formando lo que se denomina biofilm. Para favorecer el desarrollo de estos biofilms, a su vez, es necesario añadir nutrientes al agua para fomentar el crecimiento de las microalgas. En conjunto, estos sistemas resultan muy costosos, lo que está poniendo freno a la obtención masiva de biodiésel a partir de esta materia prima con tantas ventajas.

Una solución eficiente para un problema complejo

Nos encontramos, pues, ante una situación complicada. Contamos con una materia prima prometedora, pero producirla a gran escala conlleva más gasto que beneficio. En este panorama aparecen los resultados del grupo de investigadores de varios países mencionado al principio de este artículo, publicados en noviembre en la revista ‘Renewable and Sustainable Energy Reviews’. La solución que proponen es de lo más original, ya que recurren a granos de café usados.

Puede que la irrupción de las cafeteras de cápsulas en nuestros hogares nos haya hecho olvidar los posos de café que dejan atrás las cafeteras tradicionales, pero se generan toneladas de este residuo cada año. Un residuo que, sin embargo, está lleno de compuestos de valor añadido que podrían ser de gran interés, pero que son arrojados a la basura sin más miramientos. Estos investigadores han descubierto que es posible recurrir a los posos del café para favorecer el crecimiento de las microalgas, ya que les sirven tanto como soporte, sustituyendo así a las espumas artificiales, como de fuente de nutrientes.

Al tratarse de una materia prima de muy bajo coste (recordemos que la consideramos literalmente un desecho), permite reducir muchísimo el impacto económico asociado al cultivo de las microalgas. Por otro lado, permite dar una utilidad a un residuo, lo cual es muy interesante a nivel medioambiental. Los proyectos de economía circular como este eran una prioridad antes de la pandemia covid-19 y parece que, poco a poco, vuelven a las agendas de los grupos de investigación.

Esta experiencia piloto se ha llevado a cabo con la microalga Chlorella vulgaris, a la que se han suministrado 8 gramos de posos de café por litro de agua y 20 horas de luz para obtener la tasa de crecimiento óptima y la mayor producción de lípidos, obteniéndose así biodiésel de buena calidad. Este trabajo abre la puerta a la valorización de residuos de origen vegetal como soporte y fuente de nutrientes para el crecimiento de microalgas destinadas a la producción de biodiésel.

Con esto, podemos finalmente responder a la pregunta inicial: ¿podría mi coche funcionar con café? La respuesta, por desgracia, es no. Sin embargo, gracias a esta investigación, en un futuro podríamos decir que, si bien no es el café directamente el que mueve el motor, sí podría hacerlo de forma indirecta al servir para el desarrollo de microalgas.

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