Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

Cómo hacer que el deporte sea todavía más beneficioso

Un estudio publicado recientemente sugiere que la hora del día a la que realizamos ejercicio físico influye sobre sus beneficios en nuestra salud, en concreto, en el control sanguíneo de la glucosa.

No solo es importante elegir el deporte más adecuado: también la hora a la que lo practicamos podría ser clave.
No solo es importante elegir el deporte más adecuado: también la hora a la que lo practicamos podría ser clave.
Toni Galan

A estas alturas, que el ejercicio físico es bueno para la salud es un hecho indiscutible. Siempre que se realice tomando las precauciones adecuadas para evitar lesiones y otros sustos, claro. El sedentarismo es una de las grandes amenazas a la salud pública de nuestra era. La falta de actividad física se relaciona con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, estreñimiento (lo que, a su vez, aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer de colon), trastornos que afectan al movimiento como la osteoporosis o la diabetes tipo 2.

Para obtener estos beneficios no es necesario dejarse una fortuna en equipamiento o en entrenadores personales. Actividades tan cotidianas como caminar cada día siguiendo ciertas pautas ya nos reportan mejoras a nivel tanto físico como mental. Muchas veces, el mayor problema al que nos enfrentamos a la hora de aumentar nuestra actividad física es nuestra sobrecargada agenda. Pero, si conseguimos hacer un hueco, no solo debemos preocuparnos por elegir el deporte que más nos guste: también la hora a la que lo practicamos podría ser clave.

Mejor por la tarde

Partiendo de la base de que el ejercicio es bueno para la salud, un grupo de investigación de Países Bajos decidió ir más allá. Se plantearon la posibilidad de que fuese posible obtener todavía más beneficios del deporte que se practica diariamente. Para ello, decidieron estudiar si la hora a la que se realiza el ejercicio podría influir sobre sus propiedades.

Este trabajo contó con 775 voluntarios, tanto hombres como mujeres de en torno a 56 años, que informaron de la intensidad de la actividad física que realizaban cada día, así como del tiempo en el que permanecían sedentarios. Los participantes fueron divididos en tres grupos dependiendo del tramo del día en el que eran más activos: por la mañana (entre las 6.00 y las 12.00), por la tarde (de las 12.00 a las 18.00) o por la noche (entre las 18.00 y las 0.00). A cada voluntario se le midieron dos parámetros, el contenido de grasa hepática por un lado y la resistencia a la insulina por otro. Ambos factores pueden aumentar el riesgo de padecer enfermedades metabólicas como la diabetes y, además, estudios previos ya habían demostrado que el ejercicio puede tener una influencia positiva sobre ellos.

Los investigadores observaron que los voluntarios que realizaban actividad física de moderada a vigorosa por la tarde o la noche presentaban una menor resistencia a la insulina. La insulina, hormona producida por el páncreas, es la responsable de que la glucosa que obtenemos de los alimentos pase del torrente sanguíneo al interior de las células, donde será utilizada como fuente de energía. En ocasiones, las células no responden a la insulina, por lo que no captan la glucosa sanguínea. Entonces, el páncreas producirá más y más insulina para tratar de ayudar a que las células internalicen la glucosa, lo que podría llevar a un agotamiento de este órgano y, finalmente, a padecer diabetes tipo 2. Por tanto, los resultados obtenidos en este trabajo sugieren que practicar deporte por la tarde o la noche podría reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 al reducirse la resistencia a la insulina.

Ritmos circadianos y control de la glucosa

¿Por qué decidieron estos investigadores estudiar la relación entre la hora del día a la que hacemos ejercicio y sus beneficios en nuestra salud? Esta hipótesis nació, cómo no, de datos previos aportados por otros grupos de investigación. En concreto, de un artículo publicado en 2019 en la revista ‘Nature Reviews Endocrinology’ que planteó la posibilidad de que coordinar la práctica de ejercicio con el ritmo circadiano, los cambios físicos, mentales y conductuales regulados por la luz y la oscuridad, podría maximizar sus beneficios. Los autores de este trabajo concluyeron que el rendimiento del ejercicio es mayor cuando se realiza por la tarde o la noche, y sugerían que esto podría ser interesante a niveles más profundos, como por ejemplo para mejorar la calidad del sueño o como posible intervención en pacientes de trastornos como la diabetes. De acuerdo con los resultados obtenidos tres años después por el grupo de Países Bajos, parece que estas suposiciones estaban fundadas.

Ya sea al amanecer o cuando el sol se está escondiendo, el ejercicio es bueno para nuestra salud. Si nuestra agenda nos lo permite, parece que sería buena idea intentar practicarlo por la tarde o la noche. Sin embargo, a los ritmos circadianos tenemos que sumarle los ritmos que nos impone la vida cotidiana, que pueden llegar a ser bastante más caóticos. Llevar una vida sana es muy fácil sobre el papel, pero se complica al ponerlo en práctica. Por tanto, si es posible sacar un rato para hacer deporte a esas horas, estupendo. Pero recordemos que es beneficioso sea la hora que sea.

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