Un ecosistema en plena ‘mediamorfosis’

La transformación digital dibuja un escenario lleno de desafíos y oportunidades, con un mercado superpoblado de voces y unos medios en continua adaptación a los cambios de comportamiento de la ciudadanía

Desde los soportes digitales, la información llega al lector a cualquier hora y en cualquier lugar
Desde los soportes digitales, la información llega al lector a cualquier hora y en cualquier lugar
Karolina Grabowska / Pixabay

Los colegios, las carreteras, el alumbrado urbano, los parques..., como servicios esenciales que han de estar disponibles para todos los ciudadanos sin excepción, se definen como bienes comunes. Y para subrayar la indiscutible importancia de la información verificada y fidedigna, este mismo concepto fue el elegido para protagonizar este año el Día Mundial de la Libertad de Prensa: ‘La información como bien común’. De este modo, en palabras de Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, se pretendía "llamar la atención sobre el papel esencial de los periodistas libres y profesionales a la hora de elaborar y difundir esa información, luchando contra la información errónea y otros contenidos nocivos".

Los fundamentos de la profesión periodística no han cambiado, pero los canales y las herramientas no dejan de evolucionar. El periodismo siempre ha sido una profesión en adaptación continua, pero el nacimiento, en 1989, del lenguaje html, los mimbres de internet, fue el inicio de una cascada de cambios rápidos y globales, marcados por la transformación digital, que han configurado un nuevo ecosistema. Un escenario retador y apasionante, donde la sociedad está más informada que nunca, en un mercado de la atención superpoblado de voces que compiten por interesar a la ciudadanía, cuyo comportamiento evoluciona a un ritmo veloz.

Existe "una clara tendencia de transformación mediática, de trasvase de consumo de los soportes clásicos a los digitales", resume Carmen Marta-Lazo, catedrática de Periodismo de la Universidad de Zaragoza. Asistimos a lo que, hace ya dos décadas, Roger Fidler denominó ‘mediamorfosis’, "es decir, se están produciendo transformaciones en los medios, derivadas de los avances tecnológicos y de las necesidades sociales", explica.

Según los últimos datos del Estudio General de Medios (EGM) publicados por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), el medio con mayor audiencia y penetración en España es internet, seguido de cerca por la televisión. Ligeramente por detrás, encontramos la radio y, a cierta distancia, revistas y diarios.

En las últimas décadas, "el crecimiento de internet ha sido exponencial, lo que ha repercutido progresivamente en una disminución del tiempo destinado a los medios en sentido clásico", analiza. "La más afectada en cuanto a decrecimiento del número de lectores ha sido la prensa en papel. En los últimos diez años, la caída de los diarios ha tenido un descenso acumulado mayor al 50%. Las revistas también han visto disminuir su demanda, pero su caída ha sido menos acusada". En contrapartida, "los medios ‘online’ han incrementado el consumo diario hasta llegar a triplicarlo. Por lo que respecta a la radio y la televisión, han perdido cuotas de audiencia, pero de modo menos considerable". Marta-Lazo opina que la pandemia les afectó en positivo, "al lograr convertirse en una fuente de información y entretenimiento".

El epicentro de este terremoto se encuentra en las tecnologías de la información y la comunicación, que han renovado la forma de comportarse de los consumidores.

Internet, el medio que canaliza los principales impactos mediáticos, tanto desde el punto de vista informativo como de entretenimiento, "da respuesta al consumo basado en el ‘ya’ y el ‘ahora’; todo se encuentra a golpe de ‘clic’, en cualquier momento o lugar", destaca Elena Capapé, vicedecana del área de Comunicación de la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales de la Universidad San Jorge (USJ).

A ello se añade, apunta Marta-Lazo, que "los modos de consumo también han cambiado considerablemente en los últimos años por las posibilidades que permiten los soportes móviles, que cada vez adquieren más protagonismo por la potencialidad de acceso global a todo tipo de contenidos desde cualquier lugar, la rapidez en la descarga y las posibilidades de interacción entre los usuarios". Ya en 2014, el ‘smartphone’ superó al ordenador portátil como dispositivo de acceso a internet.

Como resultado, para Capapé se puede afirmar que "el ecosistema está virando hacia internet como principal canalizador mediático: prensa digital, radio ‘online’, ‘podcast’, revistas, cine, etc."

Internet es, desde 2021, según reflejan los datos del EGM, el medio que concentra mayor audiencia, y parte de la explicación reside precisamente en que "los usuarios lo utilizan, no solo para informarse, sino para trabajar, estar en contacto con seres queridos, jugar en línea, comprar, gestionar sus cuentas digitales, acceder a servicios de la administración, etc.", enumera Capapé. De este modo, internet se ha convertido en la herramienta que aglutina y da respuesta a las principales necesidades del público.

Las preferencias de los usuarios pueden rastrearse en el desglose que el EGM hace de cada medio: el sitio web que ha recibido más visitas únicas en el segundo trimestre del año ha sido Youtube, con casi 30 millones de visitantes. Facebook y Spotify le siguen en segundo y tercer puesto. A partir de la cuarta posición, en el ranquin se abren paso los periódicos digitales.

Pero, a pesar de que, según el Eurobarómetro publicado en julio, las plataformas ‘online’ de noticias, redes sociales y blogs se sitúan ya entre las fuentes elegidas para estar al día, no recogen mucha confianza de la ciudadanía. En Europa, y en España (45%), los medios audiovisuales de carácter público reinan como la forma más fiable de seguir la actualidad, también en su formato ‘online’. La prensa escrita también cuenta con mucha confianza entre la ciudadanía española, casi al mismo nivel que la televisión y la radio (44%).

Transformación digital

Al mismo tiempo, internet es también para los medios de comunicación "una vía y una herramienta más en la que apoyarse". La profesora de la USJ señala que "está posibilitando la transformación de los modelos y su digitalización"; esto genera "tanto oportunidades para la producción de nuevos formatos como la necesidad de reinvención y debilitamiento de otros".

La transformación digital ha llevado nuevos perfiles profesionales a las redacciones: diseñadores web, técnicos, analistas y científicos de datos, especialistas SEO o expertos en redes sociales y márquetin digital. Así, los datos de navegación de los lectores ayudan a los medios a conocer mejor sus gustos y necesidades, por lo que la oferta informativa se vuelve cada vez más personalizada.

En este contexto de transformación, es imperativo para los medios adaptarse a nuevos soportes y nuevos formatos. Los propios canales y soportes digitales permiten crear esos nuevos formatos de contenido que hacen que la comunicación se vuelva multimedia.

Para Carmen Marta-Lazo, "en la actualidad, asistimos a una retroalimentación entre medios, cada uno influye en el desarrollo y los avances de los otros". Pone como ejemplo que "los nacidos ya bajo el paraguas de internet se están alimentando de lo que tradicionalmente ha funcionado bien en los medios, como pueda ser el uso de sumarios o el reparto por secciones; al igual que los que han migrado sus contenidos a la red se están valiendo de formatos de éxito como el ‘podcast’ o las píldoras de vídeo". En su opinión, "la convivencia de unos y otros enriquece enormemente los avances y la búsqueda de innovación en estructuras narrativas, las convenciones estilísticas y las modalidades de interacción".

El caso del ‘podcast’ es un ejemplo de adaptación a los nuevos usos y consumos. Mientras "la radio en sentido clásico es poco demandada por los jóvenes, este formato cada vez tiene más éxito entre esta franja de público. Ha conseguido dar respuesta a las necesidades sociales: contenidos de breve duración en un mundo acostumbrado a la rapidez; posibilidades de descarga fácil para dar respuesta a la inmediatez; y temáticas de amplio alcance generalistas y especializadas, para todo tipo de públicos", indica.

Pero esta transformación digital no significa la desaparición brusca de los medios clásicos que, interpreta Marta-Lazo, "coexistirán en el tiempo mientras siga habiendo demanda por parte de los públicos con mayor edad que siguen acostumbrados a ese tipo de usos más tradicionales, por ejemplo, en papel". Además, "continuarán adaptándose a las nuevas demandas, con mutaciones en su evolución hacia los soportes digitales más innovadores". En esta dirección se enmarca "la búsqueda de nuevas fórmulas de suscripción en el caso de contenidos informativos, que están empezando a tener resultados, como sucedió en el caso del pago por visión de contenidos de ficción".

Una audiencia fragmentada

En el escenario actual, se está produciendo una clara segmentación de públicos, con una fragmentación por tipos de consumo. La catedrática de la Universidad de Zaragoza precisa que, "a medida que aumenta la edad, más se consume en soportes tradicionales: en papel en el caso de la prensa y en televisor en el de los contenidos audiovisuales, y mayor es el consumo de contenidos generalistas". Por su parte, las franjas de público más joven, siguen una tendencia inversa: "Los soportes más preciados son los dispositivos móviles, los contenidos especializados y que generen interacción en redes sociales". Y otra tendencia que se pone de manifiesto es que "las audiencias, acostumbradas a la descarga gratuita, son exigentes a la hora de pagar, lo cual hacen por contenidos exclusivos o de calidad, que les aporten un valor añadido".

Precisamente, la gratuidad en el consumo de productos periodísticos digitales ha sido una de las causas más determinantes del cambio del comportamiento del consumidor, unida a la posibilidad de acceso a contenidos a través de nuevos canales como los buscadores o las redes sociales. Como cifra global, de acuerdo con los datos de Kepios, los usuarios de las redes sociales casi se duplicaron de 2.300 millones en 2016 a 4.200 millones en 2021.

El nuevo modelo de negocio basado en contenidos bajo suscripción es el resultado de un cambio global en el sector, que busca un modelo que favorezca una mayor independencia y permita seguir apostando por la calidad.

Es la respuesta a la crisis que afrontan los modelos de negocio tradicionales de muchas instituciones mediáticas de todo el espectro. La pandemia ha acelerado el declive de la viabilidad económica de los medios de comunicación. El informe de referencia ‘Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios’ publicado este año por la Unesco recoge cómo "los medios de comunicación luchan por conseguir esos clics que suponen ingresos publicitarios, y muchos ven aún más reducido su espacio por la proliferación de nuevas voces en la red y por los algoritmos de los intermediarios digitales. El ecosistema digital ha desencadenado una avalancha de contenidos competidores y ha convertido a las grandes empresas de internet en los nuevos guardianes".

En el escenario actual, prosigue el informe, los ingresos publicitarios se han desplazado rápidamente de los medios de comunicación a las empresas de internet. Google y Facebook (la actual Meta) reciben aproximadamente la mitad de todo el gasto global en publicidad digital. Mientras tanto, según los datos de Zenith, en los últimos cinco años los ingresos publicitarios de los periódicos se han reducido a la mitad a escala mundial; si se analizan los últimos diez años, "la asombrosa cifra de pérdidas es de dos tercios".

El futuro del papel ha sido analizado en el ‘Informe sobre la industria de las publicaciones periódicas’, un trabajo que analiza la situación actual, tendencias, impacto social y económico en España en el contexto europeo en el que han participado 28 investigadores, especialistas en el estudio del mercado periodístico, pertenecientes a las universidades de La Coruña, Santiago de Compostela, Vigo, Carlos III de Madrid, Jaume I, Autónoma de Barcelona, Málaga, País Vasco y Castilla La Mancha; bajo la coordinación de Valentín Alejandro Martínez Fernández (UDC), Francisco Campos Freire (USC) y Óscar Juanate y Boga (UDC).

El estudio concluye que las ediciones en papel no están heridas de muerte y podrán sobrevivir en la sociedad digital, siempre y cuando se adopten las actuaciones necesarias para facilitar su adaptación al nuevo comportamiento del consumidor de productos informativos y de entretenimiento.

"Quizá no quepa hablar de diarios y revistas con la visión que ahora tenemos; parecería más apropiado referirse a los contenidos, pues estos serán los que realmente sostengan y animen la transformación del modelo actual de las empresas periodísticas", aseguran. De forma tajante, "el contenido es lo que importa. En la manera de hacerlo para llegar a sus demandantes, tanto en lo referido al formato como al soporte, es donde estriba el reto".

Entendiéndolo así, cambiar la cultura de la gratuidad en el consumo de contenidos no se ve como un imposible. El éxito de los modelos de negocio de nuevas plataformas de pago para el consumo de productos musicales y audiovisuales les lleva a pensar que el público sí está dispuesto a pagar, siempre y cuando los contenidos que se le ofrezcan capten su interés. A nivel mundial, "los sistemas de pago digital empiezan a destacar, combinados con las ediciones en papel y la protección de la circulación, para no deteriorar los ingresos de publicidad".

Desde su punto de vista, el futuro de la edición en papel pasa por la hibridación de los productos informativos y de entretenimiento editados en papel con aquellos dirigidos y canalizados a través del ámbito digital. Hasta el punto de que "si actualmente las ediciones en papel soportan a las digitales, en un futuro no muy lejano estas últimas serán las que mantengan a las primeras, en una clara complementariedad donde el papel desempeñará un claro rol de generador de valor añadido".

La desinformación es señalada en este estudio como "un importante talón de Aquiles de la red digital, con el consabido impacto negativo en las sociedades democráticas".

Desinformación a gran escala

Para valorar el alcance de esta amenaza, pensemos, por ejemplo, que en septiembre de 2020 circulaba en Twitter más de un millón de mensajes con información inexacta, poco fiable o engañosa relacionada con la pandemia. Desde el inicio de la pandemia hasta agosto de 2021, Meta eliminó más de 20 millones de mensajes en Facebook e Instagram que daban publicidad a información errónea relacionada con la covid-19. Según el Eurobarómetro publicado en julio, un 61% de la población europea cree haber estado expuesta alguna vez a noticias que no se ajustaban a la realidad. En España, este porcentaje sube hasta el 79%, 18 puntos por encima del dato europeo.

A Carmen Marta-Lazo le alarma ver cómo las redes sociales "contienen un tráfico muy elevado de información falsa, sin contraste ni rigor informativo. Hasta su nacimiento, la elaboración de información solo recaía en los periodistas, cuyos criterios de selección y fundamentación de las noticias son profesionales. La apertura a todos los públicos a la posibilidad de crear contenidos hace que se haya desvirtuado".

Ante este panorama, y "teniendo en cuenta las derivaciones que puede tener la gran cantidad de contaminación informativa y los sesgos que transmiten las redes sociales", la investigadora de Unizar considera que es necesario alfabetizar mediáticamente a la ciudadanía "para que sepan discernir entre lo que es verdadero, lo que está tergiversado y lo que es falso".

El peligro no es menor. "La capacidad de generar desinformación a gran escala y atentar contra los hechos establecidos científicamente es un riesgo existencial para la humanidad", observó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en su informe ‘Nuestra Agenda Común’. "Al tiempo que defendemos a capa y espada el derecho a la libertad de expresión en todo el mundo, debemos alentar también a las sociedades a que lleguen a un consenso con base empírica sobre el bien común que constituyen los hechos, la ciencia y el conocimiento".

Con la pandemia, cuando el acceso a una información de calidad se convirtió literalmente en vital, hemos comprobado hasta qué punto nuestras sociedades necesitan periodistas y profesionales de los medios de comunicación que informen a los ciudadanos en un mundo cada vez más complejo. No obstante, según refleja la Unesco en su informe ‘Tendencias mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios’, "la pandemia también ha puesto en evidencia –y con frecuencia ha agravado– las amenazas que pesan sobre los medios de comunicación, desde la fragilidad financiera a los ataques a la libertad de prensa".

Fundamentado en un análisis basado en datos, el informe de la Unesco concluye que en el mundo "el periodismo independiente –aquel que privilegia el interés público por encima de las agendas políticas, comerciales o de facciones– está en peligro. La rápida erosión de los modelos empresariales en los que se basaba la sostenibilidad de los medios de comunicación ha agravado una crisis que afecta a la libertad y la seguridad de los periodistas en todo el mundo. La respuesta mundial que se dé a estos retos en el próximo decenio será decisiva para la supervivencia de una esfera pública democrática".

La existencia de unos medios de comunicación libres, plurales e independientes sigue siendo tan relevante como siempre. Por ello, la Declaración de Windhoek+30 de 2021 sobre la información como bien común (adoptada este año en el Día Mundial de la Libertad de Prensa para, ante los desafíos actuales, reafirmar los principios de la Declaración de Windhoek de hace treinta años, en la que las Naciones Unidas se comprometieron a impulsar unos medios de comunicación libres, plurales e independientes) reconoce "la necesidad urgente de abordar tanto la viabilidad económica de los medios de comunicación –cuya sostenibilidad se ve sometida a grandes tensiones– como la transparencia de las empresas de internet en cuanto al modo en que tratan el contenido que ofrecen".

En un contexto complejo y pleno de desafíos, la información se confirma como un bien común global, es decir, al alcance de todos, siempre que el periodismo refuerce su papel esencial en las sociedades democráticas, alcanzando la viabilidad y logrando conectar con las nuevas generaciones.

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En quién confiamos para informarnos

Si se afina el tiro y se le pregunta a la gente cómo se informa, encontramos que la televisión es el principal canal para mantenerse al día para el 76% de la ciudadanía en España. Así lo refleja la ‘Encuesta sobre medios de comunicación y noticias 2022’ realizada por Ipsos para el Parlamento Europeo. A mucha distancia, la radio ocupa el segundo lugar (36%), seguida muy de cerca por las plataformas de noticias ‘online’ (35%) y las redes sociales y blogs (31%). La prensa escrita es elegida por un 20%.

Aunque crece el uso de las redes sociales para seguir la actualidad, sigue siendo un canal que se usa mayoritariamente para el entretenimiento (el 54% declara que las usa para chatear con sus amigos y familiares, un 48% para ver contenido en foto y vídeo y un 40% para enterarse de lo que están haciendo sus conocidos).

Este Eurobarómetro bucea también en un tema clave: la confianza. La forma considerada más fiable de seguir la actualidad es a través de los medios audiovisuales de carácter público (45%), también en su formato ‘online’, y a través de la prensa escrita, impresa y digital, casi a la par de la televisión y la radio con un 44%.

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