Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Las láminas de oro que decoran los palacios de la Alhambra se tiñen de púrpura por corrosión

La corrosión electroquímica convierte espontáneamente el oro que decora las yeserías de la Alhambra en nanoesferas que le otorgan un color morado.

Las láminas de oro que decoran algunos palacios de la Alhambra está adquiriendo tonalidades moradas a causa de la corrosión.
Las láminas de oro que decoran algunos palacios de la Alhambra está adquiriendo tonalidades moradas a causa de la corrosión.
Carolina Cardell e Isabel Guerra

Un estudio de dos investigadoras de la Universidad de Granada (UGR) ha desvelado que la corrosión electroquímica produce el surgimiento de nanopartículas esféricas en las yeserías de los palacios de la Alhambra, confiriéndoles un color púrpura en algunas partes. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista 'Science Advances'.

Carolina Cardell, del departamento de Mineralogía y Petrología de la UGR y primera autora del estudio, explica que observaron “una tonalidad púrpura desigual en la superficie de determinadas zonas de las yeserías y mocárabes de algunos palacios de la Alhambra, como los de Comares y de los Leones. Esto se daba siempre en áreas con restos de dorado muy alterado y en zonas semi expuestas a la intemperie y húmedas”.

El oro es químicamente inerte, de modo que puede tolerar la decoloración y la corrosión, pero bajo determinadas situaciones puede alterarse. El caso de estudio es un buen ejemplo, ya que las láminas de oro aplicadas sobre las hojas de estaño utilizadas para dorar la Alhambra han propiciado la aparición del color morado por exposición a unas condiciones ambientales adecuadas, señalan las autoras.

Corrosión electroquímica

Mediante la observación con microscopios electrónicos de alta resolución y análisis químicos en las yeserías, Cardell e Isabel Guerra, coautora del estudio, identificaron la manera en que un patrón insólito de corrosión corrompía la superficie dorada del complejo palaciego granadino.

Específicamente, el proceso electroquímico de corrosión galvánica ha dañado el estaño mientras que la corrosión por aireación diferencial ha alterado el oro por estar ambos metales unidos de forma imperfecta (con huecos o fisuras) a lo largo del tiempo en un entorno húmedo y rico en cloruro.

“La degradación de este dorado dio lugar con el tiempo a una estructura en sándwich, donde se produjo primero la corrosión galvánica de la hoja de estaño. Después, por imperfecciones en la lámina de oro que cubre dicha hoja, los productos corrosivos del estaño lograron depositarse encima de la lámina como islas y el oro empezó a disolverse. Finalmente, el oro precipitó en forma de nanopartículas”, explica Cardell.

Todo ello ha acabado por desencadenar el deterioro de la decoración de las yeserías de algunos palacios de la Alhambra, ya que la adhesión y el contacto entre diferentes metales, además del ancho y la porosidad de las láminas, influyen en la interacción entre los materiales.

Además, “el tamaño de las nanoesferas es decisivo en el color resultante, que puede ser rojizo, azulado, purpura o marrón, y resulta de un fenómeno denominado Resonancia de Plasmón Superficial Localizada” concreta la investigadora de la UGR. Este fenómeno está relacionado con la longitud de onda del espectro visible que absorbe la superficie del oro y la que refleja. Así, conforme las nanoesferas aumentan su tamaño, la luz reflejada en estas cambiará y mostrará desde tonos rojos a azules pálidos o morados cuando cuentan con un diámetro de 70 nanómetros.

Más allá del emblema de Granada

“La presencia de tonalidades moradas seguramente también se da en la superficie de otras obras de arte, pero pasa inadvertida por la falta de una capa blanca en superficies que actúe como ‘papel revelador’. Eso sí que sucede en las yeserías de la Alhambra, que fueron tapadas por yeso durante intervenciones del siglo XIX para ocultar la degradación del dorado”, comenta Cardell.

Si bien los hallazgos del experimento se centran en dorados del emblema de Granada, también podrían ayudar a mejorar los esfuerzos de conservación del patrimonio de otras obras de arte que contengan ornamentos de oro. “Es de esperar que estos resultados ayuden a los expertos en antiguos objetos dorados con la información relevante sobre los procesos de corrosión y los materiales y métodos de intervención, así como prevenir estos casos”, zanjan Cardell y Guerra.

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