El asno de pura raza andaluza se resiste a su extinción

Un sevillano, perteneciente a la Asociación del Asno de Pura Raza Andaluza, realiza el Camino de Santiago en burro para defender al asno de pura raza andaluza.

El presidente de la asociación de Asno de Pura Raza Andaluza, Álvaro Jiménez junto al asno Ventero
El presidente de la asociación de Asno de Pura Raza Andaluza, Álvaro Jiménez junto al asno Ventero
EP

Noble, inteligente, fuerte, obediente, de gran alzada, es tan dócil que cada día es más requerido para terapias de diversa índole y es el único équido que sabe defenderse de los lobos, pese a lo cual el asno de pura raza andaluza está al borde de la extinción y, para llamar la atención sobre su situación, seis ejemplares han hecho esta semana parte del Camino de Santiago.

Aguileña, Cuquillo, Mora, Chavela, Ventero y Bella son los seis asnos de Las Pajanosas (Sevilla) que han sido seleccionados por la Asociación por el Asno de Pura Raza Andaluza (Asnopra) para cubrir el tramo del camino de Santiago desde Ponferrada (León), 220 kilómetros que han cubierto en diez etapas en las que se han ganado la simpatía de los peregrinos.

Mientras alguna peregrina al borde del desfallecimiento ha podido recorrer un buen trecho a lomos de asno, los burros sevillanos también han servido de entretenimiento a los niños que han ido encontrando y, antes de su entrada en la Plaza del Obradoiro, a primera hora de la mañana -hora reservada a los équidos-, en las paradas de Palas de Rey y Sarria (Lugo) los miembros de Asnopra han dictado sendas conferencias sobre las virtudes del asno andaluz de pura raza.

En esas conferencias se ha explicado que el burro tiene una capacidad de recuperación mucho mayor que la del caballo, aunque necesita comer mucho menos -de hecho puede alimentarse durante semanas de pasto seco- y es el équido más inteligente, por más que la tradición haya confundido esa inteligencia con "tozudez".

Una burra y su cría, durante el trayecto.
Una burra y su cría, durante el trayecto.
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Álvaro Jiménez, odontólogo, y Enrique García, hostelero, son dos de los promotores de Asnopra, entidad que representa a unos 70 propietarios y criadores que poseen algo más de 600 asnos y han mostrado su preocupación por que en la actualidad estén registrados solo 645 ejemplares de pura raza andaluza, cuando en los años setenta se contaban en varias decenas de miles.

Jiménez y García, que mantienen a algunos de sus ejemplares en Las Pajanosas, localidad que luce en su entrada principal una escultura de gran tamaño un arriero con su asno, han recordado que se considera a una especie en grave peligro de extinción cuando cuenta con menos de mil hembras reproductoras.

También han dicho que la supervivencia del asno andaluz tiene que superar grandes obstáculos, como su dispersión geográfica por regiones tan extensas como Andalucía y Extremadura y evitar la consanguinidad entre los pocos ejemplares que van quedando.

Cada vez hay menos veterinarios especializados en asnos y existe un evidente déficit de investigación en cuestiones que resultan acuciantes como la inseminación artificial, ya que las fórmulas empleadas para la reproducción de caballos no son eficaces con los asnos, han lamentado tanto Jiménez como García.

Ambos aseguran que esos inconvenientes se solucionarán con el solo conocimiento por parte de la ciudadanía de las virtudes del asno de pura raza andaluza, y han destacado la curiosidad de que sea desde países de Europa central y del norte desde donde se efectúan más peticiones de compra de burros andaluces, para destinarlos principalmente a terapias psicológicas y educativas.

Álvaro Jiménez junto a uno de sus asnos durante su viaje por el Camino de Santiago.
Álvaro Jiménez junto a uno de sus asnos durante su viaje por el Camino de Santiago.
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Pero esa demanda, señalan Jiménez y García, no se puede atender por falta de ejemplares, ya que los criadores andaluces necesitan sus propios ejemplares para que la raza no se extinga, además de que son animales que precisan de un año de gestación y solo tienen un ejemplar por parto, a lo que hay que sumar que para cruzarlos y evitar la consanguinidad han de trasladarlos de un extremo a otro de Andalucía.

El asno desapareció antes de la campiña andaluza, donde la mecanización se extendió sin obstáculos, que de las sierras, que son su último refugio y, también, curiosamente, la mayor parte de los miembros de Asnopra son ajenos a las labores agrarias y ganaderas y son profesores, hosteleros, jardineros o comerciantes que en su infancia tuvieron contacto con algún ejemplar de este tipo de asnos y ahora no se resignan a su extinción.

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