El tenso reencuentro entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en Bidart revoluciona el verano

La hermana mediana del Rey ha dejado claro que a ella podrán quitarle el marido, pero no el lugar donde cada agosto acostumbra a poner la tumbona.

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.
H. A.

Dicen que el asesino tiende a volver al lugar del crimen. ¿Ocurre lo mismo con la exmujer despechada? No existen teorías al respecto, pero lo cierto es que la infanta Cristina se ha plantado, con un par de chanclas, en el escenario donde su marido perpetró la infidelidad que ha dado al traste con su matrimonio. El paseo marítimo de la localidad vascofrancesa de Bidart, muy cerca de la playa donde Iñaki Urdangarin fue fotografiado de la mano de Ainhoa Armentia para sorpresa y escándalo de todos, ha sido testigo estos días del sombrío y tenso encuentro entre Cristina e Iñaki.

Las reveladoras imágenes las publica esta semana en exclusiva la revista '¡Hola!'. Y contrastan con otras, también muy recientes, en las que el exjugador de balonmano intercambia carantoñas con su nuevo amor sobre un arenal nudista de la misma zona. Se desconoce si la aparición de la infanta fue por sorpresa e incluso si en ella medió premeditación y un pelín de alevosía (la venganza es un plato que se sirve frío), pero la cosa es que a su todavía marido la coincidencia no le provocó un gran entusiasmo.

Serio y cabizbajo, da la sensación de que Iñaki soporta un sermón postconyugal con gesto contenido, mientras tres de sus hijos (Pablo, Miguel e Irene), mucho más espontáneos y alegres, se deshacen en abrazos y atenciones hacia su madre. El mayor, Juan, no estaba presente porque hace meses que se fue de voluntario a la India (por lo visto, no encontró nada más lejos).

Bidart es el lugar de veraneo habitual de los Urdangarin y su playa ha sido testigo de muchos momentos felices durante una época, no tan lejana, en la que Cristina e Iñaki pasaban por ser una de las parejas más sólidas del panorama nacional. "Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida", cantaba Mercedes Sosa. Pero parece que el regreso de la infanta Cristina, con un chalé en la zona, obedece a razones más prosaicas.

Muy casual

Vestida muy casual: con un pantalón pirata color teja, una ligera blusa blanca, sandalias tipo chancla y un enorme bolso de tela de rayas; la rubia melena semirrecogida con una pinza y gafas de sol a las que llegó a mordisquear la patilla, la hermana mediana del Rey no le dedicó ni media sonrisa al hombre con el que se casó enamoradísima en la Barcelona postolímpica de 1997 y del que, casi 25 años después, está a punto de divorciarse.

Por él (ella, que nació hija de Rey), ha tocado el cielo y descendido a los infiernos: se ha sentado en un banquillo, ha soportado duros interrogatorios (repitiendo que nada sabía ni le constaba), se ha peleado con su familia, le ha disculpado deslices y ha conocido lo que es tener un vis a vis en la cárcel. Pero como diría el añorado Manuel Alcántara: "¿Y tó pa qué? Tó pa ná". Para verlo finalmente en todas las portadas dándose el lote con otra mujer. Semejante desenlace no lo supera ni el guionista de una serie turca.

De qué hablaron, qué se dijeron Cristina e Iñaki durante su breve encuentro en Bidart el pasado 4 de agosto es algo que nunca conoceremos, a menos que hubiera por allí algún discípulo de Villarejo. Sí se sabe que dos días después Urdangarin abandonaba la zona. Quienes alberguen la esperanza de una reconciliación entre ellos, de momento pueden esperar sentados. Las últimas fotografías de Iñaki con Ainhoa Armentia demuestran que siguen muy acaramelados. Por su parte Cristina, toda una infanta de España, ya ha dejado claro que a ella podrán quitarle el marido, pero no el lugar donde cada agosto acostumbra a poner la tumbona.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión