El 60% de los españoles no binarios oculta su identidad de género por miedo

Tienden al aislamiento social y a la soledad para evitar las discriminaciones y vejaciones vividas en el día a día por una gran mayoría. Reclaman políticas que les visibilicen, campañas de sensibilización y debatir si el sexo en el registro debe suprimirse o si es mejor incluir una tercera casilla.

Bandera no binaria, en una imagen de archivo
Bandera no binaria, en una imagen de archivo
iStock

El primer estudio realizado en España sobre las condiciones de vida de las personas no binarias, quienes no se identifican ni como hombres ni como mujeres y sienten que no encajan en las tradicionales categorías de género, indica que la mayoría no se atreve a salir de su armario.

El 60% oculta su condición por sistema y prácticamente en todas las facetas de su vida y hasta el 97%, todos, enmascaran o silencian su auténtica identidad de género en al menos un ámbito vital. Lo hacen con mayor frecuencia en el sanitario, donde hasta el 55% ha llegado a ignorar o suspender citas para evitar problemas o confesiones, pero entre seis y siete de cada diez también llevan puesta la máscara en el trabajo, en la escuela o con la familia o simplemente huyen de gestiones administrativas, lugares públicos y parientes para evitar desplantes.

El trabajo de los investigadores Isabel López y Gorka Tobalina, impulsado por el Ministerio de Igualdad, describe a un colectivo invisible o invisibilizado, según se mire, que enmascara y oculta en su día a día su condición sexual como medio de defensa contra el miedo al rechazo social (administrativo, escolar, laboral y familiar) y a las incomprensiones, vejaciones y actos de odio que han sufrido en su mayoría. Las dificultades son habituales en el mundo oficial y burocrático, el 65% ha sido discriminado al acceder a espacios públicos y hasta el 80% ha sufrido esta incomprensión o vejaciones en actividades y relaciones familiares.

Colectivo muy diverso

Este alto grado de vulnerabilidad les lleva a dejar de acceder a espacios o servicios públicos -el 16% se olvida incluso de la policía-, a caer en el aislamiento social y la soledad -el 25% evita conocer gente, el 19% no va a eventos familiares y el 12% huye de actividades de ocio- y a un día a día vivido con angustia. En definitiva, la mayoría prioriza su seguridad personal y social al desarrollo libre de su personalidad. Donde más sufren es en el mundo laboral, por miedo a ser descubiertos y despedidos y tener que volver a un hogar familiar hostil.

Ambos expertos insisten en que de su exploración no se pueden sacar conclusiones generales, porque no está realizada con criterios demoscópicos, pero lo cierto es que sí da muchas pistas. La etiqueta no binaria es un paraguas bajo el que más allá de la ruptura con las categoriales sexuales tradicionales se agrupan españoles muy diversos. Buena parte de ellos, como indica la propia muestra del trabajo, son bisexuales en su orientación sexual (48%), pero también hay un 16% de homosexuales y sobre un 10% de asexuales y de pansexuales. El colectivo mayoritario es el de los transexuales, pero no el único, y abundan quienes en su nacimiento fueron etiquetadas como mujeres (75%). Lo que sí está claro es que son todos jóvenes. El 95%, menores de 35 años, lo que es coherente con una etiqueta de reciente creación y que ha comenzado a visibilizarse en la última década.

Burocracia e intimidad

Las reclamaciones del colectivo para salir de su ostracismo son diversas, pero una de las principales es la petición a los poderes públicos de políticas y campañas que les den visibilidad y que informen y sensibilicen a la sociedad, a las administraciones, a los profesionales y a las familias para abordar con normalidad y respeto su identidad sexual. También piden formación para quienes trabajan en los servicios públicos y recursos para los agentes que ya están concienciados y les ayudan a mejorar su situación.

El otro bloque de peticiones se resume en la necesidad de abrir un debate sobre la vigencia del apartado del sexo en los documentos oficiales y en los trámites administrativos. Las posturas y propuestas están muy divididas, porque todas tienen pros y contras, pero tienen claro que no puede seguir igual, pues es justo este dato una de las principales fuentes de problemas, discriminación e incluso invasión de la intimidad.

Sobre la solución para el Registro Civil o el DNI valoran la posibilidad de suprimir el dato del sexo del ciudadano o, en su defecto, de abrir una tercera casilla para los no binarios. Sobre los documentos oficiales, a las posibilidades anteriores suman también la opción, por ejemplo, de que sea lícito que la casilla sobre el sexo se pueda dejar en blanco.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión