La invasión de los platillos volantes

Aterrizaron en la prensa de Estados Unidos hace 75 años. Nadie supo qué podían ser hasta que en 1950 un exmarine apuntó a los extraterrestres.

Imagen de archivo.
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Pixabay

El 24 de junio de 1947 el vendedor de equipos de extinción de incendios Kenneth Arnold pilotaba su avioneta cerca del monte Rainier, en el estado de Washington, cuando vio algo raro en el cielo que le recordó a un platillo volador. Así empieza un fenómeno que lo invadió todo. Aquel verano se ven a millares por Estados Unidos. "Nueve de cada diez estadounidenses han oído hablar de ellos", destacaba el estadístico George Gallup en agosto de ese mismo año, al analizar el primer sondeo de opinión sobre supuestos avistamientos de platillos volantes.

Un tercio de los encuestados no tenía ni idea de lo que podían ser esos objetos; otro tercio se inclinaba por ilusiones ópticas y la imaginación; un 15% pensaba en armas secretas de su país; uno de cada diez, fraudes; y solo el 1% temía que fueran armas soviéticas. Ni mención a los extraterrestres, aunque estos llevaban sobrevolando el imaginario colectivo más de un siglo.

Agosto de 1835. El gran engaño de la Luna

El diario neoyorquino 'The Sun' cuenta entre el 25 y el 31 de agosto de 1835 que el astrónomo John Herschel ha descubierto vida en la Luna. Gracias a un nuevo telescopio, ha visto en el satélite mares, ríos y valles poblados por bisontes, unicornios, castores bípedos... Las ventas de 'The Sun' se disparan, y sus competidores no dudan en reproducir la historia tal cual. Todo ha sido un invento del periodista Richard Adams Locke. Un fraude que el diario solo admite 36 años después, en el obituario del reportero.

1877-1965. Los canales de Marte

El astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli ve en 1877 una red de canales en Marte. Para él, son cursos de agua naturales. "No es preciso suponer aquí la obra de seres inteligentes", escribe en 1893. Sin embargo, su colega estadounidense Percival Lowell piensa que se trata de una obra de ingeniería planetaria. En plena fiebre de los canales, los marcianos protagonizan la primera invasión alienígena en 'La guerra de los mundos', novela de H.G. Wells publicada en 1897. Y, en la década de 1950, los ufólogos apuntan a Marte como el origen de los platillos. Sin embargo, cuando en 1965 la sonda Mariner 4 de la NASA sobrevuela el planeta, no ve ni bases alienígenas ni canales.

Agosto de 1924. A la escucha de los marcianos

Los operadores de radio del Departamento de Guerra de EE. UU. participan el 23 y 24 de agosto de 1924 en una escucha de presuntos mensajes marcianos. La impulsa David Todd, astrónomo de la Universidad de Amherst, en coincidencia con unos días en que la Tierra y Marte están muy cerca. Es un fracaso. Nuestros vecinos no dan señales de vida.

Octubre de 1938. Marte ataca la Tierra

Decenas de miles de estadounidenses viven el 30 de octubre de 1938 un ataque marciano, durante la emisión de una versión radiofónica de 'La guerra de los mundos' escenificada por Orson Welles. La sesión de radioteatro, que ha sido anunciada como tal, confunde a los oyentes de la CBS que conectan tarde y a aquellos a los que no se les ocurrió comprobar qué cuentan otras emisoras. Hay quienes ven las llamas del campo de la batalla, huelen el gas y oyen los disparos. Welles demuestra que, alentada por los medios, la gente puede ver cosas que no están ahí.

24 de junio de 1947. Llegan los platillos volantes

Cuando Kenneth Arnold cuenta a periodistas del 'East Oregonian' su avistamiento, les habla de objetos con forma de bumerán que "volaban erráticos, como un platillo si lo lanzas sobre el agua". La historia acaba en primera página: un hombre de negocios ha visto "nueve aeronaves con forma de platillo que volaban en formación, muy brillantes -como si fueran de níquel-, y a inmensa velocidad". No se sabe quién confunde el modo de vuelo con la forma de los objetos, pero la agencia AP difunde así la noticia a todo el mundo. A partir de ese verano se suceden las visiones de platillos, y no de bumeranes

El Pentágono teme que sean ingenios enemigos, algo que descarta en 1953. Y hasta hay quien apunta que son inventos de sabios nazis refugiados en la España franquista. Por cierto, los expertos que han estudiado el caso de Arnold creen que vio una bandada de pelícanos.

1950. Son naves extraterrestres

Los principios del credo ovni los establece en 1950 Donald Keyhoe, exaviador de los marines y autor de relatos de aventuras y de ciencia ficción. En su libro 'The flying saucers are real' (Los platillos volantes son reales), concluye después de ocho meses de "investigación intensiva"que seres de otros planetas observan la Tierra desde hace "al menos dos siglos"; que esa vigilancia se ha intensificado tras las explosiones de bombas atómicas de 1945; y que el Gobierno estadounidense lo sabe y se lo oculta a la población. Un reportaje en la revista 'True' y el medio millón de ejemplares del libro que se venden ponen a los extraterrestres a los mandos de los platillos. Nadie ha visto a un tripulante de una de esas naves cuando en septiembre de 1951 el extraterrestre interpretado por Michael Rennie aterriza en Washington y advierte a la Humanidad de que deje de usar armas nucleares o se enfrentará a la ira de la Confederación Galáctica.

Un año después, ya en el mundo real, George Adamski, un cocinero de una hamburguesería, se encuentra en el desierto de California con Orthon, un atractivo venusiano que le transmite su preocupación por nuestras armas nucleares. Aunque Adamski y sus imitadores serán repudiados por la ufología más sería, con Orthon los extraterrestres están ya aquí, y en las siguientes décadas se encontrarán con más humanos, secuestrarán a otros y hasta participarán en magnicidios.

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