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Adiós, mascarilla; hola, nueva cara: el 'boom' de los tratamientos estéticos al amparo de los tapabocas

La retirada total de este accesorio revela en algunos casos un aspecto definido por discretas visitas al cirujano, al esteticista, al odontólogo o a la tienda de cosméticos.

Tratamientos estéticos de Boclinic posmascarilla.
La mascarilla se ha aprovechado para tapar defectos y también, para corregirlos.

Llega el buen tiempo (es un decir) y quedan atrás abrigos, gabanes, bufandas y demás prendas invernales. En su cálido abrazo hemos escondido kilos de más, imperfecciones corporales más o menos reales y algún que otro complejo que ahora, con la subida de las temperaturas, van a quedar expuestos a la vista de todos. Y para mayor estrés de algunos, ya ni siquiera queda lo de escudarse detrás de la mascarilla, ese complemento necesario pero incómodo y molesto que nos deja ahora desprotegidos frente a las miradas extrañas.

Los psicólogos ya avisan de la dificultad y el rechazo de muchos jóvenes y adolescentes (y no tan jóvenes ni adolescentes) a ir por la vida a cara descubierta, pero la retirada del tapabocas también puede revelar en algunos casos un panorama estético definido por discretas visitas al cirujano, al esteticista, al odontólogo o a la tienda de cosméticos.

Porque si algo han notado las clínicas de estética en los últimos tiempos es el gran interés por los cuidados faciales y corporales, tanto para contrarrestar en la medida de lo posible los estragos del confinamiento como para corregir los efectos adversos del continuado roce de la mascarilla en la piel. Y es que desde que el coronavirus irrumpió en nuestras vidas y nos obligó a estar más tiempo en casa y a cesar o reducir la vida social, mucha gente puso el punto de mira sobre sí misma y aumentó el nivel de exigencia respecto a la imagen que le devolvía el espejo.

“Nunca antes había hecho tantas operaciones para levantar los párpados”, admite la doctora Sonia Peña, especialista el cirugía plástica y reparadora de la clínica San Clemente, en Zaragoza. El próximo mes de mayo tiene programadas cinco blefaroplastias, que es como se denomina a este tipo de cirugía que repara los párpados caídos que dan un aspecto envejecido al rostro. "En los tiempos prepandemia, había meses que no realizaba ni una; otros hacía dos, como mucho. Ahora, tanto hombres como mujeres demandan cada vez más esta técnica quirúrgica. Las mascarillas escondían gran parte de la cara, dando todo el protagonismo al tercio superior del rostro. De ahí que, como los ojos eran lo único que se veía, han sido muchos los pacientes que han querido embellecer esa parte del cuerpo", señala.

“Todos tratamos de dar nuestra mejor versión”, explica Sonia Peña. Y eso pasa, a veces, por cambiar o mejorar alguna zona de nuestra anatomía para así sentirnos mejor con nosotros mismos. “Durante el confinamiento me encontré con muchísimos pacientes que aprovecharon para hacerse arreglos, incluso implantes mamarios”, asegura la doctora. Gracias al teletrabajo, el postoperatorio era mucho más discreto y relajado, y aunque hubiera contacto visual con otras personas a través de videoconferencias o clases ‘online’, “unas gafas grandes o un jersey amplio podían disimular perfectamente las evidencias de los recientes retoques”, añade.

"Muchas personas tienen miedo a que, al volver a mostrar libremente la cara, se les note de golpe el envejecimiento" 

Tampoco hay que olvidar que, aunque hayamos pasado dos años con la cara tapada, la piel ha seguido envejeciendo por debajo de las mascarillas. “Ahora, muchas personas tienen el temor a que, al volver a enseñar libremente la cara, se les note de golpe ese paso del tiempo, en vez de haber mostrado ese proceso de manera paulatina a lo largo de estos años, que en el día a día casi ni se nota”, indica la doctora. También hay mujeres que se acercan ya a la menopausia y dicen “no reconocerse”. “Los cambios hormonales también cambian el cuerpo: crecen las mamas, cae la producción de colágeno en la piel, se engorda… el envejecimiento llega de golpe, y muchas pacientes quieren arreglar, o mejorar, eso”, explica esta especialista.

Por ello, en su consulta ha realizado muchos tratamientos no invasivos como inyecciones de bótox o rellenos con ácido hialurónico, cuyos efectos secundarios iniciales (moratones, inflamación, rigidez) se podían disimular por debajo de los cubrebocas. Aunque el uso continuado de los mismos fuera, en muchos casos, el causante de eccemas o brotes de acné (el llamado 'maskné), y las terapias para hacerles frente también han sido muy solicitadas en estos centros de estética. La piel sufría por falta de oxigenación, y además el propio vapor generado por la respiración debajo de la mascarilla creaba una suerte de caldo de cultivo para la aparición de granos y otros problemas cutáneos.

El auge de los productos cosméticos

Aunque no solo de tratamientos estéticos profesionales vive la piel. “La cosmética es un sector muy social y acoge con grandes expectativas la retirada total de las mascarillas”, explican desde Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. “La cosmética es arreglarse, cuidarse, y en los últimos tiempos hemos venido observando una tendencia a cada vez querer mostrar más la sonrisa”, aseguran. Algo que agradecerá la industria cosmética, porque los productos más afectados por la pandemia fueron los labiales, el maquillaje facial y los de cuidado de la piel. Por ejemplo, en 2020 las ventas de barras de labios cayeron un 55% (hasta los 88 millones de euros, frente a los 160 millones en 2019), y en 2021 aún se mantuvieron un 47% por debajo de lo habitual antes de la crisis sanitaria. Por su parte, los productos de maquillaje pasaron de facturar 310 millones de euros en 2019 a 210 millones el año pasado. “Ahora, con la llegada del buen tiempo, y la retirada de las mascarillas, la gente tiende a arreglarse más, lo que trae consigo tendencias como el uso de productos de maquillaje más sofisticados o divertidos”, indican desde Stanpa.

La asociación ya observó un repunte “espectacular” de ventas de perfume cuando se quitó la obligación de llevar mascarilla en exteriores, con un incremento de ventas del 33% en artículos de lujo y del 26% en la categoría general, rozando los 80 millones de unidades vendidas en 2021. Ahora, las expectativas están puestas en el maquillaje (principalmente en los labios), el cuidado de la piel y la protección solar.

¿Y por qué principalmente en los labios? Decía Leonard Lauder, presidente de la marca de cosméticos de lujo Estée Lauder, que cuando se disparan las ventas de pintalabios de color rojo, se aproximaba una crisis económica. Y muchas teorías le han dado la razón. No es casualidad que en épocas de recesión el consumo de productos del sector cosmética incremente, a contracorriente de la inercia mundial, y el conocido como The Lipstick Effect (Teoría del Pintalabios Rojo, en español), explica su porqué.

En épocas de incertidumbre, las mujeres tienden a comprar productos que les hagan sentirse más atractivas y seguras

Siempre según este estudio, durante las crisis nos permitimos un producto de alta gama asequible para afrontar la recesión. En épocas de dificultad e incertidumbre, las mujeres tienen un mayor deseo de comprar productos que les hagan sentir más atractivas y seguras, y el pintalabios rojo es, tanto por el precio como por su versatilidad (se puede utilizar tanto de colorete como de sombra de ojos), el producto más idóneo.

Y como los actuales datos económicos, con el IPC desbocado y la guerra de Ucrania desestabilizando los mercados, no llaman al optimismo, un toque de color, a juicio de los expertos "levanta el ánimo o, por lo menos, puede hacer que los problemas sean más llevaderos".

Quienes dicen no haber notado un gran aumento de pacientes son los odontólogos aragoneses, que aseguran no haber realizado más intervenciones estéticas de las normales desde que se desató la pandemia. Más allá del 'boom' de hace pocos años de los alineadores invisibles que corregían las desviaciones de los dientes, desde el Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Aragón indican que no han hecho más blanqueamientos o tratamientos de ortodoncia de los habituales.

En cualquier caso, con las mascarillas ya casi en el olvido (aunque todavía sean obligatorias en ciertas situaciones y haya muchos que no se fían lo suficiente como para no llevarlas), lo cierto es que la llegada del buen tiempo (es un decir, insistimos) es un aliciente más para encarar la temporada con una buena sonrisa y un aspecto, al menos el de algunos, renovado.

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