gastronomía

El aceite de girasol flaquea en los lineales: ¿qué alternativas hay?

Aguacate, coco, soja... distintos alimentos se ofrecen como disyuntiva ante la carencia de un clásico en las sartenes de media España.
La OCU advierte contra la compra compulsiva de aceite de girasol 

Estanterias de aceite de girasol vacías en un supermercado esta semana.
Estanterias de aceite de girasol vacías en un supermercado esta semana.
Efe

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha traído -entre muchas otras- una consecuencia inesperada. Estos días, muchos consumidores están llevando a cabo una compra masiva de aceite de girasol ante el temor de su desabastecimiento en los lineales de los supermercados. No en vano, casi la mitad del aceite de girasol que consumimos en España, donde se utiliza sobre todo para freír, proviene de territorio ucraniano.

Esa compra masiva ha vaciado los lineales de los supermercados. Frente al pánico generado, la industria de alimentación está fomentando el consumo de alternativas como el aceite de oliva, más saludable y producido nacionalmente (España es el primer productor mundial), para su uso doméstico. Según distintas plataformas, las búsquedas de promociones de aceite de oliva durante esta semana han crecido por encima del 200%.

Hay opciones que son más sanas y otras que lo son menos. Una de las primeras que viene a la mente es la mantequilla. Lejos de los países con tradición oleica existe la firme convicción de que la mantequilla es un carburante idóneo para las sartenes. Esta alternativa cuenta con pocos adeptos a este lado de los Pirineos, pero lo cierto es que es útil si lo que buscamos es ahorrar aceite a la hora de dorar una cebolla. Eso sí, la fritura se pone cuesta arriba si lo que queremos es un plato de patatas fritas bien crujientes.

Para eso existen otros líquidos elementos. Aceites como el de soja, el más consumido en todo el continente americano, que es rico en ácido linoleico (omega-6) y cuya composición, indica la Base de Datos Española de Composición de los Alimentos (BEDCA) es muy similar al de girasol. O su producto hermano elaborado a partir de colza, que arrastra una mala reputación en España debido al conocido caso de intoxicación alimentaria ocurrido en los años 80.

El orujo de oliva, considerado el hermano feo del aceite de oliva, emerge como disyuntiva aceptable. "Es el segundo mejor aceite vegetal, por detrás del aceite de oliva en cualquiera de sus variedades. Es rico en ácido oleico, contiene antioxidantes y otros compuestos bioactivos con potenciales propiedades beneficiosas para la salud", indican desde la interprofesional (Oriva). "Su calidad lo hace idóneo para utilizarlo en un mayor número de frituras que el resto de aceites sin alterar las propiedades de los alimentos, lo que lo convierte en un producto más que rentable para la hostelería y la industria alimentaria ya que garantiza unos fritos dorados, crujientes, ligeros y sabrosos", añaden.

No son los únicos. Varias grandes superficies comercializan desde hace tiempo el aceite de coco. Este es muy empleado en el Sudeste asiático y, pese a lo agradable de su sabor para ciertos platos, tiene un pero muy importante: contiene un 86% de grasas saturadas, un número aún más elevado que el de la mantequilla (51%) o la manteca (39%), lo que, por lo tanto, no beneficia en nada la salud. El de cacahuete arroja una lectura parecida.

Otro bote de moda es el del aceite de aguacate. Aunque puede emplearse para freír, lo prohibitivo de su precio lo acaba reduciendo a la labor de aderezar ensaladas y otros platos e integrar salsas y emulsiones. Es, en cualquier caso, una buena fuente de vitaminas, minerales y el tipo de grasas que contiene están asociadas con la reducción del riesgo de enfermedades del corazón, embolias y diabetes, según la Universidad de California.

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