¿Por qué un "coñazo" es aburrido y "cojonudo" algo buenísimo?

Son preguntas que plantea "Diccionaria", un libro que reúne esas palabras integradas en el lenguaje cotidiano que cobran un sentido peyorativo en femenino.

Más de 50 términos sirven en el diccionario para referirse a prostituta.
Los publicistas Xavier Gimeno y Fernando Alcázar y la periodista y escritora Ana Martín han elaborado el volumen

¿Por qué un coñazo es una cosa aburrida y algo cojonudo es buenísimo? ¿Por qué 'zorro' en sentido figurado significa astuto y 'zorra', puta? Son preguntas que plantea 'Diccionaria', un libro que reúne esas palabras integradas en el lenguaje cotidiano que cobran un sentido peyorativo en femenino.

Bollero/a, conejo/a, jamón/a, sargento/a, lagarto/a son algunas de las cerca de 150 palabras que los publicistas Xavier Gimeno y Fernando Alcázar y la periodista y escritora Ana Martín han incluido en un volumen, todas ellas ordenadas por orden alfabético, como un diccionario al uso.

Se trata de 'Diccionaria', editado por Libros Cúpula, en el que se demuestra cómo el lenguaje que utilizamos en nuestro día a día refleja esas connotaciones, algo que 'no solo describe una realidad sino que la modifica', señalan sus autores.

Con la 'A', ocurre con 'ambicioso' y 'ambiciosa' que, aunque tienen el mismo significado (que tiene ansia o deseo vehemente de algo), cuando se usa en femenino tiene connotaciones de 'trepa', 'calculadora' o 'egoísta'.

Y lo mismo pasa con 'astuto': 'agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin' si es masculino, pero con un halo de 'mala, malísima' en caso femenino, indican.

Con la 'B', la primera distinción que incluye este libro es la de 'barragán/barragana': en masculino es 'esforzado, fuerte o valiente', pero en femenino define a una concubina. Y se desconoce la razón por la que esa palabra, que puede tener su origen en la latina 'baricanis' con la que se denominaría a un hombre libre, terminó con ese significado cuando se refiere a una mujer.

Y si a una mujer la llaman 'bollera' nunca estarán queriendo decir que es una panadera, mientras que en masculino sí hablaremos de un hombre que hace bollos o pasteles. 

Entre los diversos orígenes que se atribuyen a esta palabra está el de 'boyera', en referencia a las mujeres que conducían carros tirados por bueyes en rituales sagrados. Pero, sostienen los autores de 'Diccionaria', este es un ejemplo de sabia apropiación de un término despectivo en origen que ha pasado a usarse con normalidad, vaciándose de carga negativa.

La coneja es la hembra del conejo pero esta palabra se usa también en género femenino para designar despectivamente a las mujeres que paren muchos hijos de forma muy seguida. Del reino animal están también las connotaciones de 'zorra' que se emplean para denigrar a la mujer ya que, aparte de nombrar a la hembra del zorro, se usa como sinónimo de 'puta'. Mientras que 'zorro', en sentido figurado, es ser un hombre astuto. Igual ocurre con 'lagarta'.

Y lo mismo pasa con 'fulano/fulana', pues si en masculino es 'un hombre cualquiera', en femenino vuelve a tener igual significado despreciativo que en el caso anterior. O con 'golfo/golfa': para el primero es 'pillo, holgazán' y para el segundo vuelve a ser una forma despectiva de 'prostituta'.

Ser una 'mujer pública' tiene asimismo ese significado, el de ser una prostituta, mientras que un 'hombre público' habla de un varón con presencia e influjo en la vida social.

El gallo y la gallina también adquieren otro significado cuando se aplican a los humanos: en masculino, se aplica 'al hombre fuerte, valiente, que quiere mandar en todo'. Por el contrario, el femenino designa a un 'cobarde'.

'Coñazo' viene de 'coño' que, a su vez, procede del latín 'cunnus', que significa 'vulva'. La razón por la que se decidió que eso se convirtiera en sinónimo de 'persona o cosa latosa e insoportable' debe de ser la misma por la que 'cojonudo' pasó a significar 'algo realmente bueno', ironizan los autores.

Y el ser 'fácil', en su sentido de 'persona que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales', suele aplicarse siempre a las mujeres, un uso machista y peyorativo nada recomendable, indican.

El diccionario también define como 'mujerzuela' a la 'mujer de poca estimación' o a la 'mujer perdida, de mala vida'. Pero 'hombrezuelo', no existe, porque no se usa, critican.

Los autores también destacan un adjetivo como el de 'histérica', un estado atribuido generalmente a las mujeres aunque los diccionarios lo recojan en masculino en primer lugar. Pero 'se aplica al hombre en contadísimas ocasiones y, con frecuencia, para feminizarlo'. En realidad, procede de un término griego que significa 'relativo al útero'

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