Raphael: "No tengo que inventarme películas porque mi vida es una película"

El cantante estrena este jueves en Movistar+ 'Raphaelismo', una serie documental que repasa su vibrante trayectoria profesional y personal.

Raphael, durante la presentación de 'Raphaelismo', la nueva serie documental de Movistar+.
Raphael, durante la presentación de 'Raphaelismo', la nueva serie documental de Movistar+.
Emilio Naranjo/EFE

Lleva sesenta años sobre el escenario, pero por Raphael (Linares, 1943) parece que no pasan los años. Quizá la magia y la ilusión que desprende cada vez que habla con la prensa o canta a su público tengan mucho que ver con esa aversión suya a revisar su pasado. «Nunca me ha gustado echar la vista atrás. Atrás, ni para coger impulso. Creo que es un defecto, porque no me deja disfrutar del éxito, aunque también me ha hecho mejorar. Yo estoy en el escenario ante miles de personas y pienso en lo que tengo que hacer mañana», afirma ante un nutrido grupo de periodistas en la presentación de 'Raphaelismo', una serie documental de cuatro capítulos dirigida por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, los artífices de la genial 'Anatomía de un dandy', sobre el escritor Francisco Umbral.

Y es que esta vez el cantante sí ha tenido a bien detenerse un instante para revisar su pasado. Disponible al completo y bajo demanda en Movistar+ desde pasado mañana, la serie repasa la trayectoria profesional y personal de uno de nuestros cantantes más internacionales y lo hace con decenas de entrevistas a su familia y a sus compañeros de profesión, además de abundante material de archivo, gran parte del mismo inédito. Un «tsunami» de fotografías, vídeos y documentación, describe Arnaiz. «Raphael ha estado ahí desde que tengo consciencia, ha formado parte de todas nuestras vidas y sigue haciendo historia. No sabíamos que iba a ser un viaje tan bonito, pero es que pocas historias hay tan épicas y tan bonitas como la suya», cuenta el codirector que asegura que en este periplo también se deja entrever la evolución de España.

A su compañero detrás de las cámaras, Alberto Ortega, la palabra que le viene a la cabeza a la hora de hablar del proyecto es «magia». Cuenta, entre risas, el codirector que algo ya percibieron en la primera reunión con el cantante «cuando Raphael bajó desde los cielos», en el ascensor de cristal que mandó construir en su casa. Un elevador que, bromea el cantante, «no es un lujo ni está hecho para epatar». Lo puso hace veinte años, cuando las funciones del musical 'Jeckyll & Hyde' le dejaban tan baldado que apenas podía subir las escaleras de su casa. Meses después de poner punto y final al espectáculo -«creo que es lo mejor que he hecho», asegura- le trasplantaban el hígado con el que volvió a nacer.

De aquel problema de salud que casi le cuesta la vida también habla en el documental. «No me ha costado ningún trabajo revisar mi pasado. Solo hay una cosa tabú de la que no me gusta hablar, que es mi trasplante, porque no es nada agradable y hasta me pongo enfermo cuando lo recuerdo, me hace daño, pero lo he hecho. He hablado con el corazón en la mano», dice.

Entre el material de archivo inédito, destacan los vídeos caseros que el director Jacobo Martos, hijo mayor de Raphael, grabó acompañando a su padre por Latinoamérica, Europa, Estados Unidos o Rusia. «Me gusta mucho la visión que tienen mis hijos de lo que hago, me gusta saber qué opinan o verles discutir respecto a un proyecto, pero al final siempre les digo que yo haré lo que tenga que hacer. Me encanta lo que me apoyan y lo que no me apoyan», explica convencido el artista.

Pese a los éxitos y las giras interminables, da la sensación de que el personaje nunca se ha comido a Miguel Rafael Martos Sánchez. «La clave -señala el cantante- es ser como uno es, sin disimular nada. Yo no tengo que inventarme ninguna película porque mi vida es una película». Y también sorprende que el artista de 78 años siga con los pies bien pegaditos al suelo pese a las hordas de seguidores que año a año y década a década no hacen más que multiplicarse. «Es un milagro. Es increíble que vaya cambiando de generación y siga adhiriéndose gente que no conozco. Me lo creo porque lo veo todos los días, si no, diría: 'Anda ya'. Hay que ser muy templado y bastante tranquilo fuera del escenario para asimilar estas cosas y no volverte un gilipollas, porque lo lógico es que acabes siendo un gilipollas», afirma convencido.

Raphael no tiene intención por el momento de dejar los escenarios, dice que el día que le toque le pillará durmiendo o yendo a cumplir con su obligación que es cantar. «Llamaré a mi oficina y dire que no cuenten conmigo», asegura. Eso sí, «juro que jamás habrá una gira de despedida ni nunca me despediré. No podría porque me pasaría las tres horas de cada concierto llorando y sería muy doloroso», explica, «pero eso está muy lejos». «Antes tendremos un 'Raphaelismo 2'», replica un periodista exaltado. «¡Y un 3!», responde Raphael con guasa.

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