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Sí, quieren: el sector de las celebraciones de boda espera un repunte en 2022

La dura caída del negocio se debe más al volumen de invitados que al descenso de ceremonias, pero las fincas y los profesionales tienen mejores perspectivas para la próxima campaña. 

Vista aérea de la finca Torre del Pino, en San Juan de Mozarrifar
Vista aérea de la finca Torre del Pino, en San Juan de Mozarrifar
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El año 2020 fue nulo para el sector de las bodas en todas partes y, por ende, para Aragón. Aunque hay excepciones, la temporada de bodas no suele comenzar hasta mediados de marzo por la climatología, y todo el mundo recuerda lo que sucedió a mediados de marzo del año pasado. 

Ceremonias pospuestas varias veces, reducción de aforos y horarios… un calvario personal para los contrayentes y la hecatombe para los profesionales que consagra su actividad principal a este tipo de celebraciones, toda vez que también afectó a congresos, reuniones empresariales, bautizos, comuniones o cenas de empresa. 2021 ha sido mejor, lógicamente, sin llegar a las cifras prepandemia por las restricciones de aforos y horarios, pero la actual situación ha vuelto a encender la alarma, aunque en la mayoría de los casos esta alarma viene acompañada por la esperanza de un cambio de panorama en ese 2022 que ya está a la vuelta de la esquina.

En San Juan de Mozarrifar está Torre del Pino, una de las fincas más buscadas para la conmemoración de los enlaces nupciales en Zaragoza. “Ha sido un 2021 complicado, difícil -explica Marta Bas, su responsable- pero tras el 2020 de cero absoluto, el año que acaba ahora lo hemos visto con otros ojos, hasta el punto de calificarlo de buen año dadas las horrorosas perspectivas existentes. Tengo que dar las gracias a las parejas que apostaron por nosotros; se han adaptado a todo, desde recortar invitados a la mitad y limitar horarios a las precauciones extraordinarias dictadas por las autoridades sanitarias. Pudo haber sido otro año en blanco; han sido comprensivos hasta el extremo, cambiar bodas de tarde a bodas de comida, asumir una nueva restricción un viernes que no estaba ahí tres días antes… estoy muy contenta con las bodas que hemos hecho, la verdad”.

Marta cree que las ganas han podido con todo. “A veces había una sensación agridulce al hablar con los novios, como si los preparativos se les hubieran hecho ‘bola’; era casi un ‘venga, ya, vamos a casarnos como sea’. Por eso, que llegase el día y los vieses disfrutar de verdad era aún más satisfactorio. Hubo algunos que se casaron al cuarto intento… y oye, ¿que se pedía PCR? Lo traían. ¿Pasaporte covid’ Sin problema. En fin, empezaremos a principios de marzo la nueva campaña y las perspectivas son buenas, aunque preocupan las navidades y cómo estemos dentro de un mes. Si son fechas duras, cundirán los nervios en las parejas; no sabemos lo que va a pasar, así que elijo tener confianza en que todo esté mejor dentro de tres meses”.

Cara, cruz o canto

Sergio Labrador, de La Bastilla, habla de incertidumbre. “Parece que vienen mayores restricciones, viendo lo visto. El pasaporte covid no ha sido ni es un problema, la gente lo acepta bien, pero si vuelven a recortar horarios o aforos… las cenas de navidad se han quedado en cero, y lo mismo los eventos de empresa, pero confiamos en las bodas de cara a 2022. La campaña comenzará en abril; en estos últimos cuatro meses hemos funcionado bien en cuanto a eventos, aunque fuesen de menor tamaño al habitual, y se ha ido trabajando en lugares como el Gayarre, La Alquería, Torre Mirahuerta, Tierra Bella, Jardines del Monasterio… además, con el ‘catering’, trasladamos todo el banquete a donde haga falta, sea casa particular, carpa o finca”.

Boda en Viñedos Rhey, en Cuarte.
Boda en Viñedos Rhey, en Cuarte de Huerva.
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Guillermo Vicente, de Guian Catering, habitual en Viñedos Rhey de Cuarte de Huerva o el Palacio de los Duques de Villahermosa en Pedrola, es muy explícito. “¿Cómo te hablo de la situación, con pañuelo o sin pañuelo? El momento es muy duro. Los pobres novios no pueden hacer planes, no se sabe lo que va a cambiar de una semana para otra, y eso es duro cuando a veces preparas tu boda con más de un año de tiempo. Hemos hecho bastantes celebraciones, ahí no está el problema, pero el número de comensales… ahí está el socavón económico; se gasta lo mismo y el retorno, pues eso; no podemos hablar de un sector en recuperación cuando los asistentes no se parecen ni de lejos a los de 2019, y son dos años ya así”.

En Morillo de Tou, localidad muy próxima al casco urbano de Aínsa, Pedro Arbó maneja cifras más pequeñas y porcentajes alarmantes “Lo nuestro con las bodas se concentra en la primavera y el otoño, porque en verano no hacemos bodas al ser el hospedaje nuestra actividad principal en la época. En primavera de este año no se hizo nada y para cuando se pudo abrir, ya entrábamos en verano. En otoño, muchas bodas previstas acabaron trasladándose a 2022, así que hablamos de un recorte importante. Apenas hemos hecho tres o cuatro bodas este año, cuando solemos hace entre 15 y 20. La mayoría de las previstas se han reconducido para 2022, aunque siempre pendientes de que la situación no vuelva a recrudecerse; en este momento, todo asusta un poco, pero el 2022 promete”.

Luis Cebrián (derecha) bromea con una pareja de novios durante una ceremonia.
Luis Cebrián (derecha) bromea con una pareja de novios durante una ceremonia.
Pedro Etura

Habla el oficiante estrella

Luis Cebrián, ‘showman’ y maestro de ceremonias, es probablemente el oficiante de bodas civiles más conocido de Aragón en el último lustro. “Este año he acabado en cifras normales de ceremonias, a pesar de todo y teniendo en cuenta las restricciones; por supuesto, ha tocado hacer malabares con las aplazadas de 2020 y enviadas a 2021 o 2022, más las parejas nuevas que han ido llegando. Sí te puedo decir que estas ceremonias de la pandemia tienen algo especial, más allá de restricciones y dolores de cabeza; las emociones se multiplican, ríen y lloran más, cantan más, aunque las precauciones siempre estén presentes. Todos tenemos más ganas que nunca de pasarlo bien, y el ambiente del mediodía parece de medianoche. Yo también me suelto un poco más, lo pide el cuerpo, y no me suelo cortar -ríe- pero lo duro es para las fincas, el catering, los restaurantes… lo han pasado y lo están pasando muy mal.

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