Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El desmitificador

Mitos recalentados al microondas

Con este cierzo, da perecita salir del sofá, así que… mejor unos mitos bien calentitos. Por suerte, casi todos contamos con un utensilio de cocina que nos permite calentar cosas de forma rápida y eficaz: el horno microondas. Pese a las malas lenguas, es perfectamente seguro para cocinar.

Los microondas tienen dentro un dispositivo con nombre de superhéroe, el magnetrón, capaz de generar unas ondas electromagnéticas que hacen bailar las moléculas de agua.
Los microondas tienen dentro un dispositivo con nombre de superhéroe, el magnetrón, capaz de generar unas ondas electromagnéticas que hacen bailar las moléculas de agua.

El mito

Como de costumbre, en torno al pobre microondas tenemos mitos para dar y vender. Como todos los cacharros que funcionan gracias a la radiación electromagnética, en algún momento le han acusado de causar diferentes enfermedades. Todo sin fundamento, como vamos a explicar. También culpan al microondas de estropear los alimentos porque, claro, todo el mundo sabe que las ondas malignas son archienemigas de los nutrientes y las vitaminas. Pero este mito tampoco se sostiene. Por último, algunos mensajes virales aseguran que recalentar plásticos en el microondas es peligrosísimo. Y tampoco. Calentad un café y seguid leyendo.

Verdadero o falso

Antes de derrumbar los mitos, toca explicar cómo funciona un microondas. Estos aparatos tienen dentro un dispositivo con nombre de superhéroe, el magnetrón, capaz de generar unas ondas electromagnéticas que hacen bailar las moléculas de agua. Y con tanto baile y tanta vibración, lógicamente, sube la temperatura. Este fenómeno explica que las bebidas se calienten más rápido y que el microondas sea una herramienta tan buena para preparar alimentos con alto contenido en agua, como las verduras.

Aclarado esto, empecemos con el mito de las enfermedades. Después de décadas utilizando los microondas, nadie ha detectado ningún efecto adverso para la salud, tal y como explica el experto en radiofrecuencias Alberto Nájera en este artículo de ‘Maldita Ciencia’. Pero es que, además, científicamente no tiene pies ni cabeza. Primero, porque estos aparatos están diseñados para que las microondas no escapen fuera del horno. ¡Sería un desperdicio de energía! Sus paredes están recubiertas de unas mallas metálicas que evitan que la radiación salga al exterior, un efecto físico conocido como jaula de Faraday (que también explica por qué pierdes cobertura en el ascensor). Y segundo, porque las microondas tienen poca energía, son más flojicas que los infrarrojos del mando a distancia. Comparten frecuencia con otros sistemas tan poco peligrosos como la wifi, los móviles y los radares de la Guardia Civil. Tanto la Organización Mundial de la Salud como el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. confirman que la radiación de microondas es segura; es muchísimo más peligroso torrarse al sol en la playa.

Sobre la calidad de los alimentos, los científicos también han llevado a cabo cientos de estudios. Y, una vez más, el microondas sale indemne. Aunque es cierto que algunos nutrientes, como las vitaminas y las proteínas, se estropean con las altas temperaturas, esto no es un problema exclusivo del horno microondas. Estas moléculas también pueden descomponerse utilizando métodos tradicionales.

Cuando se han encontrado diferencias significativas, el microondas gana por goleada a las cazuelas y los hornos. Gracias a las cocciones cortas se preservan muchas de las vitaminas más vulnerables al calor. Además, cuando utilizamos la olla, muchos de los nutrientes terminan en el agua de cocción (que normalmente desechamos). En el microondas cocinamos los alimentos sin añadir agua, preservando sus propiedades. De todas formas, como explica el experto Xianli Wu en un artículo de la BBC, cada alimento es distinto, el microondas no siempre es la solución ideal.

Faltaría desmontar el mito del microondas y los plásticos. Los bulos suelen hablar de dos sustancias potencialmente peligrosas: las dioxinas y el bisfenol-A, pero es raro encontrarnos estos productos en la cocina. Las dioxinas se generan en procesos de descomposición que ocurren a temperaturas entre 400 y 700°C, mucho más altas que las que alcanzamos en nuestros microondas. Y el bisfenol-A es un ingrediente para fabricar plásticos que no se utilizan en la cocina, como los policarbonatos y las resinas epoxi. Como explica el experto en polímeros Yanko Iruin a ‘Maldita Ciencia’, los recipientes para microondas suelen estar hechos de polipropileno, es imposible que sustancias como las dioxinas y el bisfenol terminen en la comida. Y recordad, lo importante es utilizar siempre recipientes que estén certificados para utilizarse en el microondas, los gratinados de polipropileno son bastante desagradables.

Fernando Gomollón Bel Químico y divulgador científico

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