Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ciencia veraniega

Por qué los ciclistas nunca apuestan al lanzamiento de posavasos

Aprovechando la disputa de la Vuelta Ciclista a España, un consejo de divulgador científico: nunca apuestes a que aciertas en el blanco lanzando un posavasos.

Vuelta Ciclista a España durante la quinta etapa
Vuelta Ciclista a España durante la quinta etapa
Manuel Bruque / EFE

No se trata de una afirmación ni gratuita ni personal, que al fin y al cabo no la hago yo, sino físicos de los Institutos Helmholtz de Radiación y Física Nuclear y Argelander para la Astronomía, de la Universidad de Bonn, que han tenido la feliz idea de aparcar sus investigaciones sobre el núcleo y las estrellas y abordar esta no menos trascendente cuestión. Y lo han hecho con el máximo rigor, aplicando el método científico, lo que les ha permitido concluir que lo tires como lo tires, el posavasos se desviará de la rectilínea trayectoria deseada en algún momento dentro del mínimo lapso de los primeros 0,45 segundos desde su lanzamiento -para poner en perspectiva este valor, los naipes solo tardan 0,24 segundos en perder 'el norte', en tanto que un CD no se desvía hasta superados los 0,8 segundos-.

No obstante, lo verdaderamente interesante del asunto es la explicación física que subyace al frío dato numérico: es la interacción/competencia entre gravedad, sustentación y momento angular lo que provoca que el posavasos volante se vaya un lado.

En detalle

Veámoslo paso a paso: cuando se lanza un posavasos, por norma general se hace al estilo 'frisbee', es decir, con un movimiento de muñeca que hace que salga girando sobre su propio eje, un movimiento rotatorio que estabiliza el vuelo del posavasos. 

Una vez sale de la mano, la acción de la gravedad provoca que el posavasos se incline ligeramente hacia atrás o, explicado de una forma más visual, no se desplaza en horizontal, sino con la parte delantera un poco levantada, lo que da lugar a la aparición de una fuerza de sustentación o hacia arriba en su tercio superior. Esta fuerza de sustentación provoca que el posavasos acabe poniéndose en posición vertical y es entonces cuando la fuerza asociada a la rotación hace que se desvíe hacia el lado contrario del sentido de giro del posavasos. 

O explicado de un modo muy básico, la gravedad y la sustentación están tan ocupadas compitiendo entre sí, una tirando para abajo y otra para arriba, que al final lo que prima es la fuerza asociada a la rotación, que provoca que se desvíe a un lado. En el caso de un diestro, el giro natural que le imprime la muñeca es en el sentido de las agujas del reloj, es decir, hacia la derecha; por lo que el posavasos se desvía hacia la izquierda. En el caso de los zurdos, el movimiento de la muñeca opera en el sentido contrario, en el antihorario, y el posavasos se desvía a la derecha. Puedes hacer la prueba.

Y llegados a este punto, casi seguro que te estarás preguntando qué tiene que ver la Vuelta Ciclista a España con el lanzamiento de posavasos teutón. La respuesta es esa aludida fuerza de sustentación, que se define como la fuerza hacia arriba que experimenta un perfil aerodinámico al moverse a través de un fluido como consecuencia del efecto Bernoulli. Que a su vez se puede definir como la reducción de presión que experimenta un fluido al aumentar su velocidad.

En realidad el efecto Bernoulli y su influencia sobre el posavasos es fácil de entender si eres mínimamente aficionado al ciclismo (o más bien si eres aficionado a ver pruebas ciclistas por la tele). Si es así, seguro que has presenciado muchas veces cómo se comporta el pelotón ciclista al entrar en una rotonda para tomar la primera salida a la izquierda (o a la derecha si lo prefieres, que no estamos aquí para hacer apología política). Una parte de los ciclistas la tomarán por dentro optando por el camino más corto, pero otros optan por entrar en la rotonda rodeándola por el exterior. Lo que implica recorrer más metros. Eso les obliga, si no quieren descolgarse del resto del pelotón, a aumentar la velocidad. Y ese incremento de la velocidad hace que el grupo de los que han ido por fuera se estire, que en vez de ir todos muy juntos circulen en fila. En definitiva, que haya más distancia entre los ciclistas.

Si en lugar de ciclistas fuesen moléculas de un fluido, esto supondría que la presión es menor en la parte de fuera o exterior del objeto que rodeen, ya que una mayor concentración de moléculas implica más presión; y al revés, cuanto más separadas estén las moléculas, más distantes entre sí, menor presión ejercerán. De nuevo, esto es fácil de entender si se tiene presente que la presión se define como el peso de la columna de fluido sobre la unidad de superficie: si en esa columna se concentran muchas moléculas, entonces su peso total y la presión que ejerzan será mayor que si las moléculas son pocas, al estar muy separadas entre sí.

Si ahora trasladamos este símil al caso del posavasos volante, las moléculas de aire que han optado por superarlo (o por dejarse atravesar) por la parte superior, tienen que recorrer más camino, tienen que dar un rodeo, por lo que aumentan su velocidad, la distancia entre ellas hace lo propio, y en consecuencia ejercen menor presión, dando lugar a una diferencia de la presión entre la parte inferior y la superior, que es lo que origina la fuerza de sustentación.

De hecho, tal y como bien saben los lanzadores profesionales de naipes y otros objetos varios, la mejor forma de lanzar un posavasos para que llegue lo más lejos posible –lo que implica que avance más tiempo en línea recta antes de desviarse a un lado- consiste en lanzarlo verticalmente e imprimiéndole un movimiento de rotación hacia atrás es decir, antihorario o en contra del sentido de avance. Aunque se recomienda no intentarlo porque puedes salir malparado. Y esto, de nuevo, no lo digo yo, sino los físicos de la Universidad de Bonn.

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