Bélmez, el pueblo de las (y los) caras

Una invasión de periodistas, parapsicólogos, médiums y astrólogos hizo hace cincuenta años de la localidad jienense un Roswell cañí.

Miguel Pereira, hijo de María Gómez, posa junto a una de las supuestas caras.
Miguel Pereira, hijo de María Gómez, posa junto a una de las supuestas caras.
M. P./Vocento

La aparición de una cara en el suelo de cemento convirtió en el verano de 1971 una humilde cocina de Bélmez de la Moraleda (Jaén) en la antesala al Más Allá. Al menos, eso sostenía el parapsicólogo Hans Bender. "A través de la dueña de la casa, María Gómez, se ha abierto una puerta con otra dimensión, y a partir de la primera cara el camino ha quedado abierto para que otras aparezcan en el suelo de la casa", aventuraba el 'sabio alemán', como le llamaba la prensa esotérica española. Cincuenta años después, tras cientos de artículos, horas de radio y televisión y una decena de libros, las caras de Bélmez cuentan con su propio centro de interpretación. Se inauguró en febrero de 2013. Costó 850.000 euros, la mayoría fondos europeos, invertidos en la promoción de uno de los grandes fraudes de la parapsicología.

Porque el auténtico enigma de Bélmez no es el origen de sus caras, sino cómo ganaron la etiqueta de misterio. Para entenderlo hay que viajar a la España rural más supersticiosa. Una de sus vecinas, María Gómez, de 52 años, descubre el 23 de agosto de 1971 una mancha de grasa o humedad en el suelo de la cocina. "Se me apareció hace veinte días. Yo estaba guisando en mi hornilla de butano. Primero, creí que estaba mareada... Luego, llamé a las vecinas y vimos que era un rostro. Yo no sé si es un santo, si un demonio o lo que es... Un rostro. La gente viene a verlo. Algunos dicen que le da un aire al Señor de la Vida, que lo quemaron en la guerra", contó el 16 de septiembre al 'Ideal' de Granada.

Aquella primera cara, parecida al Jesucristo atado a una columna patrón de Bélmez, duró poco. Un albañil la raspó y enyesó. Pero reapareció, y bautizada como La Pava atrajo más los curiosos. Los peregrinos pagaban un duro por entrar en el hogar de María Gómez, y su esposo Juan Pereira, y el fotógrafo local, Manuel Rodríguez, vendían fotos del rostro a 10 pesetas la unidad.

El fenómeno explotó cuando el diario 'Pueblo', dirigido por Emilio Romero, sacó en portada las caras de Bélmez -para entonces había varias- el 31 de enero de 1972. "Este caso lo monta realmente Romero", aseguraba hace años Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología en los 70, al periodista Javier Cavanilles y a Francisco Máñez, autores de 'Los caras de Bélmez' (2007), título alusivo a los explotadores del fraude.

Caras de Bélmez
Caras de Bélmez
Vocento

Al tiempo que 'Pueblo', cuyo enviado especial era el hoy analista político Antonio Casado, llegaron a Bélmez los parapsicólogos Germán de Argumosa y Joaquín Grau. El primero dictaminó que las caras eran manifestaciones del Más Allá y dijo haber grabado en la casa voces de ultratumba que apoyaban su tesis. Para Grau el fenómeno se debía a una concentración de energía canalizada por María Gómez. "Cualquier afirmación, por estrafalaria que fuera, merecía ser publicada", recuerdan Cavanilles y Máñez.

Con los reportajes de Casado la tirada de 'Pueblo' creció en 50.000 ejemplares y los curiosos, reporteros, videntes, parapsicólogos, médiums y astrólogos invadieron Bélmez, cada cual con su loca teoría sobre el fenómeno. Convertido el pueblo en un Roswell cañí veinticuatro años antes de que la localidad neomexicana celebrara su primer festival ovni, el negocio de las caras fue viento en popa.

Un mes después de la primera portada de 'Pueblo', Juan Pereira y su socio habían vendido 10.000 fotos de las figuras, según recoge Manuel Martín Serrano en 'Sociología del milagro. Las caras de Bélmez' (1972). La revista 'Lecturas' calculó que la familia Pereira-Gómez había ganado hasta ese momento con las caras más de 250.000 pesetas. El fenómeno era también una bendición para los comerciantes locales, que, de repente, despertaron del sueño.

Desmontaje

A finales de febrero, 'Pueblo' y 'El Alcázar' denunciaron el fraude. El diario de Romero reveló que unos químicos duplicaron el milagro con cloruro y nitrato de plata. "El ingenioso truco consistía en que estas sustancias reaccionan a la luz, y los retratos no eran visibles hasta algún tiempo después de ser pintados; se aparecían poco a poco ante los ojos, aparente intervención humana en el proceso", explica el estudioso escéptico de lo paranormal Fernando L. Frías. Las caras de Bélmez se refugiaron entonces en la prensa esotérica hasta que a finales de siglo fueron recicladas por periodistas del misterio necesitados de hacer caja que vieron en los rostros parecido con parientes muertos de María Gómez, algo que la mujer siempre negó.

Si bien la primera cara pudo deberse a una pareidolia -fenómeno psicológico que nos hace ver rostros en las vetas del mármol, figuras humanas en rocas, animales en las nubes...- a partir de una mancha de humedad o grasa, después entró en escena la picaresca. La Pava, la figura más célebre, fue en parte pintada, según Ramos Perera, que en 1972 detectó en la imagen rastros de pigmento y pinceladas. Para Máñez y Cavanilles, visto el negocio de las fotos y las entradas, las manchas de cemento se retocaron y con el tiempo se pintaron con descaro. El de las caras de Bélmez "es un misterio ridículo, divertido, curioso, cutre...", sentencia Cavanilles.

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