Tercer Milenio

En colaboración con ITA

CIENCIA

Gómez Cadenas y Botas: "Pronto veremos si es posible detectar el virus de la covid de forma electrónica"

Según el ensayo de divulgación, hay una estrecha relación entre la proliferación de virus y el cambio climático.

Imagen de microscopio electrónico del SARS-CoV-2.
Imagen de microscopio electrónico del SARS-CoV-2.
National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)

Virus, bacterias y microorganismos han acechado desde siempre a la humanidad. El contrincante es temible: en un pequeño puñado de tierra se apiñan tantos microorganismos como habitantes en el continente africano. El físico Juan José Gómez Cadenas y el genetista Juan Botas han publicado el ensayo de divulgación 'Virus. La guerra de los mil millones de años' (Espasa), un libro en el que desvelan por qué el hombre es una presa tan fácil de las pandemias. Ambos, que responden por correo electrónico de forma conjunta a las preguntas, abogan por adoptar planes a largo plazo para vencer a estos "nanorrobots".

El peligro de una pandemia siempre ha estado al acecho, incluso en la privilegiada Europa, que en los últimos años se había librado del asedio. Burló las insidias del ébola o coronavirus como el MERS. Solo el virus de la gripe, causante de unas 1.500 defunciones anuales en España en tiempos precovid, se mantenía obstinado en comparecer sin haber sido invitado. Pero todo se puso patas arriba cuando se plantó ante nosotros el SARS-CoV-2, causante de la enfermedad que trae de cabeza al mundo.

"Seguro que vendrán otros virus y es posible que algunos de ellos sean tan peligrosos o incluso más que este"

Para los investigadores, la especie humana debe acostumbrarse a la presencia de estos agentes. "Seguro que vendrán otros virus y es posible que algunos de ellos sean tan peligrosos o incluso más que este. La cuestión no es si habrá una nueva pandemia, sino cuándo llegará. Y no, no nos podemos dar un respiro. Hay que invertir más en ciencia y educación", dicen los investigadores.

Según Goméz y Botas, hay una estrecha relación entre la proliferación de virus y el cambio climático. A medida que el planeta se calienta, los virus -y sus vectores animales- que habitaban en zonas tropicales se extienden a otras más templadas. Los ejemplos de este desplazamiento son incontables, y uno de ellos es el que sembró el miedo en Sevilla hace años: el virus del Nilo.

Uno de los autores del libro, Gómez Cadenas, trabaja en un proyecto para la detección electrónica del coronavirus. ¿Cuál es el procedimiento en que se ponen tantas esperanzas? "Imagine un bosque de anticuerpos plantado en una superficie de nitrocelulosa (papel de fumar). Los anticuerpos atrapan los virus que pasan cerca de ellos, ya que están diseñados para anclarse a antígenos específicos como la famosa proteína espícula. Pues bien, el papel de fumar y su bosque de anticuerpos están depositados encima de una nano-balanza. Cuando atrapamos un virus en el sistema, literalmente lo pesamos. Hay varias maneras de pesarlo, con nanobalanzas de cuarzo, FET de grafeno, o mediante técnicas fluorescentes (en este caso lo hacemos brillar). En el momento actual hay muchos proyectos de este tipo desarrollándose simultáneamente. Veremos resultados pronto", explican.

Acción benefactora

Pese a la merecida fama de agentes letales, hay virus que despliegan una acción benefactora, por así decirlo. No en balde muchos de ellos, llamados bacteriófagos, se pueden usar para combatir enfermedades producidas por bacterias, como la disentería, el tifus, etc. "De hecho, es posible que los bacteriófagos nos ayuden a combatir el problema cada vez más acuciante de las bacterias superresistentes a los antibióticos. Los enemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos".

Con rigor y amenidad, los autores hablan de la incertidumbre que se cierne sobre el origen de los virus. Todos necesitan infectar células para fabricar sus propias proteínas. Mucho más difícil es descubrir cómo actuaban los virus primigenios. Una hipótesis sugerente es que evolucionaron a partir de organismos celulares antiquísimos, los cuales perdieron la mayoría de sus genes.

Así, experimentaron una "evolución reduccionista". Esta idea es coherente con el hallazgo de virus gigantes, como los mimivirus, mamavirus o 'Pithovirus sibericum'. "Estos monstruos tienen muchos más genes que la mayoría de sus primos más recientes, incluyendo algunos de los necesarios para la síntesis de proteínas 11, lo que sugiere que los virus primitivos disponían de la maquinaria que ahora necesitan usurpar a las células que infectan para reproducirse", escriben los científicos en el libro.

Más preguntas. ¿Son capaces de hibernar los virus durante miles de años, igual que los vampiros? ¿Pueden ser considerados agentes 'no-muertos'? "Pues tampoco en esto son únicos. Hay una amplia variedad de formas capaces de entrar en un estado latente en el que la actividad vital, incluido el metabolismo, cesa indefinidamente. Un caso extremo es el de algunas bacterias que forman endosporas resistentes a altas temperaturas, así como a la congelación, la desecación y los rayos ultravioleta", explican.

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