Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cosas de la vida

Los orígenes del lenguaje dan mucho que hablar

Uno de los grandes retos de la ciencia es dar con el origen de nuestro complejo lenguaje, así que toca mirar a nuestros parientes y preguntarnos: ¿tienen algún tipo de protolenguaje el resto de primates?

Monos vervet
Monos vervet
Laura Camón

Llega el verano y las terrazas se llenan de conversaciones distendidas entre amigos. Durante horas nos juntamos con la excusa de tomar un café o unas cervezas, pero el verdadero motivo del encuentro es hablar. La mayoría de las veces ni siquiera tenemos algo relevante que comunicar. Hablamos por el mero hecho de hablar. Y esto, que nos sale con tanta naturalidad, es muy raro.

El resto de primates pueden llegar a ser muy escandalosos y por supuesto tienen un amplio repertorio de vocalizaciones, pero no se juntan bajo una palmera a comer cocos mientras hacen “uh uh eh eh” durante horas. ¿En qué momento de la evolución, cómo y por qué nos pusimos a comentarlo todo? Uno de los grandes retos de la ciencia es dar con el origen de nuestro complejo lenguaje, así que toca mirar a nuestros parientes y preguntarnos: ¿tienen algún tipo de protolenguaje el resto de primates?

Alarma: leopardo

Los monos vervet han dado mucho que hablar sobre este tema por un descubrimiento en la década de los sesenta. Resulta que estos monos hacen una vocalización de alarma cuando ven a un depredador terrestre como un leopardo, pero realizan otra vocalización cuando ven un águila y otra distinta cuando ven una serpiente. A su vez, reaccionan de manera diferente. Con la vocalización de alarma 'leopardo' se suben a los árboles, con la vocalización 'águila' se ponen a cubierto y con la vocalización 'serpiente' se ponen bípedos y escanean el suelo.

Este descubrimiento supuso una revolución porque hasta entonces se tenía la idea de que las vocalizaciones de los primates eran expresiones del estado interno del animal y nunca hacían referencia a algo externo, como el lenguaje humano sí que hace. Por ejemplo, cuando un babuino se encuentra con un depredador, hace una la señal de alarma producida por un estado de excitación de la misma manera que tú gritas cuando te asustas, pero esa señal de alarma no significa 'león', no es una palabra, no es referencial. Sin embargo, los nuevos hallazgos parecían aportar evidencia de lo contrario. En el caso de los monos vervet, podría ser diferente porque las distintas llamadas sí que parecen hacer referencia a un depredador en concreto. ¿Son entonces palabras? ¿El lenguaje humano podría haber sido así en sus orígenes?

La reproducción de una de estas vocalizaciones de alarma con un altavoz, aunque no esté el depredador, provoca en los monos la reacción correspondiente. Esto se interpretó como evidencia de que las alarmas llevan información semántica, como las palabras del lenguaje humano. Además, también poseen otra característica similar a las palabras humanas que es la arbitrariedad, es decir, la vocalización en sí no guarda relación con el depredador del que alertan. Por ejemplo, cuando ven a un leopardo no hacen 'grrrr', Igual que la palabra 'mesa' y el objeto en sí no tienen ningún tipo de relación. Esto es el simbolismo, una de las características principales de nuestro lenguaje.

Se llegó a proponer que el lenguaje humano podría haber sido así en sus orígenes y este descubrimiento parecía más que prometedor, desafortunadamente, no lo era tanto. Resulta mucho más intuitivo explicar la conducta de los animales mediante mecanismos cognitivos similares a los nuestros, pero no nos podemos dejar llevar solo por la intuición y, por suerte, la ciencia no lo hace.

Circuitos cerebrales

Los comportamientos de los animales son producto de la actividad cerebral. Todas las vocalizaciones de los primates no humanos, incluidas la de los monos vervet, se producen en circuitos cerebrales que son innatos y no necesitan de la experiencia, es decir, que vienen ya de serie. 

Nosotros, como primates que somos, también tenemos estos circuitos encargados de la risa o los gritos de dolor, pero además tenemos otro circuito cerebral para producir vocalizaciones voluntarias que requiere aprendizaje. Este circuito es exclusivo de los humanos o al menos aún no se ha encontrado en otros primates. Por tanto, si el de los monos vervet fuera un protolenguaje, esto se debería ver reflejado en sus circuitos cerebrales y no es el caso.

Igualmente, si observamos el comportamiento de los vervet también nos damos cuenta de que sus vocalizaciones son innatas. Es cierto que necesitan cierto aprendizaje, porque a veces los juveniles hacen la señal cuando no toca. Por ejemplo, cuando aparece una gaviota en vez de un águila. Por lo tanto, lo que realmente se requiere es práctica para reconocer al depredador, pero la vocalización la dominan desde el principio. 

También necesitan aprender la respuesta adecuada ante las vocalizaciones, ya que los juveniles al principio no reaccionan bien. Puede ser que escuchen la alarma 'águila' y no se pongan a cubierto. Con el tiempo, aprenden a asociar que cuando oyen una determinada alarma va a venir un águila, pero es pura asociación, la vocalización de alarma no tiene para ellos significado como lo tienen nuestras palabras. Si estás en unas vías del tren y oyes 'piiiii piiiiii', has aprendido que viene un tren y que te tienes que apartar, pero el pitido no tiene significado semántico.

En el fondo, las vocalizaciones de alarma de los vervet no tienen nada que ver con nuestro lenguaje. No se trata de simbolismo. Sus vocalizaciones son manifestaciones del estado interno del animal como se creía desde un principio. Probablemente los depredadores provocan en ellos diferentes tipos de emociones aversivas que les llevan a producir las distintas alarmas. La vocalización del mono indica la presencia del depredador de la misma forma que el humo indica la presencia de fuego o la risa indica que hay alguien viendo vídeos de gatitos. El humo no simboliza el fuego, tu risa no simboliza gatitos graciosos ni la vocalización de los vervet simboliza a los depredadores.

Así que seguimos sin dar con las claves de los orígenes del lenguaje humano. No obstante, desde este descubrimiento se ha seguido avanzando y han surgido nuevas hipótesis. Una de ellas propone que surgió a raíz del lenguaje corporal y actualmente se están estudiando todos los gestos comunicativos de los chimpancés, que parecen ser muchos. Si observas las conversaciones en las terrazas te das cuenta de que no es una idea descabellada. Cada frase va acompañada de gesticulaciones y movimientos de brazos, hasta que el más maño de todos se calienta y zanja la conversación con un puñetazo en la mesa mientras dice: “Esto es así y punto”.

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