jóvenes que inspiran

"La costura es importante para el desarrollo de la creatividad o la paciencia, pero también para saber coserse un botón"

Isabel Martínez Galvez tiene 29 años y, desde hace tres, gestiona su propia mercería, la mítica Mercería Hilo's del barrio de las Delicias.

Isabel, en la puerta de su establecimiento.
Isabel Martínez, en la puerta de su establecimiento.
Isabel

Hace tres años, la mítica mercería Hilo's del barrio de las Delicias cambió su apariencia por completo. La responsable de este cambio fue la joven zaragozana, Isabel Martínez Galvez que, a sus 26 años, pasaba a hacerse cargo del establecimiento.

Los cambios no solo pueden notarse en la fachada: la joven compagina la atención al cliente con la difusión a través de redes sociales y, como hacen otras tiendas del sector, también organiza cursos formativos. 

Sin embargo, antes de que decidiese emprender, Isa, que es como todo el mundo la llama, no pensaba que fuese a acabar así: ella venía del sector hostelero. Fue su amor por las manualidades lo que la llevó a probar la sombrerería tradicional y los tocados, a hacer un curso en la Escuela de Artesanos de bolsos y complementos y, finalmente estudió Patronaje y Confección en la Escuela Censi.

Tu amor por la costura parece que es una herencia familiar. ¿Cómo empezó todo?

Mi abuela nos hacía ropa, y además hacía muchas labores: ganchillo, punto de cruz... Mi madre nos hacía los disfraces de pequelos y a mí me encantaba todo lo relacionado con las manualidades y lo hecho a mano. Por eso sabía que me dedicaría a algo así, pero no fue hasta hace tres años que me metí en este mundo de lleno.

Yo estudié cocina, y estuve varios años de aquí para allá, trabajando en varios restaurantes y hoteles de la ciudad, hasta que llegó la crisis y todo empeoró: jornadas interminables, salarios precarios... Así que decidí dejarlo y buscar otro trabajo. No encontraba nada y digamos que me hundí. Fueron mi padre y mis amigas las que me plantearon que emprendiese por mi cuenta. No dí con la tecla hasta que mi suegra, que es modista, me llevó a la boutique donde ella cosía. Necesitaban a alguien para hacerse con los vestidos y, como estaba en paro, accedí. Cuando me empezaron a poner tocados y prendidos de flores en la cabeza mi cabeza hizo 'click'. Me encantó, y decidí que me formaría en tocados y sombrerería, un arte que, en ese momento, estaba en auge.

¿Y fue entonces cuando arrancó tu etapa como feriante?

Sí, porque amplié el abanico de productos que estaba ofreciendo, y me parecía un buen escaparate de venta. ¡A mí me va el barro y me meto en todos los fregados!

La verdad es que es una experiencia bonita pero muy dura. Supone muchas horas de trabajo, madrugones para montar, dormir en el coche, días de calor, días de lluvia... Y todo eso sin contar con que hay días que vendes poco o nada. Pero también se conoce a mucha gente muy maja y hay mucho compañerismo. Conoces sitios nuevos, vendes tus productos y vives una experiencia única. A día de hoy me alegro de haber vivido esa etapa y no lo cambiaría.

Tu amor por la costura parece que es una herencia familiar. Cuéntame un poco la historia de cómo empieza todo.

Hace unos años se aprendía en el colegio a coser un botón, a hacer algunas labores... ¿Crees que sería interesante que volviese a integrarse en la formación obligatoria?

Creo que es necesario que vuelvan esas labores, son importantes para el desarrollo de la creatividad, la paciencia (que en la costura se necesita mucha), o para saber desenvolverse en cuestiones tan básicas como hacer un doble o coser un botón. Cuando vienen niños a la tienda para comprar lana porque les han mandado un trabajo para tejer en el cole me hace mucha ilusión, y ellos aseguran que disfrutan mucho.

¿Qué beneficios puede aportar el aprendizaje de la costura a la sociedad?

La costura es muy beneficiosa en muchos aspectos. Como he dicho, ayuda a desarrollar la creatividad, pero también pueden tener una repercusión positiva para el medio ambiente, ya que permite reutilizar prendas y alargar así su vida. El hábito de de consumo ahora es masivo: nos compramos una prenda que, además de durar poco, tiramos en cuanto se rope o se estropea, o incluso porque ya nos hemos cansado de ella. Como la ropa es barata, compramos otra, y entramos así en un círculo. Eso es un error: la ropa, barata o cara, cuesta mucho trabajo hacerla y, si promovemos esta forma de consumo contribuimos tanto a un aumento de la contaminación como a la explotación de personas que la fabrican, que no cobran lo que realmente cuesta hacer esa prenda.

Por otro lado, la costura también ayuda a trabajar la paciencia. Muchas clientas me dicen que les sirve de terapia porque mientras cosen no piensan en sus problemas. Y, por supuesto, supone una satisfacción poder vestir algo que has hecho tu mismo. 

Anteriormente la confección y la costura estaban muy asociadas a las mujeres. ¿Crees que a día de hoy se mantiene este perfil o también ves hombres interesados?

Por suerte, aunqeu es cierto que el perfil sigue liderado por mujeres, ya no está tan estigmatizado como antes y hay muchos diseñadores y modsitas hombres. En mi escuela también había -y hay- varios chicos estudiando Diseño. Y, por supuesto, también tengo clientes que cosen.

¿Qué opinas de programas como Maestros de la Costura?

Con ese programa tengo sentimientos encontrados. La verdad es que solo vi la primera edición, por curiosidad. Creo que es un buen escaparate para acercar a la gente al mundo de la Costura y el Diseño, pero también genera la confusión de que una prenda puede realizarse en pocos minutos, de hecho, me he encontrado con alguna clienta que así lo había entendido. Pero crear una prenda es un proceso más largo, que requiere mucho trabajo y mucho mimo.

¿Te gustaría participar en el programa?

Ja, ja, ja, no me gustan los cronómetros.

La mercería Hilo's lleva años en las Delicias. ¿Cómo surgió la oportunidad?

Cuando el número de ferias bajó, me contrataron en una mercería de Zaragoza, y una compañera de mi padre me comentó que en su barrio traspasaban una, y que sería una buena oportunidad para seguir vendiendo mi artesanía. Finalmente esa oportunidd no pudo ser y seguí buscando, hasta que me enteré de que también traspasaban Hilo's.

Resulta curioso porque mi suegra estuvo 16 años cosiendo allí. De hecho, mi novio iba de pequeño a esa mercería mientras ella trabajaba. ¡Y yo vivía en la calle de detrás! Parece que estaba destinada a mí, ja, ja.

¿Es habitual encontrar a alguien tan joven en este sector?

No, la gente se extrañaba mucho al principio cuando me veían detrás del mostrador. Muchas veces no se fiaban de que yo pudiera saber de lo que hablaba. E incluso me han llegado a decir que si podía salir mi madre para atenderla. El primer año fue muy duro por cosas como esta: tuve que demostrar mucho más solo por ser joven. Pero por suerte eso ya pasó.

Tu plan es fusionar el comercio local y la era digital. ¿Cómo va?

La verdad es que siempre he estado muy ligada a las redes sociales. Mi idea es tener lo mejor de las dos cosas: por un lado, la rapidez, la comodidad y la posibilidad de poder abarcar a un mayor público que ofrece el comercio online y por otro, la cercanía y el trato del comercio local.

¿Es distinto el perfil de tus clientes en cada uno de esos ámbitos?

Es curioso, pero aunque parece que la mercería suele estar ligada a gente mayor, mi perfil de cliente es más joven. Supongo que, al ser joven yo también, empatizan conmigo. Además, mi objetivo siempre ha sido ofrecer un estilo de mercería más moderno que al que estamos acostumbrados, puede que eso también les llame la atención.

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