prostitución

Convertir a las mujeres en objeto, rasgo común de los clientes de prostíbulos

Entre el 20% y el 40% de los españoles ha pagado alguna vez por tener sexo y la tendencia crece entre los jóvenes de 18 a 25 años.

Imagen de un prostíbulo camuflado como spa
Imagen de un prostíbulo camuflado como spa
EP

Existen foros donde los puteros cuentan sus experiencias y puntúan a las prostitutas. Las llaman por su nombre y la casa o bar donde se les puede encontrar. Incluyen el teléfono y la "tarifa aplicada". Los prostituidores o clientes, como también se les llama, las convierten en objetos con palabras que encubren su misoginia. "Simpática", "sonrisa súper bonita", "encanto", "guapa", "tiene conversación", "mona", "agradable", "pequeñita", "muy natural", "tiene tirón", "espabilada", "muy callada", "bastante curva", "nada de especial, "ni cuerpo ni cara", "tímida", "no tiene experiencia", "bastante abierta", "cara ingenua", "espectacular", "pelo largo", según se aprecia en la base de datos de un consorcio de burdeles que fue filtrado al público por un 'hacker', que no suministró más datos.

"Los puteros españoles, como los de otros países, no tienen más característica en común que ser varones", explica Rosa Cobo, profesora de Sociología del Género en la Universidad de La Coruña. "Pertenecen a diversos estratos socioeconómicos, son autóctonos o migrantes, con formación cultural o sin ella. España es el país europeo que más puteros tiene y el tercero a escala global". 

Según los informes de Médicos del Mundo (MDM), entre el 20% y el 40% de los españoles ha pagado alguna vez por sexo, y la tendencia crece en el tramo de edad entre 18 y 25 años. Además la tercera parte de los varones no cree que la prostitución sea una forma de violencia y durante la pandemia han obligado a las mujeres "a aceptar precios más reducidos y prácticas más violentas".

Con una iniciación sexual cada vez más temprana, a los 16 años (uno menos que hace tres), el 11% de los chicos españoles ha pagado al menos una vez por tener relaciones sexuales, según la más reciente encuesta del Instituto de la Juventud (Injuve). "Los jóvenes están educados por la pornografía. Ellos, en la violencia; y ellas, en el sometimiento", mantiene Celia López, responsable de MDM en Galicia. "Estudiante, gran ejecutivo, obrero de construcción, todos tienen capacidad de convertirse en puteros". Es una cuestión de hombres, puesto que el uso de la prostitución por parte de mujeres es residual, según datos oficiales.

Los comentarios y calificaciones del cliente determinan, en parte, la relación del proxeneta con la mujer. "Dulce, sencilla, cercana y enorme a la vez", reseña sobre Candy un cliente en la web de sus proxenetas. En estos archivos se aprecia, primero, una clasificación binaria: "operada" o "natural", y después la talla de pecho. De 86 a 120. "Wao, muy recomendable", dice otro sobre la misma persona. Luego vienen referencias raciales, como "mulata", "rusa", "piel canela", "'teen' española".

Cerco al cliente

Ellas, por lo general de perfil vulnerable y con antecedentes de violencia machista, rotan por los clubes. Los puteros quieren variedad y los proxenetas las "activan" y "desactivan", dependiendo de la disponibilidad. Algunos clientes, de los que llaman 'afectivos', reseñan la reaparición. Los clientes quieren "buenas tetas y tremendo culo" pero también reclaman "implicación".

"La psicología del cliente es muy variada, porque la prostitución en sí misma es muy diversa", reflexiona José Ramón Ubieto, investigador de Psicología Clínica de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). "Están aquellos que tienen relación de pareja más o menos estable pero no pueden realizar sus fantasías sexuales, que también son muy amplias. No hay un perfil único. Desde el sadismo a otras menos violentas. Luego están los que van simplemente a iniciar su andadura sexual, dentro de un rito clásico, que puede ser de paso o prolongarse. Hay otro perfil, el de personas que presentan síntomas de impotencia en su relación amorosa pero que no se inhiben cuando pagan".

En la sociedad existe una "normalización" de la prostitución, vista "dentro de la lógica consumista", dice Ubieto. Para romper la inercia, algunos sectores, encarnados ahora por la vicepresidenta Carmen Calvo, reclaman la persecución del cliente. ¿Sería posible en España? "Sí, pero esta medida debe ir acompañada de la prohibición de los burdeles y de todos los espacios en los que se desarrolla la actividad prostitucional", advierte Cobo. "Lo importante es entender que la abolición de la prostitución descarta la criminalización de las mujeres prostituidas. Sobre los proxenetas y los puteros se asienta el sistema, mientras las mujeres son el elemento más débil".

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