entrevista

Lorena Aznar: "Muchas madres han abandonado sus proyectos por la pandemia"

Emprendedora, experta en ‘coaching’ y desarrollo personal, Lorena Aznar (Zaragoza, 1977) ha publicado su segundo libro ‘Teletrabajo y conciliación. Herramientas para conciliar y no desesperar’.

La ‘coach’ y formadora zaragozana Lorena Aznar
La ‘coach’ y formadora zaragozana Lorena Aznar
Guillermo Mestre

El confinamiento la llevó a escribir su segundo libro, ‘Teletrabajo y conciliación. Herramientas para conciliar y no desesperar’ (Sar Alejandría). Un año después, ¿cómo están las familias?

No ha sido fácil. Pero con enfoque, constancia, planificación, comunicación y mucha paciencia se puede conseguir. Aunque encontré muchas madres desesperadas porque no llegaban a todo: teletrabajar, atender a los niños, la casa...

Supongo que el coste emocional ha sido grande... No estábamos preparados.

El confinamiento ha hecho que pasemos por las cinco fases emocionales del duelo: negación, ira, negociación, tristeza o depresión y aceptación. Pero también nos ha servido para aprender a nombrar y gestionar esas emociones.

¿Tiene usted la vacuna para esas madres desesperadas?

Hay que empezar por fijar horarios, establecer una agenda con la familia, bajar el nivel de autoexigencia, adaptar el espacio y ser flexibles, porque estar al cien por cien 24/7, es imposible. Y no podemos olvidar que los niños de 0 a 5 años no tienen la capacidad de saber que sus papás están trabajando, ellos solo piensan que están en casa a su plena disposición; depende mucho también de la edad de los hijos, claro.

Conozco a mujeres que teletrabajaban por las noches, cuando sus hijos ya estaban en la cama...

Por eso es importante saber qué tipo de cronotipo tienes, es decir, a qué horas del día eres más productivo. Puedes ser ‘búho’, que te organizas mejor por las noches, o ‘alondra’, como yo, que a las seis de la mañana ya estoy en pie. Si la pareja tiene el mismo cronotipo es bastante más complicado.

¿Es de las que opina que el teletrabajo ha supuesto una carga añadida para la mujer?

Sí. Muchas han renunciado al trabajo para dedicarse a su familia por esa carga añadida; pero otras muchas han sido capaces de decir: voy a informar a mis hijos de que este es mi espacio y mi momento de trabajo; voy a informar a mi familia de que necesitamos un horario para ayudar en casa, es decir, vamos a delegar y a repartir responsabilidades. Yo siempre digo que las madres nos cargamos la mochila demasiado y debemos aprender a ‘soltar’, esta es la palabra clave.

De hecho, usted es ‘coach’ para madres. Su primer libro lleva por  título ‘Algo más que mamás’.

Una de las primeras cosas que intento transmitir en los talleres para emprender siendo madre es evitar renunciar al sueño de tener tu propia empresa, tu propio trabajo, lo que sea... Conozco a muchas madres que han abandonado sus proyectos por la pandemia. Y esa aceptación surge desde la resignación y es frustrante. Somos madres, pero también otras muchas cosas, y con la culpa no se vive y con la queja tampoco.

¿Cómo es posible que las madres no hayamos desterrado todavía ese sentimiento de culpa?

La culpa aparece con la autoexigencia y las creencias que nos limitan; viaja en esa mochila cargada de responsabilidades; es como una sombra que nos sigue desde la primera patada del bebé en la tripa. Y tenemos que aprender a relativizar. No puedes sentir que ‘abandonas’ a tus hijos solo porque sales a correr un rato.

¿Qué hace una licenciada en Empresariales en el mundo del ‘coaching’ y el desarrollo personal?

Me despidieron de mi trabajo cuando me quedé embarazada. Y mi marido me animó a formarme en este ámbito. Desde entonces, teletrabajo.

¿Qué ventajas le encuentra?

Te organizas como tú quieres y ahorras mucho tiempo en desplazamientos.

¿Algún inconveniente?

Todos los distractores, la casa te reclama, te dice: la lavadora, la comida... o tus hijos.

Muchos ven en el teletrabajo la panacea de la conciliación...

No. Conciliar es acompañamiento, de tu pareja, de tu familia; es comunicación. Muchas veces pensamos que el otro sabe lo que necesitamos, pero no es así; y, si no se lo decimos, entonces surge la queja: "¡Es que lo hago todo yo!". Conciliar conjuga con el verbo delegar. Además, no todo el mundo tiene un despacho en su casa. Muchos teletrabajan en la cocina.

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