Aquellos maravillosos inventores

Karl (o Carlo) Abarth, el creador de los vehículos rectificados para competición

Karl Abarth fue mecánico de motos, piloto de competición, pentacampeón europeo de motociclismo, emigrante, diseñador de coches de carreras y de rallis, fundador de una fábrica, patrón de un equipo de carreras e inventor de novedosas piezas y complementos para autos y motocicletas. Pero sobre todo fue el creador de los vehículos rectificados.

El Fiat Abarth 750 de 1956 supuso la consagración de Abarth como diseñador de coches y se convirtió en uno de los vehículos más demandados.
El Fiat Abarth 750 de 1956 supuso la consagración de Abarth como diseñador de coches y se convirtió en uno de los vehículos más demandados.
Mr.choppers

A los 16 años, y guiado por su devoción por los vehículos y su mecánica, Karl Abarth (Viena, 15 de noviembre de 1908 – Viena, 23 de octubre de 1979) comenzó a trabajar como aprendiz en un taller de bicis y motocicletas italiano. Tres años más tarde, y ya de vuelta en su Austria natal, se integraba en la fábrica Moto Thun Motorcycles preparando las motos de carrera y como piloto probador de las mismas. Cuando el piloto oficial del equipo de la fábrica enfermó, Abarth ocupó su puesto y tuvo la oportunidad de demostrar su talento competitivo batiendo todos los registros del ‘titular’. Algo que sentó a cuerno quemado a este, quien, tras recuperarse, se dedicó a boicotearle. Espoleado por ello, el inconformista y competitivo Abarth decidió abandonar su trabajo en la fábrica para presentarse como piloto privado a los mandos de una motocicleta británica de segunda mano que él mismo había rectificado y sin el respaldo y soporte técnico de ninguna fábrica.

Poco tardó Abarth en demostrar su talento: el 29 de julio de 1928 obtenía ya la victoria en Salzburgo. La primera de las innumerables que en los siguientes años le llevarían a proclamarse pentacampeón europeo. Para su desgracia, un grave accidente en 1939, que le mantuvo un año hospitalizado, le obligó a abandonar la competición.

Un nuevo coche de carreras

Durante la II Guerra Mundial, Abarth trabajó en una fábrica de Ljubljana en el desarrollo de motores de combustión interna de queroseno, de enorme interés debido a la escasez de petróleo en ese periodo. Al finalizar el conflicto, Abarth emigró de nuevo a Italia, cambió su nombre original por el de Carlo y comenzó a trabajar como representante de Porsche en el país transalpino. 

Poco después era contratado junto al exingeniero de dicha marca, Rudolf Hrushka, por el empresario Piero Dusio, dueño de la compañía automovilística Cisitalia, para diseñar un nuevo coche de carreras. Una colaboración que ofreció como resultado el Cisitalia 360. Sin embargo, justo cuando habían completado el diseño, en 1949, Cisitalia entró en suspensión de pagos y su ‘patrone’ emigraba a Argentina, llevándose consigo el prototipo diseñado. Como compensación a su trabajo y a la falta de dinero, Carlo recibió en pago lo que quedaba de la fábrica Abarth.

Lejos de rendirse, decidió entonces fundar junto a su amigo Armando Scagliarini su propia compañía, la Abarth & Co S.r.l., el 31 de marzo de 1949. Como logo de la factoría, escogieron un escorpión, por ser escorpio el signo del zodiaco bajo el que Abarth había nacido. Todo un guiño a cuál era su destino. La nueva fábrica se enfocó en producir piezas y complementos para coches de carreras y deportivos, así como la mejora, rectificado y tuneado de dichos modelos. Esta última faceta sería la que brindaría un enorme éxito a la Abarth & Co.

Sabedor de que la mejor forma de ganar fama, nombre y prestigio era la competición, Abarth también creó un equipo de carreras de la fábrica, la Squadra Abarth, que pronto comenzó a cosechar éxitos en diferentes pruebas.

Pero todas esas iniciativas y actividades demandaban una inversión, así que para poder financiarlas, Abarth desarrolló, entre otras piezas y complementos, un novedoso silenciador de escape para motocicletas que pronto se convirtió en objeto de deseo de muchos motociclistas. Eso le abrió las puertas para empezar a colaborar con las más prestigiosas fábricas de coches italianas, como Alfa Romeo, Maserati y Ferrari, suministrándoles distintas piezas y elementos para mejorar sus coches de competición.

El éxito definitivo lo alcanzaría en 1955 con el lanzamiento del novedoso utilitario Fiat 600 el primer coche italiano ‘moderno’. Abarth vio la posibilidad de diseñar un pequeño y asequible coche deportivo a partir de la carrocería de este y adaptándola para montar un motor mucho más potente. Nacía así el Fiat Abarth 750 (en referencia al motor de 750 cc que incorporaba). Su éxito y la demanda del mismo fue tal que la fábrica, que no daba a abasto con los pedidos, se vio obligada a lanzar también al mercado un kit de conversión del utilitario original con todas las piezas necesarias y un manual de instrucciones para el dueño o el mecánico del taller al que aquel acudiese. Y a pesar del precio del kit, la mitad de lo que costaba el vehículo, fue un éxito de ventas. Eso, sumado a los triunfos y récords cosechados por su equipo de competición a los mandos del Abarth 750, hizo que la compañía y su ingeniero alcanzasen fama internacional.

Su obra maestra

 

En 1958 y repitiendo el mismo esquema con el nuevo modelo de Fiat, Abarth creaba su obra maestra: el Fiat 500 Abarth. Los sesenta fueron la edad de oro de la fábrica, que no solo reforzó su colaboración con aquella firma italiana sino que también alcanzó acuerdos con otras marcas como Porsche (para la que diseñó el legendario Porsche Carrera Coupé Corsa), Renault o Simca, a fin de producir modelos Abarth rectificados de competición.

A pesar del creciente prestigio de la marca Abarth, el tránsito entre las décadas de los sesenta y setenta supone el declive de la factoría; irónicamente, cuando las fábricas automovilísticas, inspiradas en buena medida por el exitoso ejemplo de aquella, comienzan a producir y a comercializar ellas mismas diferentes versiones de sus modelos, con distintas prestaciones y motores de mayor potencia sobre el mismo chasis. Ante la imposibilidad de competir en este nuevo escenario, en 1971 la compañía es adquirida por Fiat y Carlo comienza a trabajar para la marca como diseñador de vehículos de competición y de rallis. 

El último gran éxito de Carlo Abarth fue el Autobianchi A112, de 1971.
El último gran éxito de Carlo Abarth fue el Autobianchi A112, de 1971.
Dozemode/Pixabay

En el seno de la Fiat iba a gestar su último gran éxito: el mítico Autobianchi A112 Abarth, en 1971 –a partir del modelo ‘original’ que había salido al mercado dos años antes– y que se mantuvo en producción hasta 1986, impulsado por sus resultados en el mundial de rallis.

Tras la muerte de Abarth su apellido se mantuvo en sus diseños hasta mediados de los noventa como reconocimiento a su enorme talento y como distintivo de prestigio. Un prestigio tan perdurable que en 2007 y en un intento de recuperar el terreno perdido en el mundo de los rallies, el grupo Fiat reorganizó y relanzó de nuevo la marca Abarth & C SpA para producir otra vez coches de competición. Pero ya sin la ‘magia’ del ingeniero austriaco...

Miguel Barral Técnico del Muncyt

Esta sección se realiza con la colaboración del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología

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