Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de cine

¿Sabrías diferenciar cuáles de los Canis lupus son lobos y cuáles no?

El lobo, ese animal que desde tiempos inmemoriales despierta fascinación y temor reverencial a partes iguales, es un personaje indispensable de nuestra cultura: protagonista de mitos, leyendas, relatos y películas… y también de algún que otro gazapo.

Fotograma de ‘Dos padres por desigual’ (Sean Anders, 2017).
Fotograma de ‘Dos padres por desigual’ (Sean Anders, 2017).
Gary Sanchez Productions, Paramount Pictures, Huahua Media

Brad y Dusty deciden pasar juntos con sus respectivas familias unas navidades inolvidables en la nieve. Unas vacaciones a las que se invitan los padres de ambos; cuya presencia volverá locos a sus retoños y revolucionará la celebración familiar.

Busca el gazapo científico en el siguiente diálogo de la película ‘Dos padres por desigual’ (Sean Anders, 2017).

El diálogo de la película

¡Papá, no te muevas! Tienes una manada de lobos encima– anunció alarmado Brad al ver a su padre tirado sobre la nieve en mitad del bosque y rodeado de lobos.
–Ah, es eso. Noto que algo me tira de los pantalones –respondió ‘papá’ antes de preguntar a su retoño–: ¿de qué color son, Brad?
–Son lobos grises.
–Ah, entonces son Canis lupus. Son peligrosos.
–¿De verdad? Pues dan ganas de acariciarlos. Quiero acariciarlos, papá.
–Brad, no cruces la mirada con el macho alfa –advirtió papá desde el suelo.
–Ya lo he hecho –se excusó Brad–: me mira a los ojos.

El gazapo

Resulta muy comprensible que papi quiera alardear de sus vastos conocimientos zoológicos ante su impresionable retoño, pero lo cierto es que si lo que te muerde la pernera es un lobo, huelga preguntar el color de su pelaje, porque no puede ser otra cosa que Canis lupus –salvo en el hipotético caso de que el percance tenga lugar en Etiopía; pero eso lo aclararemos después–.

De hecho, incluso si lo que te mordisquease el pantalón fuese el caniche de tu vecino, también podrías afirmar sin ambages que es Canis lupus. Es más, en todos estos supuestos tampoco te faltaría razón si dijeras que el dueño de la dentadura es un lobo gris; puesto que este es el nombre común de la especie clasificada como Canis lupus.

Pero vayamos por partes. El lobo o lobo gris (Canis lupus), nativo de América y Eurasia, es el cánido de mayor tamaño y el más extendido por todo el planeta. Hubo un tiempo en el que, tras el ser humano, el lobo fue el mamífero terrestre más cosmopolita. En la actualidad, el lobo todavía está presente en casi todo el Hemisferio Norte, desde las regiones árticas hasta México, el norte del continente africano y el sur de Asia –aunque de forma y en poblaciones muy fragmentadas–.

Y pese a que el nombre común de la especie es lobo gris, la realidad es que el color de su pelaje varía de unas poblaciones a otras y de unas regiones a otras en una amplia gama que va desde el blanco que lucen los lobos árticos hasta el negro de los lobos del norte de Europa, pasando por tonos rojizos, canela, marrones y por supuesto grises, casi siempre en combinaciones de varios de ellos. Y del mismo modo, también oscila su tamaño –y el espesor y grosor de la capa de pelaje–, siendo los ejemplares más grandes los que pueblan las regiones septentrionales y menguando en talla las poblaciones de climas templados y cálidos.

Se reconoce una treintena de subespecies distintas; clasificadas cada una de ellas como Canis lupus y un segundo apellido que las identifica y distingue. Como sucede en esas reuniones familiares en las que se convoca a todos los primos.

Una barbaridad de subespecies que atiende, precisamente, a la amplia distribución del lobo desde el principio de los tiempos y, asimismo, a la progresiva fragmentación de la especie por acción del ser humano. Ello provocó que las distintas poblaciones se quedasen aisladas unas de otras y comenzasen a divergir en sus características físicas y morfológicas, que en cada caso se adecuaron y optimizaron para su respectivo entorno.

Y aún existe una subespecie en concreto en cuya aparición el ser humano ha tenido una intervención todavía más directa, hasta el punto de monitorizarla y dirigirla: nuestros familiares perros –de toda raza y condición–; que científicamente atienden al nombre de Canis lupus familiaris, y cuyo origen se remonta a más de una decena de miles de años, con la domesticación por parte del hombre primitivo, en diversas regiones del planeta, de lobos particularmente dóciles.

Lobo sí, pero no Lupus

El único lobo que no es ni gris ni lupus es el lobo abisinio o etíope, una especie distinta –y que por tanto atiende al nombre científico de Canis simensis– que habita en las regiones montañosas de Etiopia.

Durante mucho tiempo se consideró también al lobo rojo como una especie distinta, el Canis rufus. Pero la visión actual es la de clasificarlo como otra subespecie (Canis lupus rufus) fruto de la hibridación entre lobos y coyotes.

En el continente euroasiático, la subespecie más habitual y extendida es el lobo europeo o común (Canis lupus lupus). Y, en la península ibérica, el menudo lobo ibérico, en torno al cual existe una polémica entre quienes abogan por clasificarlo como una subespecie propia de la península (Canis lupus ignatus) y la postura oficial, que lo considera una población particular o singular del lobo europeo o común.

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