Tercer Milenio

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Aquí hay ciencia

Robots de cocina: la Thermomix y sus antecedentes, ‘a juicio’

Nacida en 1971, la Thermomix puede presumir de ser el primer robot de cocina verdadero, capaz de cocinar un plato. Pero no así de ser el robot de cocina original, al estar basada en los procesadores de alimentos surgidos en la década de 1940.

Aparecido en 1961, el procesador de alimentos Kenwood chef puede presumir de ser el antecesor directo de la Thermomix... y su fuente de inspiración.
Aparecido en 1961, el procesador de alimentos Kenwood chef puede presumir de ser el antecesor directo de la Thermomix... y su fuente de inspiración.

Parece que finalmente, Lidl tendrá que retirar su exitoso y demandado robot de cocina tras perder el juicio de la demanda por violación de patente interpuesto por Thermomix. Sin entrar en consideraciones legales, cabe cuestionarse –e indagar al respecto– si realmente la Thermomix fue el primer y genuino robot de cocina o si por el contrario está inspirada en otros aparatos aparecidos antes que ella. La respuesta, ya lo anticipo, es un sí pero no…

En realidad, el origen de los robots de cocina se remonta a una época anterior a ellos mismos; cuando ni siquiera existía el moderno concepto de robot –introducido en 1921 por el escritor checoslovaco Karel Capek en su obra ‘R.U.R’ (Rossum Universal Robots) al adoptar este antiguo término eslavo que significaba ‘esclavo’ o ‘forzado a hacer un trabajo pesado o monótono’ para designar a unas máquinas inventadas por el ser humano para realizar tareas pesadas en su lugar–.

De las panaderías y los barcos de la marina, las batidoras eléctricas pasaron al ámbito doméstico

La primera batidora eléctrica

Si me apuras, casi habría que retroceder hasta 1915 para encontrar a la Eva primigenia de los robots de cocina: pues como tal es factible considerar a la batidora eléctrica inventada por el ingeniero estadounidense Herbert Johnson, al parecer tras observar cómo un afanado panadero mezclaba trabajosamente la masa a mano con un cucharón metálico. El aparato diseñado por Johnson era una batidora o amasadora de brazo fijo –más próxima en su concepto y aspecto a lo que hoy se entiende por procesador de alimentos que a las actuales batidoras que tenemos por casa– y de tamaño y (aplicación) industrial. Por eso mismo cuando la Hobart Manufacturing Company, la compañía para la que trabajaba Johnson, comenzó a comercializarla, en 1915, su mercado potencial fueron las panaderías y pastelerías y… los barcos de la Marina estadounidense. Había que alimentar a la tropa.

Precisamente, tras la I Guerra Mundial, en 1919, la compañía sacaba por fin un modelo más modesto, el KitchenAid H-5 con un motor mucho menos potente y voluminoso y que ‘solo’ pesaba 30 kg, pensado ya para su uso doméstico. No obstante, las batidoras y procesadores de alimentos no se establecieron definitivamente en los hogares hasta la década de 1940, cuando los motores eléctricos adquirieron un tamaño suficientemente reducido, lo que iba a suponer la entrada de la humanidad –al menos la del primer mundo– en ‘la era de los electrodomésticos’. Y de la que, evidentemente, la cocina, el centro (de trabajo) de la vida doméstica, iba a ser una de las principales favorecidas.

El siguiente hito en esta historia es el lanzamiento, de nuevo, por la Hobart Company de su KitchenAid model K, en 1937: el primero de los modelos más pequeños, manejables y baratos que se impondrían a partir de entonces. Pero que aún seguía siendo (solo) una amasadora/batidora.

Los primeros procesadores de comida ya prometían realizar múltiples tareas culinarias con solo apretar un botón

Llega el procesador

El tránsito de batidoras a procesadores de cocina se iba producir en 1948, cuando el empresario Kenneth Wood –fundador de la compañía de electrodomésticos Kenwood– decidió dar un paso más y crear una máquina que realizase las tareas más pesadas de la cocina: veía así la luz el procesador (sí, ya procesador) de comida Kenwood A200 que prometía realizar múltiples tareas con solo apretar un botón. El procesador Kenwood permitía seleccionar entre cuatro velocidades de operación e incorporaba diversos accesorios intercambiables: dos recipientes, una batidora de hélice, una de varillas, una picadora, un exprimidor y hasta una función para sacar brillo a los cubiertos. Su único ‘pero’ era que aún conservaba un poco atractivo aspecto de herramienta de taller industrial. Lo que no evitó que tuviese un éxito inmediato.

La Braun Kitchen machine de 1957 definió la estética moderna de los procesadores y robots de cocina.
La Braun Kitchen machine de 1957 definió la estética moderna de los procesadores y robots de cocina.
Elke Wetzig

El siguiente gran salto, en este caso de diseño, nos lleva hasta 1957 cuando la compañía Braun presentaba un revolucionario procesador con una estética totalmente novedosa y, al parecer, inspirada en la escuela de la Bauhaus alemana: el Braun Kitchen Machine, un aparato mucho más compacto y ‘cúbico’, y con una reluciente carcasa de plástico que ocultaba el motor, ubicado en la base del mismo. El sofisticado y glamuroso diseño causó tal impacto que, en esencia, se ha mantenido desde entonces.

Aparecido en 1961, el procesador de alimentos Kenwood chef puede presumir de ser el antecesor directo de la Thermomix... y su fuente de inspiración.
Aparecido en 1961, el procesador de alimentos Kenwood chef puede presumir de ser el antecesor directo de la Thermomix... y su fuente de inspiración.

Apenas tres años después, la Kenwood volvía a la carga con un nuevo procesador que combinaba lo mejor de los dos mundos: el bautizado como Kenwood chef –sí, chef, nada de pinche o ayudante, toda una declaración de intenciones– adoptaba la nueva estética, con un aspecto tan vistoso y elegante que, cuando no estaba en acción, podía lucir sobre la encimera cual objeto decorativo. Y, además, lo combinaba "con su docena de maravillosos accesorios con los que mezclaba, licuaba, picaba, pelaba patatas, batía y montaba, mezclaba, rebanaba, trituraba, tamizaba, exprimía, hacía purés, molía el café y hasta abría latas", tal y como proclamaban sus anuncios publicitarios. Otro ‘boom’ de ventas.

Apenas un año después, en Alemania, la compañía Vorwerk sacaba a la venta su propio y sofisticado procesador de alimentos universal, el VKM5, que incorporaba siete funciones: remover, amasar, picar, rallar, mezclar, moler y exprimir.

Pero el definitivo y (r)evolucionario salto se iba a cocinar en Francia, donde el director general de la Vorwek para el país, impulsado por la evidencia de que en la ‘cuisine’ francesa las cremas –de la vichyssoise a la velouté, pasando por la créme brulée, la béchamel, etc.–, son poco menos que una religión, apostó por incorporar al aparato la función de calentado –alcanzaba los 120ºC–; con lo que el procesador de alimentos se trasmutaba en un artilugio, mejor aún en un robot, capaz de cocinar una comida (una crema, un puré,…) lista para servir directamente en el plato. La nueva y mejorada versión de la VKM5 salió al mercado en 1971 bajo el nombre de Thermomix VM 2000, primero en Francia y luego en los demás países europeos. Y el resto, como se suele decir, es historia…. e histeria, que fue lo que desató entre las amas de casa –y las que no lo eran en absoluto– que vieron en la Thermomix la solución a todos su dilemas.

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