Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de cine

El origen de la vida se cruza en un diálogo de la película 'Black Panther'

Este diálogo es de chiste: ¿saben aquel que dice que están un guionista, un rey, su primo y sus 2.000 millones de hermanos enfrascados en una vibrante discusión sobre el origen de la vida en África y de repente aparece una pantera negra?

Fotograma de la película ‘Black Panther’ (Ryan Coogle, 2018).
Fotograma de la película ‘Black Panther’ (Ryan Coogle, 2018).
Marvel Studios, Walt Disney Pictures

Tras la muerte de su padre, T’Challa retorna a su país para ocupar el puesto que le corresponde; pero cuando N’Jadaka, un misterioso guerrero que resulta ser su primo, le desafía y le usurpa el trono, T’Challa tendrá que convertirse en Black Panther para salvar a Wakanda y al mundo.

El diálogo de película

–Hay unos 2.000 millones de personas en el mundo como nosotros. Pero sus vidas son mucho más duras –recriminó N’Jadaka al rey T’Challa en alusión a sus ‘hermanos negros’–. Wakanda tiene las herramientas para liberarlas.

–¿Y qué herramientas son esas?

–Vibranium. Vuestras armas.

–Nuestras armas no se van a utilizar para declarar la guerra al mundo –zanjó el enojado monarca–. No es nuestro estilo ser juez, jurado y verdugo de personas ajenas a nuestra nación.

–¡¿Nuestra nación?, ¿la vida no empezó en este continente? ¿No somos todos un solo pueblo?!

–Yo no soy rey de todo el mundo. Soy el rey de Wakanda. Y es mi responsabilidad mantener a nuestra gente a salvo y que el vibranium no caiga en manos de gente como tú.

El gazapo

La realidad es que no se sabe con total certeza dónde se originó la vida, aunque la hipótesis más extendida y aceptada es que surgió en los océanos, y más en concreto en las chimeneas hidrotermales presentes en los fondos marinos. Si bien, a día de hoy, existen otras dos hipótesis que cuentan con suficiente respaldo por parte de los expertos como para ser tenidas en consideración. Pero ya te anticipo que ninguna de ellas pone el foco en Wakanda o en el continente africano.

De hecho, tan pretenciosa afirmación denota una antropocéntrica visión de la existencia –o dicho de forma más coloquial, pensar que somos el ombligo del mundo– y que la vida se restringe al ser humano –cuyo origen sí se sitúa en África–. La realidad es que para cuando, no ya el Homo sapiens, sino los primeros homínidos aparecieron, hacía eones que el planeta era un hervidero de vida.

De vuelta al debate real –entendido como el verdadero o principal, que no el del monarca wakandés– y tal y como se anticipó antes, hasta no hace mucho existía un consenso casi unánime acerca de que la vida había surgido en los océanos, entendidos como una sopa primigenia. Y más concretamente, y a raíz del descubrimiento en las últimas décadas del siglo XX, de florecientes comunidades de microorganismos en el entorno de las chimeneas hidrotermales que se abren en los fondos marinos emitiendo agua muy caliente y rica en minerales, lo que genera pequeños oasis propicios para la proliferación de vida en un ambiente por lo demás extremadamente hostil.

Sin embargo, contrariamente a lo que cabría esperar, conforme se ha avanzado en el estudio de la cuestión, las nuevas investigaciones y evidencias en lugar de resolverla lo que han hecho ha sido enmarañarla o complicarla.

Así, a día de hoy se barajan tres hipótesis principales que merecen la consideración de la comunidad científica. En contraposición –o no tanto– a la referida del origen marino, ha surgido otra que apunta a un origen terrestre en el equivalente a las chimeneas hidrotermales que se abren en la corteza continental, y más en concreto en las piscinas o charcas superficiales formadas alrededor de las mismas; allí se dan las condiciones para que tengan lugar reacciones químicas de combinación y enlace entre moléculas simples. Es decir, un origen acuático pero sobre el terreno. Un hipotético origen respaldado además por el descubrimiento de microbios fosilizados de hace unos 3.500 millones de años en un entorno (entonces) de esa naturaleza en el oeste australiano.

Pero es que aún queda margen –amén de espacio e incertidumbres– para una tercera vía que, de hecho, es bastante veterana, pero que en la actualidad ha cobrado nueva vigencia. La denominada teoría de la Panspermia, según la cual la vida no se originó en la Tierra, sino en algún otro lugar del universo y que habría llegado a nuestro planeta a bordo de algún meteorito.

La receta de la vida… y dónde se habría cocinado

Desde un punto de vista bioquímico la receta para la formación de la vida es bastante simple. Requiere solo unos pocos ingredientes: en primer lugar, elementos químicos con afinidad entre sí y capacidad para formar enlaces suficientemente estables para no romperse de forma inmediata, pero lo bastante dinámicos o flexibles para permitir que se formen nuevos compuestos a través de reacciones químicas. En segundo lugar, agua u otro medio donde puedan ocurrir estas reacciones. Y finalmente una fuente de energía que ponga en marcha dichas reacciones, que las ‘catalice’. Todos estos ingredientes confluyen en los entornos de las chimeneas hidrotermales; y en los de las fuentes termales (géiseres) terrestres. Recientes investigaciones señalan que estas condiciones pueden dar lugar a la formación de vesículas esféricas contenidas o limitadas por una capa de lípidos; estructuras que podrían ser las precursoras de las células o incluso los contenedores de las primeras células.

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