violencia de GÉNERO

Ataques con ácido: la atrocidad de la violencia machista

​La agresión a dos jóvenes pone sobre la mesa una realidad que viven las mujeres a las que sus maltratadores buscan dejar marcadas de por vida.

Málaga, 17 ene. (COLPISA, Álvaro Frías, Juan Cano y Fernando Torres
José Arcadio arrojó presuntamente ácido sulfúrico a su expareja y a una amiga de ella y se dio a la fuga

Es una atrocidad. Un intento del maltratador de robarle la identidad a su víctima, de marcarla, de materializar esa amenaza que han escuchado tantas de ellas: "Si no estás conmigo, no estarás con nadie". La agresión sufrida esta semana en Cártama (Málaga) por una joven y su amiga, a las que el exnovio de una de ellas arrojó ácido a la cara, pone sobre la mesa una realidad que viven miles de mujeres en todo el mundo. Aunque con algunas excepciones, la mayoría de estas agresiones tiene el machismo como denominador común. Niñas y mujeres son abrumadoramente el blanco de estos ataques.

La asociación Acid Survivors Trust International (ASTI) lucha para acabar con esta lacra social. Está especializada en atender estos casos, que se cuentan por miles cada año, especialmente en sociedades en las que la desigualdad entre hombres y mujeres es mayor y donde el machismo está aún muy arraigado. Por ejemplo, en países como India -la más castigada, con mil casos cada al año-, Pakistán o Bangladesh, donde los ataques con estas sustancias son más frecuentes y, a menudo, responden a una disputa doméstica o a un acto de venganza del hombre hacia una joven que rechaza el matrimonio.

Desde esta asociación subrayan que no solo se dan en Asia; también en Sudamérica y África. Europa no es ajena a esta realidad, donde las agresiones con ácido podrían incluso alcanzar las 3.000 al año, señalando a Reino Unido -aunque en su caso además de la violencia machista también se dan por robos o ataques racistas- e Italia como los países con una mayor incidencia.

La presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, Ángeles Carmona, precisa que este tipo de agresiones son residuales en España. En los últimos 20 años apenas se ha registrado media docena. Los más recientes son el caso de las dos jóvenes agredidas en Cártama y el de una mujer que resultó herida en Girona junto a su hija el pasado verano. Todos están marcados por el machismo. "Las agresiones con ácido son el exponente más salvaje de este tipo de hechos. Atentan contra la dignidad de la mujer, son un hecho atroz para dejarla marcada", precisa Carmona.

Detrás de estos ataques se encuentran maltratadores con una personalidad "absolutamente psicopática". Lo afirma un investigador de la Guardia Civil experto en crímenes y ataques violentos. El hecho de arrojar ácido a la cara a una mujer es una acción que pertenece a la psicopatía: "Ya no solo por la falta de empatía o por no importarle el dolor ajeno, sino también porque esa acción demuestra que el agresor tiene un marcado carácter posesivo y la intención de marcar a la víctima como si fuera ganado". "Su intención es que la víctima, cada vez que se mire al espejo, recuerde quién le hizo eso", añade.

Angélica Cuenca, psicóloga experta en casos de violencia machista, explica que los ataques con ácido por parte de los maltratadores se producen para impedir relaciones futuras de sus víctimas. "Persiguen el conmigo o con nadie más. No buscan matarlas, sino hacerlas desagradables para que nadie se fije en ellas". Acostumbrada a trabajar con jóvenes, la especialista recalca que, pese a la excepcionalidad de las agresiones con ácido, los ataques dirigidos a la cara y a la estética de las mujeres son un rasgo que se repite en la mayoría de los casos de maltrato: "Están obsesionados con que no se maquillen, sobre todo, con que no se pinten los labios de color rojo. Les prohíben que vistan con pantalón de pitillo o 'shorts', que se suelten el pelo... Quieren hacerlas feas, que no sean sexualmente llamativas ".

En una sociedad «tiranizada por la belleza», la inseguridad del maltratador le lleva a centrarse en el físico de su víctima. La psicóloga argumenta que ellos siempre las ven "más guapas y mejores", por lo que se obsesionan con afearlas. También hay una implicación muy directa en las redes sociales como Instagram, donde los chicos llegan a prohibir a las víctimas subir fotos en las que usen filtros para salir más favorecidas y les piden sus claves para controlarlas. A las amigas de Sandra, la joven atacada en Cártama por su exnovio, apodado el Melillero, les extrañó que ella, con lo activa que era en redes, cerrara varias veces su perfil en los últimos meses. Ahora ya saben por qué.

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