GASTRONOMÍA

De peluquera a genial bodeguera

​La australiana Jane Eyre se consagra en el exigente y competitivo sector del vino francés en el que aterrizó como una paracaidista hace dos décadas.

Madrid, 17 ene. (COLPISA, Miguel Lorenci)
Botella de vino tinto
Botella de vino tinto
Pixabay

"Yo era más de gin tonic. El vino me interesaba, pero nunca había bebido un borgoña". Lo confiesa sin complejos Jane Eyre, una expeluquera que no sabía nada de vinos hace veinte años y que acaba de ser elegida comerciante del año del sector en Francia. Es la primera mujer que lo logra. Hace dos décadas aterrizó como una paracaidista en la región vinícola de Borgoña. No sabía nada de vides y hoy es una maestra.

"Todo se debe a la suerte", explica a AFP esta dama que comparte nombre y rebeldía con el personaje de Charlotte Brontë. Peluquera en Melbourne (Australia), se aburrió de lavar y peinar cabezas. Tras diez años de profesión, soñaba con otra vida. Y una de esas conversaciones de peluquería cambió su destino. "Debe conocer a mi marido", le dijo una clienta casada con un periodista gastronómico. De una cena con él salió con la dirección de la bodega Domaine Chevrot, en la costa de oro del vino francés.

En septiembre de 1998, con 27 años, cruzó el mundo y pasó un mes vendimiando. "Me gustó de verdad", dice. Regresó a Melbourne, cerró su peluquería y estudió enología. Durante cinco años vivió a caballo entre Australia y Borgoña, hasta que en 2004 se instaló en la región vitivinícola. En 2006 era la mano derecha de Christopher Newman, propietario de una bodega en Beaune que Eyre acabaría comprando en 2011.

"No hay nada mejor que hacer tu propio vino", se ufana hoy olfateando el aroma de un Vergelesses Premier. "Empecé de cero. Una amiga me prestó 5.000 euros y mi jefe me dio mi primer tonel nuevo", recuerda la espigada rubia de ojos azules que dejó perplejos a sus vecinos bodegueros. En Borgoña dominan el negocio las grandes familias del vino "y no siempre fue fácil comprar uva". "Tuve que demostrar mi valía", explica. Logró ser admitida en los exclusivo círculos vinícolas y que legendarios restaurantes como La Tour d'Argent de París le hicieran encargos.

Con estrellas

La 'Revue des vins de France' (RVF, revista de los vinos de Francia) le otorgó una estrella hace cuatro años y otra el pasado. La semana pasada Eyre se convirtió en la primera mujer elegida por RVF como comerciante del año. En 2019, este título recayó en el grupo Duglot de Burdeos, fundado en 1886 y un Goliat del vino con una reserva de diez millones de botellas. Eyre es a su lado un David con 20.000 botellas anuales. Su micronegocio no tiene locales propios y los comparte con el 'wine lab' de Château de Bligny, una incubadora de talentos.

"Nunca imaginé que ganaría algo así", dice Eyre. Se ha impuesto a los más grandes por "talento" y con vinos "delicados, hechos a mano", explica RVF, una guía Michelin de los vinos. "Es increíble. Ni siquiera soy francesa. Soy una mujer, y hace cuarenta años las mujeres estaban vetadas en las bodegas durante cierto periodo del mes. Este premio muestra que los franceses no son los únicos que pueden hacer vinos elegantes", celebra.

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