entrevista

Elena Gil: "La geometría ayuda a los niños con discapacidad"

Profesora de Matemáticas en el Colegio Sagrado Corazón y en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, Elena Gil Clemente (Zaragoza, 1965) dirige, además, la Sociedad de Estudios sobre el Síndrome Down Sesdown-Trisomía 21, donde imparte talleres de matemáticas para niños con discapacidad intelectual. 

Elena Gil en su taller de matemáticas
Elena Gil en su taller de matemáticas
Toni Galán

Acaba de publicar ‘Matemáticas que suman. Didáctica para la iniciación de los niños con discapacidad intelectual’ (Horsori). Seguro que para muchos docentes esa tarea será un desafío.

Precisamente el libro trata de animar a los maestros, no tanto a enseñar matemáticas a los niños con discapacidad intelectual como a usarlas como instrumento de crecimiento. Las matemáticas les hacen poner en juego muchas capacidades que otras disciplinas no pueden.

¿Y usted cómo lo consigue?

Creamos una atmósfera especial y, a través de la mímesis, ellos se identifican con una historia. Entonces, ya saben que lo que van a hacer tiene que ver con pensar, con pesar cosas, con medir, con comparar, con números… y entran en otra dimensión.

¿Qué recursos utiliza?

En los talleres utilizamos la geometría. A veces, se piensa que las matemáticas son solo números. Y sí, los niños con síndrome Down, con los que trabajamos, tienen dificultad con las relaciones numéricas. Sin embargo, la geometría es diferente porque se ve; porque es la forma en la que tú conoces el mundo, y hemos comprobado que estos niños en geometría no tienen desventaja.

Un ejemplo, por favor...

Imagínese que vivimos en el Polo Norte y tenemos que abrir un círculo en el hielo para pescar. Pues ellos saben distinguir entre el círculo grande y el pequeño. Y si no lo tienen claro, pues meten uno dentro del otro para ver cuál sobresale; tienen esa intuición geométrica de la comparación.

¿Qué la llevó por este camino?

Siempre me gustó enseñar matemáticas a niños que no las entendían. El mundo de la discapacidad para mí no existía, pero hace 14 años nació Luis, mi quinto hijo, con síndrome Down. Y si había podido ayudar a tantos niños a aumentar la confianza en sí mismos y a mejorar sus capacidades, ¿por qué no iba a poder hacerlo con mi hijo y otros niños como él?

Pero las matemáticas son difíciles para casi todos, ¿o no?

Sí. Pero también lo son por cómo se las presentamos los maestros, por la inseguridad con la que los niños se enfrentan a ellas. Para empezar, a los problemas ya los llamamos ‘problemas’, poniendo ya al niño en una situación que supone una dificultad.

¿Cómo pueden mejorar las matemáticas la vida de un niño con síndrome Down?

Hemos descubierto que mejoran su forma de comunicarse. Les ayudan a ver el mundo de otra manera. Son niños con muchos problemas, algunos ni hablan ni oyen, con una conexión con el mundo muy difusa, y las matemáticas les enseñan a poner un poco de orden en ese mundo de caos, por ejemplo, a ordenar el paso del tiempo: primero hago una cosa, después, otra... La geometría les ayuda a desarrollar la capacidad de abstracción, que es lo más complicado.

¿Qué es mejor para ellos, una escuela ordinaria o de educación especial?

Mi hijo Luis va a un centro de educación especial. Necesita un ambiente relajado, su propio tiempo y compañeros que trabajen al mismo ritmo. Pienso que no es tan importante dónde está el niño como que tenga derecho a hacer lo mismo que hacen los demás. Si por estar incluido está haciendo sumas toda su vida, en lugar de aprender lo que realmente necesita, eso no es inclusión, eso es exclusión dentro de un aula ordinaria.

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