Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cosas de la vida

¿Tienen cultura los animales?

Durante mucho tiempo hemos creído que la cultura era exclusiva del ser humano –«la ignorancia se halla siempre bien dispuesta a admirarse», decía Nicolás Boileau–, pero entre otras especies también hay comportamientos adquiridos por aprendizaje social.

Los clanes de los cachalotes se diferencian por sus dialectos
Los clanes de los cachalotes se diferencian por sus dialectos
Harum.K

El ser humano es un animal único, extraordinario, inigualable y especial… hasta que se demuestra lo contrario. O por lo menos, esto es lo que ha ocurrido con la cultura. Creíamos que era una característica única del ser humano, pero empezamos a estudiar al resto de animales. Por supuesto, no me refiero al concepto de cultura tradicional antropocéntrica que implica conocer obras literarias, los hits de los noventa o reconocer el Guernica de Picasso, eso puede que sí sea exclusivo de algunos humanos. La literatura científica actual define cultura como la información o comportamientos que se adquieren, no de forma innata por nuestros genes, sino por aprendizaje social. También es necesario que los comportamientos se transmitan a lo largo del tiempo de generación en generación. Es decir, la cultura necesita aprendizaje social, pero no todos los comportamientos adquiridos por aprendizaje social se consideran cultura.

Las primeras evidencias de cultura en el resto de animales vinieron, cómo no, de la mano de nuestros parientes más cercanos los chimpancés. Enseguida le siguieron otras especies de primates como los capuchinos y de mamíferos con grandes cerebros como los elefantes y delfines. Por supuesto, no se tardó en descubrir que los cuervos, aves de elevadas capacidades cognitivas, también tenían cultura. Con estos descubrimientos, dejaba de ser una cualidad exclusiva del ser humano y pasaba a reconocerse también en animales con una gran inteligencia. Hoy en día ya se ha demostrado que hasta las famosas moscas del vinagre (Drosofila melanogaster) y los abejorros (Bombus terrestres) están dentro del club.

Parece ser que la cultura está mucho más extendida de lo que se creía y esto es maravilloso. Con tanta diversidad, los científicos disponen de mucha más información para llevar a cabo sus estudios, dar respuesta a sus preguntas y plantear nuevas. Por ejemplo, los cachalotes tienen distintos clanes que se diferencian por sus dialectos y rara vez se ha documentado que los clanes tengan contacto entre sí a pesar de encontrarse en una misma área. ¿Las diferencias culturales están provocando esta segregación? ¿Qué consecuencias genéticas y evolutivas podría tener esto? Ahora podemos estudiar más en profundidad el papel que ha tenido la cultura en la evolución, comprendiendo de qué manera podría afectar a los genes.

Un ejemplo popular de cómo la cultura puede influir en la evolución de los seres humanos es el gen de la lactasa. Originalmente todos los humanos adultos eran intolerantes a la lactosa pero, por una mutación, se generó un gen que permitía digerir la leche. Solo en aquellas culturas que desarrollaron la producción lechera aumentó la presencia de este gen. Así, un comportamiento cultural llevó a una diferenciación genética. También se ha propuesto que la cultura pudo ser clave en la evolución de nuestro cerebro, pero solo estamos empezando este fascinante camino que, sin duda, tendremos que recorrer observando al resto de especies.

Referencia:  Allen, J. A. (2019). 'Community through Culture: From Insects to Whales'. BioEssays

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