Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cosas de la vida

¿Cómo nos encuentran los mosquitos?

Para poder desarrollar repelentes eficaces, los científicos estudian las pistas que utilizan para encontrarnos y darnos después un buen picotazo.

Un mosquito, listo para hincar el diente
Un mosquito, listo para alimentarse
Pixabay

¡Los mosquitos, ese dichoso animal que se alimenta de nuestra sangre dejándonos un terrible picor y transmitiéndonos enfermedades! Algunas especies son auténticas expertas en alimentarse a base de sangre humana y siempre se las apañan para encontrar nuestras habitaciones y darse un buen festín. Para poder desarrollar repelentes eficaces contra ellos, los científicos están estudiando las pistas que utilizan para encontrarnos, desde el primer estímulo que les incita al vuelo hasta el momento en que se posan en nuestro cuerpo.

Lo primero que detecta un mosquito, a una distancia aproximada de 10 metros, es el CO2 que expulsamos al respirar, mediante unos receptores que tienen en la boca, concretamente en las maxilas. Es entonces cuando el mosquito alza el vuelo para aproximarse a nosotros.

Lo siguiente que detecta es nuestro olor corporal, es decir, el conjunto de compuestos químicos volátiles que desprendemos del cuerpo. Gran parte de estos compuestos proviene de los microorganismos que viven en nuestra piel. Los captan mediante receptores olfativos que se encuentran en distintas partes del mosquito, como en las antenas, maxilas y probóscide. Los olores son especialmente importantes para detectar al tipo de hospedador que les interesa.

A distancias cortas (menos de 1 metro) es el calor lo que más atrae a los mosquitos. Por ejemplo, en un estudio se comprobó que, tras recibir el estímulo del CO2, se paraban en objetos que estaban a la temperatura humana. En la punta de las antenas, los mosquitos tienen neuronas que responden a los cambios de temperatura. Lo curioso es que las de una antena se activan cuando sube la temperatura y las de la otra cuando baja. Se piensa que es la integración de la información de estas dos neuronas antagonistas la que permite a los mosquitos responder a nuestro calor corporal, aunque los sensores que detectan estos cambios aún se desconocen.

Por si fuera poco, también se guían por la vista. Tienen ojos compuestos que son sensibles a los cambios de luz. Incluso los mosquitos nocturnos son capaces de detectar estos cambios cuando hay poca. Se piensa que el CO2 y el olor corporal son los que hacen que el mosquito preste atención a las pistas visuales que, junto con el calor, son las que les llevan definitivamente a nosotros.

Al posarse, nos reconocen mediante receptores del gusto que tienen en las patas. Enseguida perforan la piel para extraer la sangre de pequeños vasos sanguíneos. Las partes de la boca se han especializado para alimentarse de sangre y tienen células sensoriales en forma de pelitos que les ayudan a localizar la sangre bajo la piel.

Los mosquitos necesitan integrar la información de varias de estas pistas para llegar con éxito a nosotros. Esto es importante para diseñar trampas atrapa-mosquitos, ya que tendrán que dar distintos tipos de pistas falsas, teniendo en cuenta tanto la concentración de CO2, el olor y el calor.

Los repelentes suelen actuar contra la pista del olor, bien produciendo olores que les son desagradables o neutralizando los nuestros. Sin embargo, seguro que coincidís conmigo en que aún no se ha encontrado el método infalible contra, ya me perdonaréis, estas 'máquinas del infierno'. Así que solo queda seguir investigando.

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