Ni libros ni rosas en las calles de Barcelona en las primeras horas del Sant Jordi de verano

Los rebrotes de la Covid-19 han deslucido una jornada que se ideó para intentar compensar las pérdidas de los sectores del libro y la flor y para dar a los catalanes la posibilidad de disfrutar de una fiesta muy arraigada.

Aspecto de las Ramblas de Barcelona este jueves, cuando Cataluña celebra una jornada atípica de Sant Jordi
Aspecto de las Ramblas de Barcelona este jueves, cuando Cataluña celebra una jornada atípica de Sant Jordi
Enric Fontcuberta/EFE

Barcelona ha despertado esta mañana de jueves como un día más de la nueva normalidad, sin apenas muestras visibles del llamado "Sant Jordi de verano", que se celebra hoy jueves, después de que el pasado 23 de abril, tradicional Diada de Sant Jordi, fuera imposible hacerlo por el confinamiento.

Los rebrotes de la Covid-19 han deslucido una jornada que en un principio se ideó para intentar compensar las pérdidas de los sectores del libro y la flor y para dar a los catalanes la posibilidad de salir a la calle a disfrutar de una fiesta muy arraigada, dos meses después de la fecha tradicional.

Durante las primeras horas de la mañana, ninguna librería había sacado a la calle sus libros en el centro de la ciudad ni ningún vendedor de rosas había instalado un puesto de venta de flores.

Tan solo alguna pequeña librería de barrio había empezado a preparar pequeños tenderetes y se podían contar con los dedos de la mano los vendedores de rosas ocasionales que, situados cerca de las bocas del metro de diferentes puntos de la ciudad, miraban desalentados las flores que llevaban en un cubo y que poca gente se animaba a comprar.

También las panaderías ofrecen desde primera hora panes y pasteles de Sant Jordi, con las cuatro barras de la bandera catalana hechas con sobrasada o mermelada, y en la puerta de las librerías cuelga el cartel del Día del Libro y de la Rosa, con el anuncio del 10% de rebaja; pero poco más.

Tradicionalmente, las aglomeraciones de Sant Jordi son por la tarde, pero por la mañana ya suele haber mucha actividad en las librerías, que montan sus paradas exteriores y hay calles cortadas en el centro, estudiantes con tenderetes dispuestos a ganar dinero para el viaje de fin de curso y floristas mostrando sus mejores rosas.

Pero este año la celebración se ha visto condicionada por las restricciones de la pandemia y, si el 23 de abril fue un Sant Jordi virtual, en el que la gente compraba libros y rosas por internet, el 23 de julio va a ser un día para "expresar un sentimiento de esperanza en el futuro y de recuerdo por las personas afectadas por la pandemia regalando rosas blancas y rojas", según los gremios organizadores.

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