Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

Autocaravanas, un invento con más de cien años

Disfrute del aire libre, planes en un entorno de proximidad, independencia, libertad para ir y venir, mayor sensación de seguridad sanitaria... son las bazas que están haciendo triunfar este verano al turismo de caravana. Justo cuando se cumplen 110 años de la invención de esta fórmula rodante.

Autobús reconvertido en casa rodante por Conklin.
Autobús reconvertido en casa rodante por Conklin.
Library of Congress

Entre unas cosas y otras ya ha llegado este atípico verano. Y con él, el momento de que los más intrépidos y/o afortunados planifiquen sus vacaciones estivales; para las cuales la mayoría parece que se decantará por el turismo de proximidad, así como por las caravanas y autocaravanas y su garantía de descanso y relax en un entorno íntimo, privado y controlado.

Apuesta que llega justo cuando se cumplen 110 años de la invención de las viviendas rodantes recreativas. Sí, porque al parecer la primera vez que se vio un vehículo de esta índole fue en 1910, y en Nueva York, donde se presentó en sociedad el Pierce-Arrow’s Touring Landau; que atendía a la creciente popularidad del movimiento campista en EE. UU. No obstante, no se trataba de verdaderas autocaravanas, sino de chasis de coches familiares y vehículos de carga adaptados para esta novedosa función.

Aún hubo de transcurrir otro lustro hasta 1915, año en que apareció la primera autocaravana tal y como las conocemos hoy en día –o casi–. Roland Conklin, el dueño de la Gas-Electric Motor Bus Company, planificó para las vacaciones familiares un viaje por todo el país en un vehículo que bautizó como ‘Gypsy van’: un autobús de dos plantas y casi 8 metros de longitud reconvertido en una casa rodante dotada con todas las comodidades imaginables para resultar el alojamiento más lujoso y confortable posible. Incorporaba un generador eléctrico, cocina totalmente equipada, camas, mesa de comedor, sofás, escritorio, biblioteca, fonógrafo e incluso una ‘alfombra-jardín’.

La gran repercusión y cobertura que recibió el viaje de los Conklin por parte de los medios de comunicación en su periplo nacional a bordo de tan extraordinaria casa rodante motivó que muchos compatriotas soñasen con pasar sus vacaciones al volante de un vehículo semejante. Las autocaravanas habían entrado en nuestras vidas. O, mejor dicho, en las de los más privilegiados. Porque una cosa es que muchos americanos soñasen con su propia ‘Gypsy van’ y otra bien distinta que pudiesen permitírsela.

Por lo mismo, y aunque para 1920 ya había varias casas que comercializaban esas ídems rodantes, lo cierto es que se trataba de un mercado muy reducido y exclusivo. Y la mayor parte de los campistas tenían que conformarse con cargar una tienda de campaña en el maletero o, en el mejor de los casos, en remolques donde iba montada la tienda.

Lo que nos sitúa en la antesala del origen de las caravanas entendidas como viviendas rodantes remolcadas.

Estas aparecieron en 1929, cuando Arthur G. Sherman, presidente de una compañía farmacéutica en Detroit, decidió reemplazar la endeble tienda de lona por un habitáculo rodante más sólido, robusto y resistente y encargó a un carpintero construirle una casa de madera remolcable de 3 metros de largo y 2 de ancho con ventanas y equipada con sofá-cama, fresquera, estanterías, horno y mesa. Muy alejada de las lujosas autocaravanas-a-la-Gyspy van, pero también bastante más asequible. El interés que suscitó entre sus amigos y vecinos motivó que Sherman y presentase su caravana en el Detroit Auto Show de 1930. Justo en el lugar y el momento adecuado. El lugar porque en Detroit se concentraba la industria automovilística estadounidense; y el momento porque entonces el país se sumió en la brutal crisis económica conocida como Gran Depresión. Contrariamente a lo que cabría imaginar, aquello supuso un impulso para el recién nacido mercado de las caravanas. Muchos americanos que no podían permitirse afrontar el coste de una vivienda convencional, encontraron en las caravanas una alternativa económica como su nuevo hogar permanente, el origen de los parques de caravanas a modo de ‘barrios residenciales periféricos’ que podemos ver en muchas en películas y series americanas. A finales de la década, se habían vendido más de 20.000 unidades, muchas de ellas de la Wagon Covered Company fundada por Sherman y constituida en la gran dominadora del mercado.

La popularización de las caravanas como la alternativa vacacional que son hoy en día se produjo en los EE. UU. de la década de los cincuenta. Tras la II Guerra Mundial, el retorno de muchos soldados propició un ‘boom’ de jóvenes familias trabajadoras que encontraron en aquellas la forma perfecta de disfrutar de sus vacaciones recorriendo la moderna red de carreteras interestatales que conectaba la nación y los numerosos cámpines que la orillaban.

Entre tanto, las autocaravanas seguían siendo un producto exclusivo. Algo que solo cambiaría a partir de 1967, cuando la compañía Winnebago comenzó a producir la publicitada como ‘primera Motorhome para las familias americanas’ con un precio en consonancia.

Finalmente, fueron la televisión y el cine los que propiciaron la difusión de aquella ‘American way of life’ de ir de ‘holidays’ al resto del mundo.

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