Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

Ciencia en tiempos de confinamiento

Tal y como hemos podido comprobar en primera persona, estar confinados no significa ni mucho menos estar inactivos o abandonar nuestra labor profesional ni nuestras aficiones. Puede suponer una oportunidad para explorar nuevas opciones en ambos ámbitos. Y en el caso de la ciencia y los científicos tampoco es diferente.

Durante su encierro, Alhazen inventó la ‘cámera obscura’
Durante su encierro, Alhazen inventó la ‘cámera obscura’

Algunos de los descubrimientos más relevantes de la historia se los debemos a científicos confinados o que, como poco, apostaron por algún motivo o impulso por el #quédateencasa. Al fin y al cabo el confinamiento invita a la observación y la reflexión, que junto a la experimentación –que también se presta en estas circunstancias– constituyen los tres pilares de la ciencia.

Tal vez el caso más paradigmático de científico confinado sea el de Ibn Al-Haytham, más conocido por el nombre latino de Alhazen; quien nació en Basra, en el actual Iraq, en el año 965. Tras haberse formado como ingeniero, tan seguro estaba de sus capacidades que no tuvo reparo en afirmar que si le dieran la oportunidad, sería capaz de construir una presa que solucionase de una vez por todas el problema de las crecidas anuales del Nilo. Y eso, sin haber llegado a ver nunca el río ni las inundaciones que provocaba.

Cuando la presuntuosa afirmación llegó a oídos del califa egipcio Al-Hakim, este no dudó en invitar a Alhazen a su palacio en El Cairo para encomendarle la misión. Pero cuando Alhazen, acompañado del séquito de ingenieros y ayudantes que el califa había puesto a su servicio, se encontró por fin con el río, comenzó a remontarlo y fue descubriendo su verdadera magnitud, comprendió la imposibilidad de su plan.

Al parecer, al alcanzar la localidad de Aswan, ya bastante alejada de la costa y donde el Nilo todavía mantiene un cauce de más de un kilómetro y medio de ancho y se ramifica en múltiples corrientes, se convenció de que aquella tarea era inviable con la tecnología disponible –de hecho, la gran presa del Nilo no se hizo realidad hasta el siglo XX–.

Sin embargo, conocedor de la ira del califa y temeroso de las consecuencias y represalias que su fracaso podía suponer, Alhazen fingió haberse vuelto loco, haber perdido el juicio. Según la ley islámica, los dementes no podían ser ejecutados ni exiliados al no ser responsables de sus actos. Solo podían ser recluidos en arresto domiciliario sin contacto con el mundo exterior para protegerlos a ellos mismos y a los demás.

De este modo, durante los siguientes diez años y hasta la muerte del califa, Alhazen permaneció confinado y apartado del mundo. Fue durante este cautiverio cuando se volcó en el estudio de la ciencia o, como se decía entonces, de los fenómenos naturales. Y en concreto de la luz, su naturaleza, la visión y las propiedades ópticas de distintos materiales.

Según la leyenda, un día, en la sombría estancia en la que estaba recluido, observó que los rayos de luz que se filtraban por las rendijas de las ventanas tapadas, proyectaban imágenes del exterior en la pared opuesta. Sucediese así o no, lo cierto es que fue durante su encierro que Alhazen descubrió que la luz viajaba en línea recta y cuando también inventó la ‘cámera obscura’.

La invención de la ‘camera obscura’

Alhazen comenzó a experimentar con la luz. En uno de sus experimentos más conocidos, dispuso una cortina o separación con un orificio. En un lado colocó cinco lámparas que emitían luz de diferentes colores en paralelo. De este modo comprobó que en la pared opuesta se proyectaban cinco sombras cada una de un color diferente. Además, cuando tapaba una de las lámparas, su sombra o proyección desaparecía. Y los cinco haces de luz, aunque confluían en el orificio, no se mezclaban, sino que emergían de forma independiente –en lo que supuso la primera intuición de la naturaleza compuesta de la luz que siglos más tarde descubriría Newton al descomponer la luz blanca en el espectro visible–. Todo lo cual le llevó a concluir que la luz viajaba en línea recta. La invención de la ‘camera obscura’ es una consecuencia de estos experimentos.

Por ‘camera obscura’ se entiende una estancia a oscuras con un pequeño agujero en una de sus paredes por el cual la luz del exterior penetra y se proyecta a modo de imagen invertida en la superficie opuesta. Se sabe que Alhazen fabricó un modelo portátil, a modo de tienda, para mostrar sus descubrimientos durante sus viajes.

Y eso que Alhazen no contaba con la inestimable y muy agradecida (sobre todo en esta situación) fuente de inspiración y motivación que constituyen las redes sociales e internet, que en estas circunstancias, más que nunca, se han llenado de ofertas y propuestas de actividades, talleres, retos o tutoriales para realizar con los materiales que tengamos por casa. Por ejemplo, manualidades y recortables de cartulina.

Los recortables de Mendeliev

Al respecto es bien conocido el caso de Mendeliev el creador de la Tabla Periódica de los elementos Químicos, quien el 1 de marzo de 1869, decidió no acudir al trabajo y quedarse en casa para concretar una idea que le rondaba por la cabeza. Para lograrlo, preparó un taco de toscas tarjetas en las que escribió los símbolos, pesos atómicos y principales propiedades de cada uno de los elementos químicos conocidos por entonces y comenzó a disponerlas en función de su peso atómico en una serie de columnas, jugando una suerte de ‘solitario químico’ que le llevó a descubrir "que los elementos ordenados atendiendo a sus pesos atómicos presentan una evidente periodicidad en sus propiedades", tal como enunciaría, fechas más tarde, en su Ley de la periodicidad. Y tal y como sintetizó en el primer boceto de su Tabla.

Que estos ejemplos y estas líneas nos sirvan de entretenimiento, motivación e inspiración a todos los científicos, aspirantes a serlo o, simplemente, aficionados y amantes de la ciencia que hemos vivido tantas semanas de necesario encierro. También ahora, en la desescalada, #quédateencasa y que la ciencia te acompañe.

Plantilla del modelo molecular del ADN de Watson y Crick.
Plantilla del modelo molecular del ADN de Watson y Crick.
Science Museum London

Los recortables caseros de Watson

Menos conocido, aunque no menos trascendental, es el episodio protagonizado por James Watson, codescubridor junto a Francis Crick de la estructura en doble hélice del ADN y quien también recurrió a los recortables de cartulina en busca de inspiración. Tal y como él mismo narra en su libro ‘ADN: el secreto de la vida’: "Ya sabíamos que las moléculas de ADN constaban de múltiples copias de una única unidad básica, el nucleótido, que se presenta en cuatro formas: adenina (A), timina (T), guanina (G) citosina (C). Había pasado la tarde anterior haciendo recortes en cartulina de estos componente y ahora, una tranquila mañana de sábado sin que nadie me molestara, podía entremezclar y disponer al azar las piezas del rompecabezas tridimensional. ¿Cómo iban a encajar todas juntas? Enseguida me di cuenta de que un simple esquema de emparejamientos funcionaba a la perfección: A encajaba limpiamente con T y G con C. ¿Se trataba de esto? ¿Constaba la molécula de dos cadenas unidas entre sí por pares A-T y G-C? Era tan sencillo y hermoso que casi tenía que ser cierto. Crick comprendió inmediatamente que mi idea de emparejamientos insinuaba una estructura de doble hélice en la que las dos cadenas moleculares giraban en direcciones opuestas".

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