día del libro

Claves para escribir un cuento infantil

Además de distraerles y entretenerles, los libros también sirven para descubrir mundos hasta ahora desconocidos para los más pequeños.

Un autor de relatos infantiles ha de ser capaz de ponerse en la mente de un niño.
Un autor de relatos infantiles ha de ser capaz de meterse en la mente de un niño.
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A pesar de su corta edad, los niños pueden llegar a ser uno de los públicos más exigentes. Atraer su atención no siempre es fácil, por lo que, para conseguirlo, un buen relato infantil tiene que contar con una serie de ingredientes indispensables para que la receta funcione. Además de distraerles y entretenerles, los libros infantiles también sirven para descubrirles mundos hasta ahora desconocidos para ellos.

La principal habilidad con la que ha de contar un autor de relatos infantiles es con la de meterse en la mente de un niño. El lenguaje ha de ser sencillo y breve, y condensar en el menor número de palabras el universo más grande posible. El exceso de información puede confundirles y hacer que pierdan la concentración. Para ello, el escritor deberá preguntarse si, como niño, la redacción le parece interesante, divertida o estimulante, desprendiéndose de los filtros de adulto.

Cuando un menor pide que se le lea un cuento, lo que pretende es disfrutar de un momento placentero en compañía de sus adultos de referencia o, si es más mayor, en soledad. Por eso, la historia a contar ha de ser agradable, entretenida y positiva, aunque sin que esta llegue a edulcorar de una forma demasiado artificial la realidad. Se trata de dar pinceladas sin profundizar en los aspectos más oscuros de la vida, proyectando el lado amable de las cosas. Generalmente, la literatura infantil ofrece historias en las que se plantea un problema u objetivo y su posible resolución o consecución para que los lectores extraigan una lección. A la hora de elegir el tema que se va a tratar, es importante tener en cuenta que, en función de la edad del destinatario, este puede resultarle ajeno y no llegar a comprender bien su sentido. 

Por otro lado, el protagonista ha de ser único y especial, de una manera en la que los lectores puedan identificarse. Para construir el universo en el que interactuará con el resto de personajes, la literatura infantil permite dar rienda suelta a la imaginación y derribar ciertos límites, admitiendo hipérboles. 

Por último, la estructura ha de ser la típica de introducción, desarrollo, desenlace y moraleja, intentando no perder la atención de los lectores en ninguna de las fases.

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