¿Te imaginas un huevo sin cáscara?

Las vacaciones de Semana Santa ya están aquí y estos días podemos aprovecharlos para hacer divertidas actividades con nuestros hijos, como este experimento científico  muy sencillo de hacer y que seguro que sorprenderá a pequeños y grandes. Un ejercicio científico, que está pensado para alumnos y  alumnas de primaria pero que, con ayuda, también pueden realizar niños más pequeños. Porque la ciencia no es algo inalcanzable, está en todo lo que vemos. 

"Todos estamos rodeados de ciencia: en nuestro propio cuerpo, en el medio físico que nos rodea, en las actividades que hacemos. La ciencia contribuye a entender lo que nos sucede. El método científico desarrolla en las niñas y niños la deducción, la intuición y la creatividad, además de la observación y la experimentación", indica Ana Gloria Benedet, profesora de tercero de primaria del C.P. Zalfonada, quien nos enseña a hacer este truco que ella ya ha hecho con sus alumnos gracias a la ayuda de María Busons, estudiante de prácticas de la Facultad de Educación.

¿Qué materiales necesitamos?

Para poder realizar esta actividad neceisitamos: un vaso de cristal, un huevo fresco y vinagre blanco. Son materiales que tenemos en casa.

Paso a paso

En primer lugar, introducimos el huevo en el vaso con mucho cuidado. Y llenamos el vaso con el vinagre, de forma que el huevo quede cubierto.

¿Qué ocurrirá?

Y ahora, planteamos la hipótesis: ¿Qué ocurrirá? ¿Por qué? Pueden darse muchas posibilidades: que el huevo se deshaga, que le salgan raíces, que salga un pollito, que cambie de color, que se vuelva blando...Dejamos que vaya pasando el tiempo. Todos los días lo miramos y observamos los cambios que hay. Poco a poco la cáscara va cambiando de color.

Un final sorprendente

Pero, ¿qué pasará al final? Al sacar el quinto día el huevo del vaso, ¡no tiene cáscara! "Todo esto se debe a que se ha producido una reacción química que disuelve la cáscara del huevo (el vinagre está formado por ácido acético y la cáscara de huevo por carbonato de calcio). La membrana interior que rodea al huevo es más gruesa y gomosa", matiza Ana Gloria Benedet.

Además, podemos probar, con mucho cuidado de nuevo, a dejarlo caer desde muy poca altura sobre la mesa...¡Rebota! No se rompe. Se ha convertido en ¡un huevo saltarín!

Para los más pacientes

Os proponemos otro experimento: ¿Qué ocurrirá si introducimos un hueso de pollo, ya limpio, en vinagre? (Este juego tarda más días en solucionarse, pero merece la pena hacerlo).

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