El coronavirus, ¿una oportunidad perdida para la paz?

El llamamiento del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a un alto el fuego mundial para luchar contra el coronavirus ha sido bien acogido por distintos grupos armados.

Marta Rullán
Los científicos dan grandes pasos en la lucha contra el coronavirus. Un equipo estadounidense ha ensayado una vacuna en ratones y ha obtenido resultados muy prometedores. Aún es pronto para determinar su eficacia y esperan poder probarla en humanos en los próximos meses.
Los científicos dan grandes pasos en la lucha contra el coronavirus. Un equipo estadounidense ha ensayado una vacuna en ratones y ha obtenido resultados muy prometedores. Aún es pronto para determinar su eficacia y esperan poder probarla en humanos en los próximos meses.

El llamamiento del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a un alto el fuego mundial para luchar contra el coronavirus ha sido bien acogido por distintos grupos armados, pero no parece que la pandemia global que ha paralizado casi todo el Planeta sea capaz de detener las guerras.

De Colombia a Filipinas, pasando por Siria, Yemen, Libia, Camerún o Sudán, algunos de los bandos implicados en esos conflictos se han mostrado receptivos a la petición lanzada el 23 de marzo por Guterres, a la que el papa Francisco se sumó el pasado domingo.

"Cesen las hostilidades. Dejen de lado la desconfianza y la animosidad. Silencien las armas, detengan la artillería, pongan fin a los ataques aéreos. Es crucial que lo hagan", urgió Guterres, que avisó de que los países con sistemas de salud destruidos y con multitud de desplazados y refugiados son especialmente vulnerables.

El papa se unió al llamamiento, pidió la apertura de corredores humanitarios y mostró su deseo de que "el empeño conjunto contra la pandemia pueda llevar a todos a reconocer nuestra necesidad para fortalecer los lazos fraternos como miembros de una familia humana".

Colombia

La guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció este domingo un cese el fuego unilateral durante todo el mes de abril como "gesto humanitario (...) con el pueblo colombiano, que padece la devastación del coronavirus".

La iniciativa del principal grupo guerrillero del país tras la firma de la paz con las FARC incluye una propuesta de diálogo, algo que el Gobierno ha considerado insuficiente para reanudar las negociaciones de paz.

En cualquier caso, Guterres expresó su "beneplácito" por el paso dado por el ELN y mostró su esperanza en que ese gesto "pueda brindar alivio a las comunidades y grupos vulnerables en las regiones afectadas por el conflicto en Colombia, y ayudar a las autoridades a centrarse en la lucha contra la pandemia".

Este miércoles, el exlíder del grupo Gerardo Antonio Bermúdez, alias "Francisco Galán", liberado de la cárcel para que ejerza como promotor de paz, pidió a la guerrilla que el cese el fuego sea indefinido.

En Filipinas, Jose Maria Sison, líder del ilegalizado Partido Comunista de Filipinas y de su brazo armado, el Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), anunció el pasado día 24 que había recomendado un alto el fuego unilateral a sus tropas.

El llamamiento de Guterres llevó a Sison a cambiar de opinión, ya que la semana anterior había rechazado la propuesta del presidente filipino, Rodrigo Duterte, de sumarse a un cese el fuego unilateral para centrarse en la respuesta a la pandemia, alegando que se trataba de una trampa para cometer violaciones de derechos humanos.

Pocos días después, el Gobierno acusó de haber roto el fuego a la guerrilla comunista, que anunció que está movilizando sus fuerzas, especialmente sus unidades médicas, en una campaña contra la covid-19.

Las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD), una coalición liderada por las fuerzas kurdas que fue clave en la caída del califato del Estado Islámico (EI), respondieron a las palabras de Guterres con una "tregua humanitaria" ante "el colapso del sector de la salud".

"Cualquier nueva hostilidad causará olas de desplazamiento que afectarán la infraestructura de salud restante, acelerando así la propagación del virus y aumentando su letalidad", aseguró el Comando Central de la alianza el pasado 24 de marzo.

La ONU dio la "bienvenida" al "compromiso de las FSD de evitar participar en acciones militares" y pidió "a las otras partes en el conflicto sirio que apoyen su llamamiento" ante su "profunda preocupación por el impacto potencial del coronavirus en millones de personas en toda Siria, especialmente en más de 900.000 que están todavía desplazadas".

En Libia, el gobierno sostenido por la ONU en Trípoli (GNA) y el no reconocido en el este del hombre fuerte del país, el mariscal Jalifa Hafter, se mostraron dispuestos a aceptar una "tregua humanitaria" después de que el pasado día 25 se confirmase el primer caso de la COVID-19 en el país, donde la guerra se ha cobrado ya la vida de más de 8.000 personas.

El cese de hostilidades demandado por la ONU y las potencias internacionales implicadas en el conflicto fue aceptado de inmediato por el GNA, que pidió además a los ciudadanos que se quedaran en casa en medio de intensos bombardeos, mientras el gobierno en el este decretó un toque de queda y anunció que respetaría la "tregua humanitaria" si su rival también lo hacía.

Lamentablemente, los bombardeos y combates ininterrumpidos han sido la tónica dominante en la última semana, con al menos 115 muertos, en lo que parece una oportunidad perdida para centrar los esfuerzos en la lucha contra la pandemia.

Los rebeldes hutíes del Yemen y el Gobierno reconocido internacionalmente también dieron la bienvenida al llamamiento de Guterres al día siguiente, en coincidencia con el quinto aniversario de la intervención de la coalición árabe en apoyo del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, que marca el comienzo del conflicto armado.

También el enviado especial de la ONU, Martin Griffiths, pidió a las partes que frenasen la escalada militar en el país, escenario de la mayor crisis humanitaria mundial y que se encuentra en una situación límite ante un posible brote de COVID-19.

Las buenas palabras, sin embargo, no impidieron que 48 horas más tarde ambas partes se dedicaran al lanzamiento de misiles y a los bombardeos, culpándose mutuamente de iniciar la escalada.

En Darfur, la facción del Movimiento de Liberación Popular de Sudán-Norte dirigida por Abdelaziz El Hilu (SPLM-N) también se hizo eco del llamamiento de Guterres y este martes anunció que el alto el fuego que había decretado hasta finales de marzo en algunas se extendía a toda la región partir del 1 de abril hasta el 30 de mayo.

Se trata, según explicó su líder, de un gesto de buena voluntad con la intención de dar a las conversaciones de paz en curso en Yuba la oportunidad de tener éxito.

El anuncio fue muy bien recibido por el Gobierno: su delegación negociadora lo consideró "un paso importante que demuestra voluntad política y un fuerte deseo de lograr la paz integral y sostenible que el pueblo sudanés merece".

En Camerún, el grupo separatista Fuerzas de Defensa de Camerún del Sur (SOCADEF) anunció un alto el fuego de 14 días que entró en vigor el pasado domingo para facilitar la adopción de medidas sanitarias contra el coronavirus.

Se trata, según sus dirigentes, de un "gesto de buena voluntad" en respuesta al llamamiento de Guterres, que dio la bienvenida a la decisión y llamó a otros grupos armados, como las Fuerzas de Defensa de Ambazonia, como se denomina a la región del sur de Sudán de mayoría anglófona, a "hacer lo mismo ".

De momento, SOCADEF es el único grupo que ha seguido la petición de la ONU en una región en la que la guerra se ha intensificado en los últimos años. 

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