Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La ciencia responde

Pero... ¿sabemos qué es un virus?

Conocer a nuestro enemigo es la mejor manera de aprender a defendernos de él. ¿Responden los virus a la definición de ser vivo? ¿Qué función desempeña la famosa corona de SARS-CoV-2?

El coronavirus SARS-CoV-2 infecta un cultivo celular.
El coronavirus SARS-CoV-2 infecta un cultivo celular.
Wan Beom Park et al / ‘Journal of Korean Medical Science’

Las circunstancias actuales nos están obligando a convertirnos en expertos en virus a marchas forzadas. Recibimos a diario una cantidad ingente de información acerca de este coronavirus por todos los medios disponibles, televisión, periódicos, redes sociales… Es tal el volumen de datos que tenemos que asimilar que no damos abasto. Eso sin contar con que tenemos la dura tarea de distinguir información veraz de los bulos que corren por Whatsapp entre memes y vídeos de gente saltándose la cuarentena. Añade a la mezcla la ansiedad que provoca estar encerrados en casa y la incertidumbre por no saber cuánto tiempo durará esta situación y lo que ocurrirá después y lo que tienes es un batiburrillo de ideas que no tienes muy claro cómo enlazar para construir algo con sentido.

Empecemos por el principio. ¿Sabemos, en realidad, lo que es un virus? Esa es una pregunta complicada. En el colegio nos enseñan que los seres vivos "nacen, crecen, se reproducen y mueren". ¿Puede un virus hacer todo eso? Sí y no.

¿Son seres vivos?

Un virus es lo que los científicos denominamos un parásito obligado. Esto significa que, por sí solo, no es capaz de nacer, crecer, reproducirse y morir. Debe infectar a una célula para poder hacerlo, ya que no cuenta con las herramientas necesarias para ello. Una vez en el interior de la célula, se adueña de sus herramientas y es entonces cuando comienza a ‘reproducirse’, creando nuevos virus que saldrán de esa célula y buscarán otras que infectar y continuar con el proceso.

Dicho así, podría parecer que la infección será eterna, pero tenemos que tener en cuenta que nuestro sistema inmunitario está atento para impedirlo, destruyendo a las células infectadas para evitar que los nuevos virus sigan causando daños.

Pero antes de que al sistema inmunitario le dé tiempo a controlar la situación, habrá algunos de estos virus recién creados que escaparán de nuestro organismo a través de un estornudo o una tos. Si alguien tiene la mala suerte de encontrarse en la trayectoria de este estornudo o esa tos y la respira (esto es, lamentablemente, tan desagradable como suena), los virus habrán encontrado un nuevo hospedador y podrán volver a iniciar el proceso infectivo.

Los virus, fuera de nuestro organismo, no están técnicamente vivos

Pero, ¿qué pasaría si no hay nadie cerca en ese momento? Recordemos que los virus, fuera de nuestro organismo, no están técnicamente vivos, lo que implica que no tienen capacidad de movimiento ni de decisión. Un virus no es un león, una serpiente o un mosquito: no pueden detectarnos y dirigirse hacia nosotros para infectarnos. Los virus son como motas de polvo, flotan en las corrientes de aire hasta que son respirados o bien son depositados en alguna superficie. Y ahí se quedarán hasta que algo los mueva, por ejemplo, nuestras manos al ir a abrir una puerta, al tocar el botón de llamada del ascensor o agarrarnos al asidero en el autobús.

Oh, no, ahora está en nuestras manos. ¿Eso significa que voy a coger una neumonía? Calma. No solamente son parásitos obligados, sino que los virus son, además, parásitos específicos.

El coronavirus SARS-CoV-2 solamente tiene la capacidad de entrar en las células pulmonares

¿A qué células atacan?

No todas las células de nuestro organismo son iguales, y, por suerte o por desgracia, el coronavirus SARS-CoV-2 solamente tiene la capacidad de entrar en las células pulmonares. Aquí entra en juego la famosa corona, que no es otra cosa que lípidos con unas proteínas incrustadas. Estas proteínas son las que permiten su entrada en las células pulmonares, ya que estas poseen en su superficie exterior otras proteínas a las que pueden unirse las del virus. Cuando se produce esta unión, la capa lipídica del virus puede fusionarse con la membrana de nuestras células pulmonares, puesto que también está constituida por lípidos, y comenzar así el proceso infectivo.

Pero las proteínas que expresan las células pulmonares solamente están en las células pulmonares. Así que a la pregunta ¿voy a coger una neumonía si tengo el virus en las manos?, la respuesta es no, siempre y cuando tengas cuidado.

Si te llevas las manos sucias a la cara y respiras el virus, entonces sí, es probable que pases la enfermedad con un mayor o menor nivel de gravedad. Y, por supuesto, si corremos el riesgo de ir llevando al virus de paseo y dejarlo en todos los objetos que toquemos (cuidadito con coger el móvil con las manos sucias que luego nos lo llevamos a la cara…). Pero tenemos que tener muy claro que el virus jamás podrá causarnos la enfermedad a través de la piel. Conocer a nuestro enemigo es la mejor manera de aprender a defendernos de él.

¿Por qué no lo hemos parado aún?

Ya sabemos qué es un virus y cómo nos infecta, ¿por qué no lo hemos parado todavía? Mi abuela tuvo una neumonía el invierno pasado y se curó con antibióticos, no puede ser tan complicado. Bueno, porque los antibióticos son para eliminar a las bacterias, y comparar una bacteria con un virus es como decir que un pino y una ardilla son lo mismo solo porque te los puedes encontrar a los dos en el bosque. Para enfrentarnos a un virus necesitamos antivirales, que son fármacos diseñados específicamente para atacar a estos parásitos tan peculiares. Por ejemplo, pueden impedir que el virus entre en nuestras células pulmonares bloqueando la unión entre sus proteínas de la corona y nuestras proteínas celulares. Pero diseñar un antiviral es un proceso largo y complicado, de ahí que, por el momento, la mejor solución sea evitar los contagios mediante el lavado de manos y el aislamiento social. Es el camino más difícil, pero el que dará un mejor resultado hasta que podamos perfeccionar nuestras armas. Porque no solo llegarán los antivirales, sino también las vacunas, que evitarán que nos pongamos enfermos y sea necesario atajar la infección una vez ha comenzado, que es más difícil.

Inés Mármol Biotecnóloga. Doctoranda en el departamento de Farmacología y Fisiología de la Universidad de Zaragoza

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