‘Que empiece ya’, que el público del sofá no se va

Se abre el telón, no uno normal de color rojo y de terciopelo, sino con formas de dinosaurios que hace menos de una semana cubría una cama, y aparece una caperucita roja orgullosa mirando al público. A su lado, un pequeño lobo feroz se ríe en vez de asustar a su compañera de escena.

El teatro con niños es una herramienta educativa que les ayuda a divertirse, a ser creativos, aprender y a ejercitar su mente durante días, los que duran los ensayos y el montaje del escenario hasta la esperada tarde de la función. Una actividad donde se divertirá toda la familia y con la que los niños jugarán con un propósito: aprenderse una historia.

El primer paso para una función en casa es elegir la aventura que los miembros de la familia van a representar. Los cuentos clásicos infantiles siempre son una buena opción porque los niños solo tienen que memorizar los diálogos de una historia que les gusta, conocen y con la que pueden trabajar la improvisación en lugar de memorizar textos.

Lo siguiente que hay que hacer es repartir los papeles, o, mejor dicho, que los niños elijan qué personaje quieren ser. Otra opción sería hacerlo al azar, dando a todos las mismas oportunidades, siempre y cuando no genere disputas entre los hermanos.

El vestuario de la obra es otro de los aspectos que más divertirán a los niños, ya que cualquier excusa es buena para disfrazarse. Elegir en familia los atuendos para la representación logrará que los pequeños desconecten.

Todo estará listo así para el gran día del estreno. La representación será todo un éxito, de eso no cabe duda y por mucho que tarden los actores en salir a escena, el público en sus butacas o sofás no se irán. La música es fundamental para este instante de ovación y reconocimiento, por lo que los niños pueden elegir una canción e, incluso, inventar una coreografía. 

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