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La capacidad de aprender por uno mismo

Por lo general, solemos prestar apoyo a nuestros hijos e hijas en sus tareas escolares durante demasiados cursos. Hay padres y madres que, incluso, llegan a estudiarse las asignaturas para explicárselas.

Conviene no olvidar que los que realmente se examinan son ellos y no los padres
Conviene no olvidar que los que realmente se examinan son ellos y no los padres
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Denominamos autoaprendizaje a la aptitud y actitud de una persona enfocadas a adquirir nuevos conocimientos en general. Requiere disposición para ello y mejora continua paralela al desarrollo intelectual, que reste la necesidad de apoyo a partir de su propia autonomía.

Pero... pongámonos en situación

En edades tempranas (3º, 4º e ,incluso, 5º de primaria), nuestros hijos e hijas necesitan una ayuda desde casa para saber organizarse fuera del colegio, para estudiar y aprender, para conseguir, en definitiva, ser capaces de realizar tareas y asimilar conceptos en el tiempo extraescolar. Sin embargo, en muchas ocasiones, extendemos esa ayuda demasiado a lo largo de los cursos escolares, tanto en su intensidad como en el tiempo invertido. Por ello, consiguen superar los exámenes, pero con un exceso de implicación por parte de madres y padres, que, en algunos casos, llegan incluso a estudiarse la materia para explicársela a sus hijos e hijas.

Sin embargo, con el paso de los años la situación se vuelve insostenible por varias razones: primero, porque en un curso como 3º de ESO, por ejemplo, seguro que a la mayoría de padres y madres les van a faltar conocimientos (lengua, matemáticas, física, inglés, biología…); segundo, porque, al tener que dedicar los estudiantes más tiempo, no es tan sencillo ya disponer de él; y, tercero y muy importante, porque, según se van adentrando nuestros hijos en la siempre complicada etapa de la adolescencia, ellos no siempre aceptan nuestra ayuda y el asunto ‘estudios’ se suele convertir en el epicentro de muchos conflictos en el seno familiar. Además, conviene no olvidar que los que realmente se examinan son ellos, nuestros hijos, y no nosotros, los padres.

Algunas pautas de conducta

Conviene que, progresivamente, vayamos espaciando la supervisión de sus trabajos, relacionados con las obligaciones escolares; podemos comenzar sentándonos con ellos, a su lado, todo el tiempo que dedican a la actividad, pero, poco a poco, nos iremos levantando, apartando, para que vayan ganando en autonomía. En este sentido, ayudará bastante concienciarles en la necesidad de mantener la concentración durante un periodo determinado de tiempo y, según lo vayan logrando, iremos incrementándolo, paulatinamente. El objetivo final, para un alumno de 2º de bachillerato, es conseguir 55 minutos de estudio y 5 de descanso. En cuanto a la metodología de apoyo, busquemos ayudarles para que ellos mismos encuentren la respuesta adecuada a sus preguntas, evitando dársela directamente;no importa tanto la solución como la capacidad de hallarla. Un ejemplo es la realización de esquemas: obviamente, son muy útiles para el aprendizaje, pero de podo sirven esos esquemas, si se los hace otra persona, deben hacerlos ellos, pues la propia ejecución forma parte del proceso para asimilar esos contenidos.

En definitiva, siempre que apoyemos a nuestros hijos e hijas en sus estudios, deberemos asegurarnos de que lo hacemos con la intención de mejorar su capacidad de atención, superación personal, responsabilidad y motivación. O bien, por supuesto, para la correcta adquisición de unos hábitos y técnicas de estudio.

Programa de Escuela Activa de Fundación Piquer

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