educación emocional para familias 

Hablemos, pero no por Whatsapp, ¡por favor!

En determinados casos, la utilidad práctica del Whatsapp se confunde con el ‘todo vale’; y esta conocida aplicación ya está siendo motivo de conflictos entre padres y profesores.

Es importante elaborar nuevas pautas para que estas tecnologías sumen en la educación de los hijos
Es importante elaborar nuevas pautas para que estas tecnologías sumen en la educación de los hijos
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Con las nuevas tecnologías, la comunicación ha cambiado y nos hace replantearnos, en muchos casos, cómo la estamos enfocando y sus consecuencias. Por eso, es importante elaborar nuevas pautas para que estas tecnologías sumen en la educación de los hijos. El uso masivo de Whatsapp por parte de padres y madres en los grupos escolares o en entornos deportivos lo ha convertido en una herramienta muy potente. Muy potente, pero para dificultar y/o destruir las relaciones entre personas. Se confunde su utilidad práctica en determinados casos con el ‘todo vale’; y esta conocida aplicación ya es motivo de conflictos entre padres y profesores.

Consecuencias del mal uso de Whatsapp

– Los niños normalizan este modelo de comunicación tóxico desde edades muy tempranas, con fatales consecuencias para el desarrollo de su Inteligencia Emocional.

– No se desarrolla su sistema reflexivo y el filtrado de información. Al escribir lo primero que les viene a la mente, secuestrados por un estado emocional temporal, la impulsividad se acomoda.

– Se fomenta la observación pasiva, el cotilleo, los rumores y conocimiento de información no relevante, que también les roba tiempo, al estar constantemente revisando las conversaciones, por si hay algo, supuestamente, importante.

Preguntas que deberías evitar por el grupo

– Si preguntas por los deberes de tus hijos o por la fecha del examen, no fomentas su responsabilidad, por lo que su agenda estará en blanco, ya que te tiene a ti para solucionar sus necesidades. Un padre involucrado en la educación de su hijo pregunta, acompaña, ayuda… pero no suple lo que puede hacer el niño. A esto se le llama sobreprotección, que mina la autoestima y fomenta la inseguridad. Estamos sembrando y alimentando la semilla del «yo solo, no puedo».

– Si te interesas por la notas de los demás compañeros, el recorrido de la excursión o lo que ha pasado en clase, no permites que se desarrolle una comunicación de tú a tú con tu hijo. No le das la oportunidad de que te explique las cosas a su manera. El «ya me he enterado de lo que ha pasado en clase» fomenta la distancia y la desconexión emocional con los hijos.

– Si te interesas por cosas que ha perdido o por otras que aparecen en la mochila de tu hijo, no estás permitiendo que sea él quien pregunte, investigue, que ‘se busque la vida’ y luche por lo que es suyo o devuelva lo que no lo es; o que se disculpe y esté más atento en otra ocasión. Si se lo das todo hecho, sus habilidades sociales no se entrenan, y las va a necesitar durante toda su vida.

– Si criticas y etiquetas a los compañeros de tus hijos por sus comportamientos, les estás limitando sus relaciones. Además, son excusas perfectas para fomentar el aislamiento, actitudes pasivas y para que no se esfuercen en lidiar con esas situaciones para que cambien y, con ellas, sus relaciones. Aquí tenemos el germen del acoso escolar, de la falta de empatía, de ver lo fácil que es, a golpe de clic y en cualquier momento del día, criticar, insultar, faltar al respeto, sin saber qué cara pone la otra persona cuando lo lee. Tus hijos pueden pensar que, si tú lo haces, pues "no será tan malo".

Por: Yolanda Cuevas Ayneto. Psicóloga de la salud y el deporte. Asociación Aragonesa de Psicopedagogía

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