entrevista

Coral Elizondo: "Si no avanzamos hacia la educación inclusiva real, estamos normalizando las injusticias"

Activista de la educación inclusiva, maestra de Música y psicóloga, Coral Elizondo Carmona (Zaragoza, 1965), ha sido directora del Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva (Carei) y del CEIP Puerta Sancho. En la actualidad, es profesora asociada en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza e imparte formación dentro y fuera del país.

Coral Elizondo es profesora asociada en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza
Coral Elizondo es profesora asociada en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza
Toni Galán

Costa Rica, Chile, Argentina… Es usted todo un referente nacional e internacional en educación inclusiva.

No paro. He asesorado a varios ministerios en diferentes países. Pedí una excedencia, precisamente, para volcarme en la formación.

Se define como activista de la inclusión. ¿Cuál es su lucha?

Estamos en un momento que yo llamo de ‘interregno’. Todavía no hemos terminado de entender muy bien la diferencia entre integración e inclusión y nos podemos encontrar con docentes y familias que piensen que estamos haciendo lo que tenemos que hacer y que no hay que seguir avanzando hacia la inclusión real. Y eso es un error que habría que aclarar, porque estamos normalizando las injusticias.

Aclaremos ese error...

La Unesco nos dice que la inclusión es presencia, participación y logros; es decir, que ese alumnado con necesidades educativas especiales esté presente en el aula –que ya estaba con el modelo de integración– y que participe junto al resto de sus compañeros en todas las actividades del aula, algo que pocas veces ocurría. La participación es una de las claves de la inclusión y es lo realmente difícil de conseguir.

Y díganos, ¿por qué estamos normalizando las injusticias?

Normalizamos las injusticias cuando parte de tu alumnado está en el aula sin participar; cuando seguimos sacando a niños de la clase con el profesor de apoyo… Y cuando todo esto lo vemos normal. Yo puedo estar desarrollando metodologías inclusivas maravillosas, como el aprendizaje cooperativo, y a la vez puedo estar segregando a ese niño y a esa niña que no participan en todas las actividades de su clase. Y yo pregunto: ¿cómo están esos niños emocionalmente? ¿Y ese profesor, con esa mirada, que es capaz de segregar cuando integra? Indudablemente, tenemos que empezar a hablar de ética en educación.

Segregación. ¿No le parece un término muy duro?

La respuesta que se da a este alumnado es la adaptación curricular, porque no pueden seguir el currículum de los demás. Y ya sea dentro o fuera del aula –permítame que insista–, si no participan plenamente, se trata de una intervención segregadora.

Hablando con usted todo parece muy fácil. Pero, ¿cómo se trabaja la inclusión en el aula?

Se trata de ver cómo tengo que personalizar ese currículo, hacerlo menos rígido, más flexible, con los ajustes, niveles y apoyos necesarios para que todos, absolutamente todos, estén presentes, participando y obteniendo logros.

¿Y qué opinan los padres?

Cada vez hay más familias de niños y niñas con discapacidad, superluchadoras y reivindicativas, que para conseguir un derecho de sus hijos tienen que recurrir a los tribunales. Los padres han de entender que la inclusión es un derecho. Y no puede ser de otra forma. Y esa es la mayor diferencia entre integración e inclusión, la ética: luchamos para eliminar la exclusión en la educación y desde la educación.

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