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¿Cómo debemos ejercer los padres el liderazgo?

Con los hijos, muchas veces confundimos la proximidad con un excesivo papel de colegas o bien descuidamos la necesidad de educar desde el ejemplo permanente y el liderazgo, al considerar que nos corresponde el mando por principio indiscutible.

No siempre es fácil mantenerse dentro de un marco de convivencia gestionado desde la cercanía y el respeto
No siempre es fácil mantenerse dentro de un marco de convivencia gestionado desde la cercanía y el respeto
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Liderar es la capacidad para influir en el modo de pensar y actuar de otras personas, así como para conducirlas en favor de metas planteadas, guiando desde el ejemplo y mediante una comunicación efectiva.

Pongámonos en situación

No siempre resulta sencillo mantenerse dentro de un marco de convivencia gestionado desde la cercanía y el respeto. Llegamos a confundir la proximidad con un excesivo papel de colegas, o bien descuidamos la necesidad de educar desde el ejemplo permanente y el liderazgo, al considerar que nos corresponde el mando por principio indiscutible.

Si a esto sumamos que la adolescencia conlleva un cierto desafío a la autoridad, por el principio de autoafirmación, nos podemos encontrar con que nuestros hijos no nos tienen en gran consideración, nos ven, para determinadas cuestiones, como algo obsoletos, y pueden valorar otras opiniones por encima de las nuestras (amistades, personas mediáticas…).

Para evitar esta situación, podemos liderar educativamente, creando un modelo de pensamiento y conducta, lo que conlleva obligaciones permanentes, porque vamos a ser referencia todo el tiempo y en todas las facetas de nuestras vidas: de pareja, de amistad, laborales y de ocio. Como ejemplo negativo, podemos pensar en las lamentables escenas, de sobra conocidas, protagonizadas en eventos deportivos por algunos progenitores, que proyectan unos valores nocivos, pero influyentes en muchos casos.

Algunas pautas de conducta

Por todo lo expuesto, debemos actuar de manera acorde y consecuente con la elección de valores que queremos implantar en nuestros hijos e hijas. Analicemos lo que queremos que asimilen y comportémonos de igual forma. Hagámoslo, además, a la par, cada responsable de la unidad familiar. En las fases de su crecimiento, conviene respetar la autoridad que nos venga impuesta, pues estaremos trasladando ese modelo de conducta. Autoridad entendida desde instituciones públicas y privadas o la derivada de un acuerdo, escrito o verbal, al que hemos llegado. Ayudará ser modelos de integridad y de confianza.

Por otro lado, el líder viene respaldado por el carisma que proyecta. Y este, si bien en parte es innato, se puede potenciar a través del desarrollo de otras competencias, como la empatía, la escucha activa o la de hacerles sentirse con nuestro respaldo en las situaciones que les preocupan, aunque nuestra experiencia nos diga que no tiene la importancia que ellos le están dando. Y no olvidemos que solemos seguir a quien nos ofrece soluciones, por lo que habremos de trabajar en esa línea, en el sentido más amplio del concepto, aportando lo que la situación requiera.

Por: Programa de Escuela Activa de Fundación Piquer

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