Tercer Milenio

Aquí hay ciencia

El ‘momento Messi’ y la física clásica

El efecto que tiene este fenómeno sobre los rivales deportivos lo ejerce Messi, pero también otros deportistas enrachados y poco menos que imbatibles, como en este momento pueden ser –atendiendo a sus éxitos más recientes– Marc Márquez, Lewis Hamilton, Simone Biles o Tiger Woods.

Tras cada nueva exhibición de Messi, se amplifica su buen estado de forma
Tras cada nueva exhibición de Messi, se amplifica su buen estado de forma
REUTERS/Albert Gea

"Messi ya carbura", "Messi ya está aquí", "Messi acelera", "El mejor Messi está de vuelta", "Messi vuelve a ser imparable", "Supermessi", Messi, Messi, Messi… Con frecuencia –la última vez, el pasado domingo ante el Celta de Vigo–, tras cada nueva exhibición del jugador argentino los comentaristas deportivos no se cansan de destacar que Messi vuelve a estar en plena forma. Y con ello el Barça vuelve a ser poco menos que imparable.

Que conste que, en este caso, no nos referimos a todo lo que aporta un Leo Messi enchufado a su equipo, sino a cómo todo este bombo en torno a su superlativo rendimiento puede afectar y condicionar a sus rivales.

Los deportistas profesionales juegan peor y rinden menos frente a rivales que están
en racha

Según un estudio recientemente publicado, realizado por investigadores de la Universidad de Duke, (Estados Unidos), el bombo o reconocimiento generado por el momento álgido que vive un deportista provoca que sus rivales jueguen peor contra él.

Ajedrecistas y tenistas

En concreto, el estudio constató que los jugadores profesionales de ajedrez y de tenis juegan y rinden peor frente a rivales que están ascendiendo rápidamente en sus respectivos rankings. Esto es, jugadores ‘on fire’, enrachados. Y no es (solo) porque ‘el rival también juega’, sino que hay otros factores implicados.

Tal y como refleja el estudio -tras analizar los resultados de más de 117.000 partidos de tenis, en el caso de los tenistas, aquellos jugadores que se enfrentan a rivales que llegan lanzados, cometen más dobles faltas –un error no forzado y que solo depende del propio jugador– que su media habitual.

Y aquí aparece Newton

Más allá de estas consideraciones, lo verdaderamente interesante es que los autores de la investigación explican esta circunstancia o efecto –al que han denominado ‘status momentum’– como una versión mental del principio (físico) de la Conservación del Movimiento. Para los menos duchos en física clásica, dicho principio establece que un cuerpo permanece en movimiento a velocidad constante mientras sobre él no actúe otra fuerza. En realidad, el principio de Conservación del Movimiento es una aplicación o una consecuencia de la Primera Ley de Newton también conocida como Ley de la Inercia y que postula que un cuerpo permanece en reposo o movimiento si sobre él no actúa ninguna fuerza. Lo que supone que un cuerpo que se mueve a una determinada velocidad solo se detendrá si choca con otro cuerpo igual que se mueva a la misma velocidad en dirección contraria.

Pues bien, según los responsables de la investigación, en el caso que nos ocupa, el de los deportistas, los rivales hacen un cálculo o consideración mental análogo: es decir que no les basta con alcanzar su cien por cien sino que tienen que dar el cien por cien de su lanzado rival. Lo cual les supone una presión adicional que les lleva a competir peor.

Dos cuerpos distintos 

De nuevo interpretado en términos de física clásica y leyes newtonianas cabría acudir a la tercera Ley de Newton, también conocida como principio de Acción y Reacción y que postula que por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, este realiza una fuerza de igual de sentido contrario sobre el cuerpo que la produjo. Pero se trata de un principio en el que es imprescindible tener en cuenta que las dos fuerzas opuestas no están aplicadas al mismo cuerpo, sino sobre dos cuerpos distintos produciendo en ellos efectos diferentes, según sean sus masas.

Trasladado esto al terreno deportivo, no es lo mismo el cien por cien del Barça de un Messi superstar que el cien por cien del Celta (al menos en el último y más reciente duelo).

Y es esta misma tercera Ley de Newton la que nos permite explicar por qué Nadal, Djokovic y Federer acaban ganando casi siempre por mucho que sus rivales lleguen enrachados. Repetimos: las dos fuerzas opuestas no están aplicadas al mismo cuerpo, sino sobre dos cuerpos distintos, produciendo en ellos efectos diferentes, según sean sus masas. Y Rafa, Nole y Roger son gigantes. 

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