Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

¿Por qué se forman los ‘fatbergs’ que atascan las tuberías?

Enormes tapones atascan tuberías y alcantarillas. ¿Cómo se forman? Las toallitas no se comportan igual que el papel higiénico.

Residuos en la depuradora de La Almozara de Zaragoza
Residuos en la depuradora de La Almozara de Zaragoza
Guillermo Mestre

Nessie, el monstruo del lago Ness, es una de las criaturas fantásticas más queridas del Reino Unido. Mucha gente cree que es real. Mucha gente viaja cada año a Escocia con la esperanza de avistarlo. Mucha gente organiza expediciones subacuáticas, al más puro estilo Cousteau, para encontrar pruebas de su existencia. Pero quizás los ingleses deberían preocuparse más por otro tipo de monstruo que acecha a su país, y que es cuatro veces más pesado que el legendario reptil escocés. Y no, no estamos hablando del ‘brexit’. Nos referimos a los ‘fatbergs’.

La palabra ‘fatberg’ es una ingeniosa mezcolanza entre el vocablo inglés ‘fat’ (grasa) y ‘iceberg’ (los bloques de hielo en el mar, no las lechugas). Son tapones de residuos, toallitas, preservativos, grasas solidificada y, hablando en plata, mierda, que no se disuelven en el agua de las alcantarillas y acaban taponando el sistema de cloacas. Por alguna razón que escapa a mi entendimiento de las redes sociales, hace unos días volvió a hacerse viral una noticia de 2017 sobre un ‘fatberg’ descomunal que no solo atascaba el sistema de alcantarillado victoriano de Londres, sino que además estaba a punto de destrozarlo por completo. Los tuiteros hacían bromas sobre las inusuales unidades de medida usadas para describir a esta monstruosidad –"tan pesada como cuatro ballenas jorobadas y más larga que dos estadios de Wembley", decían los titulares– pero generalmente pasaban por alto lo más importante, la moraleja de la historia: no todo se puede tirar por el váter. Y ojo, que Nessie rara vez sale de su lago, pero los ‘fatbergs’ ya han empezado a invadir el resto de Europa. Pero, ¿por qué se forman estos enormes tapones?

Un gran diseño

El papel higiénico, que parece el invento más tonto del mundo, está cuidadosamente diseñado para deshacerse en cuanto entra en contacto con el agua. Está hecho de fibras de celulosa muy muy cortas, que permanecen unidas unas a otras mediante unas fuerzas intermoleculares llamadas enlaces de hidrógeno. Cuando el papel se moja, las moléculas de agua empiezan a formar nuevos enlaces de hidrógeno con las microfibras de celulosa, que acaban separándose, destrozando la integridad del papel higiénico. Ojo, el papel no se disuelve. La celulosa no es soluble en agua, pero las fibras, sueltas, son tan pequeñas que pasan todos los filtros sin problemas y no atascan tuberías ni alcantarillas. Termina llegando a los ríos y a los mares, sí, pero ahí hay un montón de microorganismos que disfrutarán del festín. La celulosa, desde el punto de vista químico, no es más que miles y miles de moléculas de glucosa unidas. Vamos, que es azúcar. Y muchos bichillos saben cómo aprovecharla para comer.

Pero las toallitas… Ay, las toallitas. Las toallitas no son papel higiénico. La mayor parte de las toallitas están hechas de mezclas que contienen plásticos como el poliéster, el polietileno y el polipropileno. Estos son los mismos materiales que se usan para fabricar camisetas, bolsas, o discos compactos, respectivamente. ¿A que no se os ocurriría tirar una camiseta por el retrete? Pues cada vez que tiráis una toallita, estáis tirando un trozo de camiseta. El agua no puede disolver estos materiales, ni siquiera puede ‘aflojar’ las fuerzas intermoleculares que los mantienen unidos como hace con la celulosa del papel higiénico. Y por eso las toallitas terminan atascando tuberías, arquetas y sistemas de alcantarillado enteros.

Lo peor de todo esto es que muchos fabricantes de toallitas juran utilizar celulosa como principal ingrediente, e incluso presumen de que sus toallitas –solo las suyas, no las de la competencia– son desechables y puedes tirarlas por el inodoro. Pero hasta una niña de 4 años puede demostrar con un experimento que eso es una sarta de mentiras. Y si no os fiáis de ella ni de los estudios de la OCU, hay varios trabajos científicos que les dan la razón: las toallitas no son desechables y no se deshacen al mojarse. Y antes de que me digáis que "vosotros no hacéis eso nunca", vamos con un dato: las depuradoras españolas recogen diez kilos de toallitas por persona y año, y una ciudad del tamaño de Zaragoza gasta miles de euros al año (algunas hasta cuatro millones) en librarse de los atascos causados por las toallitas. Así que, ya sabéis, poned una papelerita en el baño, que no cuesta nada.

Para colmo: grasa

Otro de los ingredientes estrella de los ‘fatbergs’ es la grasa. Cuando hace frío, las grasas se solidifican –como las botellas de aceite en invierno– y terminan atascando todavía más las tuberías y las alcantarillas. Creo que no hace falta explicar por qué ni el aceite ni los restos de grasa se tiran por el fregadero (ni por el váter). También es cuestión de química, pero no hace falta ponerse a hablar de átomos y moléculas para entender que el agua y el aceite se llevan mal. "Son como el agua y el aceite", se dice.

Odio químico

El agua es una sustancia polar, las moléculas de agua son polares: tienen una zona de carga positiva y una zona de carga negativa. Por eso, el agua disuelve bien otras sustancias polares –el azúcar, el alcohol, el vinagre– y los compuestos iónicos como la sal común. Sin embargo, esta propiedad hace que el agua odie a las grasas, unas moléculas formadas por cadenas de carbono e hidrógeno muy largas, sin cargas, apolares. Para poder eliminar los restos de grasa, o bien usamos disolventes o pequeñas cantidades de jabón. Pero, en realidad, lo mejor que podéis hacer con los restos de aceite y grasa es guardarlos en un bote y, cuando haya una cantidad considerable, llevarlos a un punto limpio. O hacer experimentos en casa. Gracias a la química, las grasas pueden convertirse en jabón. Si no habéis heredado una receta de vuestra abuela, hay millones por internet, y es una forma divertida de reciclar en casa.

Resumiendo: no tiréis nada –ni toallitas, ni grasas, ni preservativos, ni pañales, ni compresas– por el fregadero o por el váter. Aunque haya científicos e ingenieros pensando en maneras inteligentes de reutilizar los ‘fatbergs’ como fuente de energía, tenemos que hacerlos desaparecer. Tienen que convertirse en una leyenda, como Nessie.

Fernando Gomollón-Bel Químico y divulgador científico @gomobel

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