educación emocional para familias

Cuando organices los deberes con tus hijos, no te olvides de las emociones

Cada tarde, los deberes escolares son un verdadero reto en la mayoría de las casas. Os aportamos algunas ideas ‘emocionales’ para abordarlos con éxito.

A la hora de hacer los deberes, la educación emocional también cuenta
A la hora de hacer los deberes, la educación emocional también cuenta
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La vuelta al cole supone el regreso a las rutinas, a los horarios... y, sobre todo, a las obligaciones y responsabilidades para todos. Y los deberes diarios son un nuevo reto, en cada casa, todas las tardes. Aportamos algunas ideas ‘emocionales’ para abordarlos:

Establece normas y rutinas desde el principio. Podemos pactarlas con ellos y decidir cómo se organiza la tarde: merienda, ducha, descanso -evita la tecnología al principio de la tarde-, revisar la agenda, tareas, descanso, actividad lúdica, al final -juego de cartas, de mesa, algo que libere alegría y distensión-.

Acompáñale en el proceso para organizarse. "¿Cómo lo vas a hacer?", "¿qué te apetece hacer primero de las tareas», «¿necesitarás ayuda?", "¿qué material necesitas?"... Es importante que, una vez orientados, vayamos desapareciendo y que lo hagan ellos solos. Hay pequeñas tareas que saben hacer y que les hacen sentirse mayores, responsables y seguros de sí mismos, aunque solo sean dos multiplicaciones.

Asómate de vez en cuando. Así sabrán que sigues ahí, que no están solos y que nos interesamos por ellos, pero sin hacer sus deberes. Les daremos seguridad y calma, a la vez que autonomía y confianza.

Felicita el trabajo bien hecho. O comenta eso que sabemos que pueden hacer mejor: la presentación de las tareas, la extensión del trabajo, la concentración que han mantenido… Tachar todo lo que han hecho mal no educa en positivo. Hay que corregirlo, sí, pero, sino es hoy, puede ser mañana. En nuestra tarea de educar hay oportunidades todos los días para ir mejorando las cosas con pequeños objetivos, que ellos pueden ir haciendo suyos, cumpliéndolos.

La perfección no existe. Son niños, están en la edad del aprendizaje y deben hacerlo poco a poco, pero sin pausa. No pueden saber ya toda la ortografía española ni las respuestas exactas a todas las preguntas que plantean los deberes.

No rompas lo que esté mal. Si algo no está bien, podemos pedirles que lo repitan, con las pautas muy marcadas de cómo hay que hacerlo, y graparlo junto a lo que está mal, para que vean que son capaces de superarse y cómo deben corregir los errores. Esto les ayudará a entender que pueden superarse y que son capaces de hacer las cosas mejor, siempre.

Frustrados por no saber qué les ha pedido el profe. No es el momento de recriminarles que deberían haber estado más atentos... Salir del espacio de deberes puede ayudar: una ducha, un vaso de leche, una fruta, lo que sea para salir del momento crítico, y después buscamos la solución con ellos dando ideas juntos de alternativas; recordar qué han hecho hoy en clase o qué estaban estudiando esta semana o qué mandaron ayer… y, si hace falta, hacemos otros deberes que sustituyan eso que no sabemos, como repasar las tablas por escrito, definición de varias palabras que no conocemos de un libro de lectura o algo de ciencias naturales… Al final, con el trabajo hecho, analizamos qué ha originado la situación -no lo apuntó en la agenda, se la dejó en clase, no escuchó al profe…- y buscamos soluciones para que no vuelva a repetirse.

Por: María Torrecilla. Asociación Aragonesa de Psicopedagogía

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