educación  

Proyectos de divulgación para trabajar las disciplinas STEM desde primaria

'Yo quiero ser inventor', una iniciativa de divulgación científica, diseñada por Esciencia, para trabajar las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) desde primaria y despertar futuras vocaciones científicas.

Escolares, con sus proyectos, en la pasada edición del concurso ‘Yo quiero ser inventor'
Escolares, con sus proyectos, en la pasada edición del concurso ‘Yo quiero ser inventor'
Esciencia

Hace mucho que las chicas ya no quieren ser princesas. Pero se resisten a ser científicas. Y no son pocas las que piensan que eso de la ciencia es cosa de chicos. Pero… ¿y ellos? Pues, si nos descuidamos un poco, otro tanto. Y eso que el desarrollo de las competencias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas -las siglas en inglés-) se encuentra no solo entre los objetivos fundamentales de la agenda educativa de la Unión Europea, sino también de varios organismos internacionales y de países como EE. UU. En España, según datos de Eurostat, tan solo 13 de cada 1.000 estudiantes han completado estudios en estas disciplinas. Y, si tenemos en cuenta que el futuro del mercado laboral es eminentemente tecnológico, el asunto, se complica bastante.

Despertando futuras vocaciones científicas

‘Yo quiero es inventor’ es una de esas iniciativas, diseñada por Esciencia, empresa aragonesa que nació en 2006 como ‘start up’ de la Universidad de Zaragoza, con la misión de crear herramientas y experiencias innovadoras de divulgación científica, para dar respuesta a estos nuevos retos; un concurso, que suma ya su octava edición y que persigue incentivar la creatividad y el interés por la ciencia y la investigación entre los más jóvenes, sembrando y despertando futuras vocaciones científicas y tecnológicas.

Un huerto hidropónico y un planetario mecánico

Este curso, 30 escolares de primaria han creado y presentado sus inventos y prototipos. Los más pequeños (2º y 3º) lo han hecho sobre ecología y ciencia de los alimentos, para poner en marcha un huerto hidropónico, el cultivo de un huerto urbano sin utilizar tierra. Y los mayores (5º y 6º), con la astronomía y la ingeniería por bandera, han diseñado un planetario mecánico, que muestre el movimiento de los planetas en el Sistema Solar. Y el pasado, 27 de septiembre, a las 18.00, presentaron sus inventos en una gran gala, que se desarrolló en el marco de la Noche Europea de los Investigadores, en Caixaforum Zaragoza. Un selecto jurado valoró el trabajo realizado y eligió al ganador de cada categoría, que recibió un premio valorado en 100 €. Pero todos fueron ganadores y recibieron un obsequio, que les ayudará y motivará a seguir explorando y experimentando.

Las competencias STEM, entre los objetivos prioritarios de la agenda educativa de la UE

Pero… volvamos al principio. O, mejor dicho, al final, porque es a final de curso, precisamente, cuando los colegios reciben la información para inscribirse ‘online’ en el certamen. “Los alumnos pueden participar tanto desde el cole, dirigidos por un profesor, como desde casa. Después, reciben una unidad didáctica, en función de la temática elegida, y ¡a trabajar!”, apunta Lorea Pérez, miembro de Esciencia y organizadora del concurso, que insiste en que “la verdadera gracia reside en que lo hagan ellos solos, aunque cuenten con la supervisión de docentes y padres”.

La implicación de los padres, decisiva

Estas actividades científicas, sobre todo a nivel extraescolar, despiertan cada vez mayor interés. A los profesores les facilitan herramientas para trabajar en el aula y los padres las ven como "algo diferente". Y, en este sentido, ‘Yo quiero ser inventor ’ “ha dejado de ser un concurso meramente escolar para abrir las puertas a aquellos niños que quieran participar apoyados por sus padres, fomentando así su implicación en este tipo de iniciativas científicas, vinculadas, desde siempre, al ámbito escolar”, recalca Lorea Pérez.

La mayoría de los alumnos de primaria de hoy trabajarán en profesiones que ni tan siquiera tienen nombre

Aunque pueda parecer irrelevante, la implicación familiar es decisiva, ya que, muchas veces, esta falta de interés hacia las disciplinas STEM de los más jóvenes viene motivada, ya desde primaria, por estereotipos sociales, acentuados por algunas series de televisión y asumidos en gran parte por padres, que presentan a investigadores y científicos como personajes un tanto frikis. No es que desanimen a sus hijos a seguir estos estudios, pero tampoco los fomentan. Y está claro que, en ese futuro tecnológico, la mayoría de los alumnos de primaria de hoy terminará trabajando en profesiones que ni tan siquiera tienen nombre, porque aún no se han inventado, ligadas a un mundo más virtual que real. Perfiles que ya demandan las empresas y que, en muchos casos, ni siquiera se cubren por falta de profesionales cualificados en estas materias.

De hecho, un reciente estudio elaborado por Ipsos, empresa especializada en investigación de mercados, para Samsung, y en el que se han entrevistado a más de 1.000 estudiantes de entre 15 y 18 años de toda España, tanto de la enseñanza pública como privada y concertada, revela que el 71% de los encuestados afirma que los programas educativos actuales no les están preparando adecuadamente en conocimientos tecnológicos. Y nueve de cada diez alumnos aseguran que tendrán trabajos muy diferentes a los de sus padres. En cuanto a las áreas que los estudiantes creen que serán más importantes para el futuro, apuestan por las tecnológicas -robótica (60%), programación (57%) y biotecnología (32%)-. Un dato para analizar: el 27% duda haber elegido los estudios adecuados.

Trabajar en el contexto de las disciplinas STEM

“Estos proyectos divulgativos -añade Pérez- nos permiten trabajar dentro del contexto de las disciplinas STEM, fomentando el desarrollo del pensamiento creativo y promoviendo métodos como el ‘desing thinking’, ya que implican fases de diseño de producto y de resolución de problemas”. "Buscamos -continúa- que sientan, por un momento, lo mismo que sienten los investigadores en su día a día y que conozcan más de cerca esta profesión”. Parece evidente que alcanzar mayores cotas de desarrollo en el futuro pasa por revertir la tendencia de tantos y tantos jóvenes con talento, que ni siquiera contemplan los estudios científico-tecnológicos como una opción a la hora de elegir.

Con este tipo de actividades, insisten desde Esciencia, “fomentamos un aprendizaje basado en proyectos, una metodología que permite a los chavales adquirir los conocimientos y competencias clave en el siglo XXI, mediante la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real”. Los alumnos se convierten en protagonistas de su propio aprendizaje y desarrollan su autonomía y responsabilidad, “ya que se encargan de planificar, estructurar el trabajo y elaborar el producto para resolver la cuestión planteada”. “Además -concluye Pérez-, si combinamos todo esto con el método científico obtendremos nuevos conocimientos, partiendo de la observación sistemática, la medición, la experimentación y la formulación, análisis y modificación de hipótesis, que les permitirán desarrollar su potencial, creatividad y el interés por la ciencia”.

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