Por
  • Javier Sebastián

Cerebros

El cerebro hace bien cosas que nosotros no haríamos tan bien.
El cerebro hace bien cosas que nosotros no haríamos tan bien.
Javier Blasco / HERALDO

Es una verdad universalmente aceptada (así empieza ‘Orgullo y prejuicio’, de Jane Austen) que un conductor debutante se vuelve fiable cuando es capaz de mantener una conversación mientras maneja el coche (esto último ya no es de Jane Austen). Digámoslo claro: cuando deja que el cerebro conduzca solo. Conviene poner toda la atención, por supuesto, pero hay ciertos automatismos. Una vez me contó un piloto de un F-18 que cuando vuela no mira los indicadores de navegación, pero los ve. Es decir, que hay cosas que presupone que gobierna su cerebro, así que él se desentiende. Bueno, pues a eso es a lo que se refiere David Eagleman en su libro ‘Incógnito’.

Eagleman expone algunos ejemplos asombrosos de cómo el cerebro hace bien lo que nosotros no haríamos tan bien. Elegir pareja, tocar el piano. Sin embargo, mi favorito es el de los sexadores de pollos. Hay en Japón una granja en la que los empleados son capaces de distinguir el sexo de los pollos dejando que sea el cerebro el que lo haga. Van a una velocidad endiablada y no se equivocan nunca. Se han hecho famosos y ofrecen cursos por los que cobran una fortuna. El número de cosas que haríamos mejor si dejáramos que lo hiciera el cerebro por su cuenta es infinito. Quizás sea hora de abrirle las puertas de par en par de todos nuestros actos. Eso, claro, en el caso de que esas puertas no hayan estado abiertas desde siempre.

Javier Sebastián es escritor

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