Por
  • Elena Capapé Poves

Algoritmos

A member of government staff looks at a computer as she monitors social media in social media war room in Bangkok, Thailand March 8, 2019. Picture taken March 8, 2019. REUTERS/Soe Zeya Tun [[[REUTERS VOCENTO]]] THAILAND-ELECTION/SOCIALMEDIA
Los algoritmos deciden lo que vemos en televisión.
Soe Zeya Tun / Reuters

Es sábado y decides quedarte en casa, bajo una manta y con el mando del televisor en la mano. Una de las sensaciones más placenteras que existen es la de acurrucarse, a temperatura tropical, mientras oyes cómo el fuerte cierzo sopla en el exterior. Enciendes la televisión y accedes a Netflix. Hace poco que has terminado una serie de las que absorben tu tiempo, aspiras a hacer maratón de algo similar y Netflix lo sabe. Por eso, en su página principal añade títulos parecidos a tu última obsesión seriéfila. Esa no es su única recomendación, sino que, basándose en otros productos de reciente visionado, anuncia aquellos que considera más afines a tus gustos.

Netflix, como otros tantos servicios y plataformas, se sirve de los algoritmos para ello. Reglas matemáticas que a partir del uso que el usuario hace de la plataforma generan respuestas. Se basan en las búsquedas que se efectúan, los contenidos que se visualizan, el tiempo invertido, así como en los productos que se abandonan a mitad de visionado. Sin embargo, no solo para hacer recomendaciones se utilizan los algoritmos. Basándose en ellos, la compañía toma decisiones sobre en qué productos invertir, a qué directores o actores contratar, qué imágenes seleccionar para ilustrar los contenidos o qué series cancelar, entre otras.

Y aun así, en una época de sobreabundancia de oferta, los algoritmos no evitan que el consumidor caiga en el bucle de la inacción. Espectadores que pasan más tiempo decidiendo qué ver que realmente viendo.

Elena Capapé Poves es profesora de la Universidad San Jorge

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