educación

Siempre hay salida

Las tentativas de suicidio y las autolesiones preocupan cada vez más y el principal factor de riesgo, aunque no el único, es el ‘bullying’ o acoso escolar. Hay que romper el silencio y hablar de estos temas en casa y en la escuela.

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La adolescencia es una etapa complicada de la vida, en la que la pertenencia al grupo de iguales lo es todo.
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Abordar un tema todavía tabú para muchas culturas; romper el silencio sobre el suicidio, cuesta. Y más, si hablamos de adolescentes, casi niños. Los psiquiatras han dado la voz de alarma: los casos de autolesiones se están incrementado en Aragón de manera significativa entre los menores; y el principal factor de riesgo, aunque no el único, sin duda, es el ‘bullying’ o acoso escolar. Si no se actúa, si no se previene, la situación puede continuar, porque, lamentablemente, nuestros adolescentes suelen banalizar bastante el tema de la muerte, de las autolesiones, y no son conscientes de la magnitud de determinadas decisiones. Por eso, hay que hablar, romper ese silencio y tratar estos temas en casa y en la escuela. A grandes rasgos, este es el punto de partida de este necesario debate, que sostienen las psiquiatras Isabel Irigoyen, del Hospital Clínico de Zaragoza; Lola Vázquez, que desarrolla su labor en el Hospital infantojuvenil de salud mental del Royo Villanova; y Lola Sarasa, de la Unidad de Salud Mental infantojuvenil Amparo Poch, del mismo centro sanitario.

Y hablan de sufrimiento, de un sufrimiento incomprensible para los adultos, pero que puede pasar desapercibido para padres y docentes, porque el adolescente busca sus parcelas de intimidad; un sufrimiento que entraña desesperanza, porque "no es que quieran morir, es que, en ocasiones, no pueden soportar vivir de la manera en la que están viviendo", sentencia Isabel Irigoyen.

Niños y adolescentes que sufren

Y este es otro tema que los adultos no debemos minimizar, no son tonterías –"¿pero cómo puede sufrir alguien que está en lo mejor de la vida?", se preguntan muchos–; al contrario, "ha de calar la idea de que niños y adolescentes pueden tener altos grados de sufrimiento", afirma Vázquez, "y padres y docentes –interviene Sarasa– debemos permanecer muy atentos a las señales que nos pueden mandar". Las tres psiquiatras se refieren a la adolescencia como a esa etapa de la vida complicada, en la que la pertenencia al grupo de iguales lo es todo, por encima de los padres; un grupo que, en ocasiones, ejerce una presión excesiva y que ha crecido, "ahora el grupo también es Instagram y el resto de redes sociales", comentan. Y en este ambiente, el ‘bullying’, coinciden las tres, "desempeña un papel decisivo, como factor de riesgo".

"Niños y adolescentes pueden tener altos grados
de sufrimiento"

Irigoyen insiste en la importante labor de los docentes a la hora de detectar e interpretar señales de alarma y en que nunca, "se debería mirar para otro lado". "Ellos ven cómo funcionan los grupos en la aulas, en los recreos, cómo se relacionan...", insiste; Sarasa también reclama una mayor implicación de los padres; y las tres abogan, sin fisuras, e inciden en que "la formación y el apoyo a los docentes en este aspecto es muy importante". "Tanto –añade Irigoyen– como devolver la responsabilidad a los propios alumnos". "¡Ellos podrían y deberían alertar! –exclama–". "¿Y qué pasa con los observadores –continúa–, con los conniventes, con los que pasivamente callan y esconden? Ellos son el punto fuerte para terminar con el ‘bullying; ¡ellos lo ven y pueden alertar!". Y tenemos que enseñarles que "se tienen que poner en el lugar (empático) de ese amigo suyo y ver qué pueden hacer por él. Y que todo acto deja su marca y una vejación también deja marca". Desde luego, la mayoría de chavales no son conscientes del daño que pueden llegar a causar. Por eso, "tenemos que lograr concienciarles –argumentan las psiquiatras– de que sus acciones pueden estar favoreciendo, de forma activa o pasiva, a incrementar el sufrimiento de un compañero. Aunque sean adolescentes, tienen responsabilidades, deben implicarse y pueden y deben dar la voz de alerta".

Algunas señales de alarma

A veces, no es fácil detectar el sufrimiento de los hijos, pero siempre nos mandan señales, que debemos saber interpretar; por eso, las psiquiatras piden a los padres que mantengan una actitud más "proactiva" con ellos, "porque un adolescente que puede estar en plena crisis, pasándolo mal, igual está sacando todo sobresalientes...", comenta Irigoyen; y, sin embargo, "te das cuenta, si te fijas un poco, de que ha dejado de salir con sus amigos, de que ya no usa tanto el móvil ni recibe llamadas, duerme peor... Suelen ser pequeños detalles que te ponen sobre la pista, que nos indican que puede estar pasando algo. ¡Ningún adolescente va por ahí diciendo: 'Estoy horriblemente mal y estoy pensando en hacerme daño'!", exclama. Y, por supuesto, hay que permanecer muy atentos a cualquier comentario sobre la muerte que puedan hacer, al aislamiento, a las autolesiones...

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A veces no es fácil detectar el sufrimiento de los hijos, pero siempre nos mandan señales, que debemos interpretar.
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Incremento de las autolesiones

Precisamente, el incremento de las autolesiones entre los adolescentes es un tema que preocupa, y mucho, a las tres psiquiatras. "Este tipo de lesiones –interviene Irigoyen–, las veíamos antes en los trastornos de personalidad muy graves, pero, ahora, son bastante frecuentes. Y, además, el tema está totalmente banalizado: ‘Va, no pasa nada, total, por unos cortes...’, dicen algunos". Y tampoco cabe pensar siempre que se trata de una "llamada de atención", expresión a la que recurren muchos padres, a modo de disculpa, porque así es más fácil entenderlo y no afrontarlo.

Pero... ¿qué impulsa a un adolescente a autolesionarse? Sarasa explica que "unos lo prueban, en parte, por seguir al grupo, por demostrar valentía, que son capaces, o por buscar sensaciones nuevas, pero la mayoría no continúa"; sin embargo, en otros casos, "hay detrás un verdadero sufrimiento emocional. Y, desde luego, jamas debemos normalizar este tipo de conductas, y el que recurre a ellas, está claro que no está bien, que necesita ayuda".

"Debemos permanecer muy atentos a las señales que nos envían"

El silencio contribuye a esa normalización, a esa banalización del tema, a la que aluden constantemente las especialistas; por eso, insisten tanto en que "cuando en un colegio se corre la voz de que alguien se autolesiona, cuando se produce una tentativa o, en el peor de los casos, un suicidio, hay que hablarlo. Por supuesto, siempre desde el respeto y con mucho cuidado –son temas que afectan a la salud de menores–". Tanto el claustro docente como los padres pueden solicitar para ello orientación a los especialistas, quienes valorarán la situación producida y tratarán de ofrecer toda la ayuda necesaria.

Adolescentes y jóvenes infelices

En el Reino Unido, las estadísticas recientes oficiales del sondeo realizado por la prestigiosa consultora You Gov afirman que el 18% de los adolescentes y jóvenes de entre 16 y 25 años admite que "no merece la pena vivir"; y son muchos los expertos que se aventuran a opinar que la infelicidad entre nuestros niños y adolescentes va en aumento por culpa de las redes sociales. Tal vez, en este caso, la conducta imitativa no sea tan perniciosa y convenga contemplar medidas como las del Gobierno británico, que se ha propuesto obligar a los gigantes tecnológicos a retirar de la red de redes imágenes gráficas y referencias directas a las autolesiones y al suicidio.

Siempre hay una salida

Pero hay que trabajar las emociones y siempre se pueden abordar estos temas de forma general. Las psiquiatras recomiendan recurrir a "vídeos, historias y, sobre todo, a testimonios de otras personas que hayan sufrido situaciones similares o relacionadas". De este modo, un adolescente, continúan, puede entender que se puede sentir mal, pero también que hay muchas salidas, muchas opciones, y que siempre puede recurrir a la acción más valiente: "pedir ayuda". Y, si llegado el caso, detectado un problema, docentes, padres o alumnos tienen dudas a la hora de actuar, "lo mejor que pueden hacer –apunta Vázquez– es que se pongan en contacto con nosotras". Además de las unidades especiales de salud mental de referencia, en todos los grandes hospitales de Aragón hay siempre un equipo de guardia de psiquiatría, "capacitado, perfectamente, para atender a los adolescentes", puntualiza. ¿Y si un padre descubre que su hijo se autolesiona?: "Que actúe rápidamente. Y, sin dudarlo, que consulte y, si la situación lo requiriese, que acuda a urgencias", responde Irigoyen.

Alternativas terapéuticas

"Muchos padres –continúa– vacilan a la hora de acudir a las consultas de salud mental, porque no quieren medicar a sus hijos; pero tienen que saber que solo recurrimos a la medicación cuando no nos queda más remedio y siempre en las dosis mínimas e imprescindibles; hoy, tenemos muchas alternativas terapéuticas que les podemos ofrecer, van a tener el apoyo de unos profesionales que les van a hacer un seguimiento, les vamos a dar pautas y vamos a ayudar a sus hijos a aliviar ese sufrimiento con todos los medios que tenemos a nuestro alcance; y la mayoría de estos pacientes consiguen salir adelante, porque la ayuda profesional que les brindamos es válida y demuestra que somos eficaces".

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