Temple Grandin

Al iniciar en estas páginas una serie de columnas animalistas, mencioné algunos nombres vinculados a dicha corriente ética. Pues bien, no podría concluir este periplo, que está siendo también el fundamento de un cambio personal, sin aludir a dos figuras más. Una es Temple Grandin, zoóloga, docente, escritora y conocida representante del bienestar animal. Además, diagnosticada de autismo, fue pionera en escribir sobre ello desde dentro, reflejando con rigor su padecimiento y sus limitaciones, a la vez que una gran vitalidad, incidiendo en lo que desde su diferente condición puede aportar a la sociedad.

Según cuenta Grandin, a partir de sus estudios de Psicología, se especializó en el comportamiento de los animales, convencida de que compartía con ellos el "pensamiento en imágenes", en sus propias palabras, así como ciertas percepciones y sentimientos. Esta dedicación y su talento han hecho de Grandin una autoridad mundial en instalaciones ganaderas, de manera que sus diseños, que aúnan eficiencia y aminoración del sufrimiento, vienen siendo muy utilizados por la industria, especialmente en los mataderos.

Aunque ha contribuido a mejorar la existencia de millones de animales, Grandin está siendo muy criticada por las tesis animalistas más avanzadas y razonables, las cuales denuncian que la industria se ha apropiado de la idea de bienestar animal, para aplicar normas y prácticas que, al regular la crueldad, la legitiman. Por ello, ya no se habla tanto del bienestar, cuanto de la buena vida animal, tal y como trataré de mostrar la semana próxima, de la mano de una filósofa actual.

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